viernes, 27 de junio de 2008

La verdadera historia del rescate del último discurso de Salvador Allende



Por José Miguel Varas

Vuelvo a leer con emoción la crónica de Guillermo Ravest Santis, con su estilo terso y vibrante, modelo de gran estilo de periodismo, sobre el último discurso del Presidente Salvador Allende, transmitido por Radio Magallanes el 11 de septiembre de 1973, minutos antes del comienzo del bombardeo a la Moneda. Ravest, director de la emisora, fue quien se dedicó junto con el radio controlador Amado Felipe a hacer numerosas copias del histórico discurso en pequeñas cintas magnéticas y fue él también quien las sacó del local de la radio –con evidente riesgo para su vida, del que en ese momento no tuvo conciencia- y las hizo llegar a la dirección clandestina del Partido Comunista para su distribución entre los corresponsales extranjeros.



La crónica fue solicitada a Guillermo Ravest por Faride Zerán, directora de la revista Rocinante, en la que yo me desempeñaba como editor. Apareció en la edición Nº 58, de agosto de 2003, junto con un notable testimonio del periodista Leonardo Cáceres, responsable de los servicios noticiosos de Radio Magallanes. Ambos materiales constituyen un documento periodístico e histórico sobre un momento trascendental de la vida de Chile. Y por eso, me parece muy conveniente que se reproduzcan ahora en las páginas de CIPER. Conveniente y necesario, porque en torno a estos hechos y sus protagonistas se tejieron versiones erróneas.

Medio siglo de periodismo
Nacido en Llay Llay, importante nudo ferroviario de la V Región, el 3 de julio de 1927, Guillermo Ravest Santis proviene de una familia estrechamente vinculada a los ferrocarriles: su abuelo, su padre, sus tíos y otros parientes fueron todos ferroviarios. También él pudo haber seguido el recto camino de los rieles pero se enamoró tempranamente del periodismo. Con este oficio ha mantenido un romance de medio siglo, que dura todavía.

En 1950 trabajó en la agencia COPER (Cooperativa de Periodistas), creada por el veterano Albino Pezoa para dar trabajo a profesionales de la prensa “cesanteados” por motivos políticos por el régimen de Gabriel González Videla. Después, entre 1952 y 1972 trabajó en los diarios El Siglo, El Espectador, Ultima Hora y La Nación, en el Departamento de Prensa de Radio Balmaceda, en la revista Qué Pasa de Buenos Aires, en el diario Puro Chile, en Televisión Nacional y, por último, en Radio Magallanes. Junto con su esposa Ligeia Balladares, también periodista, debió partir al exilio después del golpe militar.

Ambos llegaron a Moscú en 1974 y organizaron el equipo de periodistas chilenos que produjo, bajo dirección de Ravest, los diarios programas “Radio Magallanes”, que se emitían por las ondas de la emisora estatal soviética, al mismo tiempo que los de “Escucha Chile”.

Viajaron en 1980 a México y regresaron a Chile en 1983, en cuanto sus nombres dejaron de aparecer en las listas de proscritos. Trabajaron en el diario ”Fortín Mapocho”, fuerte opositor a la dictadura. Entre 1983 y 1989, Guillermo trabajó en las ediciones clandestinas de “El Siglo”.

La pareja Ravest-Balladares reside desde hace más de 20 años en San Miguel Tlaixpán, pequeña localidad cercana a la Capital Federal de México. Ambos han seguido cultivando al periodismo y también la literatura en calidad de cuentistas y narradores casi clandestinos. Guillermo Ravest es autor de un libro de memorias titulado “Pretérito Imperfecto”, que ofrece, sin duda, enorme interés porque ha sido testigo privilegiado de un período histórico turbulento, cuyas consecuencias siguen proyectándose en el presente y en el futuro. Se espera que sea publicado pronto en Chile.



Testimonio:
“Necesito que me saquen al aire inmediatamente, compañero”

Por Por Guillermo Ravest Santis, ex director de Radio Magallanes

El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 me encontró en Radio Magallanes, de la cual era director, y cuyos estudios entonces ubicados en el sexto piso de Estado 235, tenían acceso por la entrada del Pasaje Imperio. A eso de las seis de la mañana, me despertó un telefonazo de Lucho Oliva, ingeniero a cargo de los equipos de nuestra radioemisora. “Chino –me dijo- ahora sí que empezó el golpe. Para que lleguemos juntos al centro te paso a buscar en mi auto, altiro”.



Aquel “altiro” demoró mucho más de una hora, razón por la cual, luego de traspasar varias barreras de militares, llegamos a Estado con la Plaza de Armas alrededor de las siete y media. Allí me despedí de mi mujer y mi hijo, quienes se dirigieron a la Comisión de Propaganda del Partido Comunista en Teatinos 416 y al Conservatorio Nacional de Música, sus lugares de trabajo y estudio, respectivamente.

Radio Magallanes ya vivía una nerviosa actividad. El periodista Ramiro Sepúlveda me informó de las novedades y de la ubicación de los reporteros en sus respectivos frentes de trabajo. Anotamos una sola baja: el redactor de los noticieros de la mañana, seguramente presa del pánico, abandonó la radio. Nunca más supe de él, en los 30 años transcurridos. En cambio, periodistas de los turnos vespertinos decidieron reforzar el equipo matinal porque pensaron, atinadamente, que allí eran más necesarios. Otros, como Hernán Barahona, reportero político en el Congreso, cumplido con su comentario de aquella mañana -como él mismo lo ha recordado-, se retiró de la radio. Desde que yo llegué a la Radio Magallanes alrededor de las 8:00 y hasta que se levantó el toque de queda, no lo vi más.

A ratos nos atropellábamos, pues en algunos momentos tuvimos hasta tres radiocontroles metidos en el estudio. En esos instantes nos acoplamos a la Radio Corporación para difundir las primeras alocuciones que hizo el Presidente Allende. Esta era una forma de coordinación que usábamos en tiempos de la Unidad Popular, bajo el nombre de La Voz de la Patria, para tratar de contrarrestar, en mínima medida, el potencial con que entonces contaba –en número y en kilowatios- el sistema radial de la derecha golpista. En tres oportunidades difundimos esa mañana, como La Voz de la Patria, las palabras de Allende alertando al pueblo sobre la sedición ya en marcha.

La madrugada anterior, fuerzas del Ejército habían dado inicio a la “Operación Silencio”. Allanaron e inutilizaron las plantas transmisoras de las radios de las universidades de Chile y Técnica del Estado y la Luis Emilio Recabarren, de la CUT. Entretanto, encabezadas por la emisora de la SNA, la red nacional de las Fuerzas Armadas de Chile atronaba con sus bandos y oficializaba radialmente el golpe militar. Por sus sostenida connivencia con la sedición sólo el Canal 13 dominaba las pantallas. En ese clima nos dimos cuenta que habíamos quedado solos en el aire. Recién habían sido acalladas la Radio Corporación, dirigida entonces por el Partido Socialista; la Portales, que venía navegando entonces la tortuosa ambigüedad de Raúl Tarud y la Sargento Candelaria, partidaria de la Unidad Popular.



Poco antes, en una breve reunión habíamos resuelto con Leonardo Cáceres, nuestro jefe de prensa, y Amado Felipe, jefe de radiooperadores, dar cumplimiento a decisiones operativas previamente acordadas para circunstancias como las que estábamos viviendo. Estábamos conscientes de que, ubicados a apenas cinco cuadras de La Moneda, podíamos ser allanados. Con todas sus consecuencias. Desde hacía casi dos horas un bando de la Junta Militar amenazaba a las emisoras que no se plegaran a la red golpista, de un ataque por “fuerzas de aire y tierra”.

Me correspondió proponer a los integrantes del pequeño equipo que debería apostarse en la planta transmisora de la Magallanes, ubicada en Renca, para tratar de seguir emitiendo en cualquier emergencia. Todos aceptaron inmediatamente. Ellos fueron: los periodistas Ramiro Sepúlveda, Jesús Díaz, Carmen Flores –reportera recién egresada de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile- y el locutor Agustín Cucho Fernández.

Ya estaba en su apogeo aquel desigual combate que la propaganda pinochetista, por tres décadas, ha querido presentar como la “batalla de La Moneda”. Esa de la media docena de regimientos apoyados por un comando operativo de tres de los jefes golpistas –el Mendocita recién empezaba merecer su apelativo como arrenquín-, más el Estado Mayor de las FF.AA., tanques, cañones y helicópteros, contra un puñado de una cincuentena de patriotas. El testimonio documental de ese asalto fue investigado para la historia y la dignidad nacional por la doctora Paz Rojas, Iris Largo y otros igualmente dignos, en el libro Páginas en Blanco.

Había ido a buscar un cigarrillo a mi oficina cuando, inesperadamente, sonó la Plancha. Éste era el nombre que dábamos al teléfono a magneto, accionado a manivela, que nos comunicaba directamente con el despacho presidencial de La Moneda. Los golpistas ya habían amenazado bombardear el histórico palacio de gobierno. Contesté el llamado telefónico. Era la inconfundible voz del Presidente Allende.



- ¿Quién habla?
- Ravest, compañero…
- Necesito que me saquen al aire, inmediatamente, compañero…
- Deme un minuto, para ordenar la grabación…
- No, compañero. Preciso que me saquen al aire inmediatamente, no hay tiempo que perder…

Sin sacarme la bocina de la oreja, grité a Amado Felipe –quien se encontraba al frente de las perillas del control en el estudio- que instalara una cinta para grabarle y a Leonardo Cáceres, que corriera al micrófono a fin de anunciar al Presidente. Allende debe haber escuchado esos gritos. Le pedí: “Cuente tres, por favor, compañero, y parta…”.

Pese al nerviosismo de esos instantes, Amado Felipe –un gordo hiperkinético siempre jovial, hijo de refugiados españoles- tuvo la sangre fría o la clarividencia histórica de empezar a difundir al aire los primeros acordes de la Canción Nacional, a los que se mezcló la voz de Leonardo Cáceres, anunciando las que serían las últimas palabras del Presidente constitucional.

La tensión del momento explica por qué en esa grabación no sólo aparece la voz de Allende. A Felipe se le quedó abierto el micrófono de ambiente, hecho que aclara por qué en su original ella registrara mi voz pidiendo a gritos a alguien: “¡Cierren esa puerta, huevones!”. Los asaltantes de La Moneda, por su parte, le pusieron o añadieron su música de fondo: balazos, disparos de artillería y hasta ruidos de aviones. No eran momentos protocolares. Tras su última frase y, sin colgar, Allende me añadió un escueto: “No hay más, compañero, eso es todo”. Y como siempre ocurre en ciertas circunstancias solemnes o dramáticas, no faltó el añadido de una nota ridícula. Soy su autor. A modo de despedida le dije: “Cuídese, compañero”.

Tras haber presentado a Allende ante el micrófono. Leonardo se acercó a mi lado, junto a la Plancha. Ambos habíamos escuchado aquellas últimas palabras. Le comenté escuetamente: “Este es su testamento político. Flaco, estamos sonados…”. Con un locutor y otro periodista proseguimos la transmisión de la Magallanes. Estuvimos de acuerdo en difundir por segunda vez el discurso de Allende. Alrededor de las 10.20 de esa mañana, imprevistamente, nos sacaron del aire. Tratamos de establecer comunicación telefónica con la planta. Nadie respondió. Dedujimos que ya estaba en poder de los golpistas y nuestros compañeros muertos o detenidos.

En una breve reunión decidimos que lo único cuerdo en ese momento era desalojar los estudios. Amado Felipe, quien era el secretario político de nuestra célula del PC, y yo, decidimos quedarnos para revisar si en los estudios había papeles con nombres o menciones partidarias. Todo indicaba que un estilo de fascismo mapochino actuaba ahora desembozadamente.

Tras una despedida que no dejó de ser emocional, porque no era seguro que volviéramos a vernos vivos, varios compañeros reiteraron su fervor irrenunciable hacia la causa que encabezara el Presidente Allende. Cada uno partió a su hogar, porque ya se había hecho público que a las 14 horas comenzaba el toque de queda. Los dos compañeros de “seguridad” que nos había asignado el Comité Regional Capital del PC, prefirieron quedarse con nosotros.

Los dos días siguientes fueron agobiadoramente largos y tensos. Nos dividimos la tarea de la vigilancia de la radio, ahora convertida en ratonera, pues contaba con un solo acceso por la escalera y los ascensores. Nos esforzábamos por no ser sorprendidos si ocurría el allanamiento. Dormíamos por turnos. Volvimos a hacer una acuciosa revisión de todos los estudios. Lo más provechoso que hicimos con Amado Felipe fue dedicar muchas horas a reproducir las últimas palabras de Allende en unos pequeños carretes de cinta magnética. Así llegó el mediodía del jueves 13. Levantado el toque de queda, cerramos los estudios con llave. Nos despedimos antes de abandonar el pasaje Imperio. A Amado Felipe nunca más lo volví a ver.



Tres meses más tarde yo me asilaba en dependencias de la embajada de la entonces República Federal de Alemania, en un piso alto frente al Municipal, mediante los oficios solidarios del Agregado de Prensa Raban von Metzinger. Tuve que hacerlo porque a los generales de la Junta no les agradó que Allende los hubiese tratado en su discurso como lo que eran: traidores. Se ordenó mi detención; la evadí al costo de permanecer con mi mujer y mi hija chica, tres meses en una oficina de esa embajada y diez años en el exilio.

Aquel jueves me encontré con Ligeia, mi mujer, en Huérfanos frente al cine Central. Toda la gran manzana estaba atestada de militares armados. A ella le habían asegurado que ya era viuda, pues “a todos los de la Magallanes los mataron”. Pero algún militar que se distrajo de las interferencias telefónicas a la radio posibilitó que nos pudiéramos contactar por esa vía el día anterior. Y aunque no sabía qué podría ocurrir después, me avisó que pasaría a buscarme apenas levantaran el toque de queda. Junto con abrazarnos, emocionados hasta la pepa del alma, ella me preguntó: “¿Traes algo comprometedor?”. Cándida y honestamente respondí que no. Al menos así lo consideraba. Pero en el abrazo me delataron las cintas grabadas. Me miró como sólo ella sabe hacerlo.
-Bah, de veras –respondí- son copias del discurso de Allende.

También me sacó, entre nuevos abrazos, mi carnet del PC. Los metió sigilosamente en su bolsa del infaltable tejido. Y como dos viejos amorosos caminamos despacio hacia la casa de nuestra hija en el centro. Allí permanecimos un día. Y partimos hacia nuestra casa en Macul.

Así creí que terminaba esta historia. Pero siguió. Por medio de un “correo” envié diez de esas cintas grabadas a don Américo Zorrilla, quien participaba entonces en la dirección clandestina del PC, pues ya había recibido el encargo de repartir el resto entre el enjambre de corresponsales extranjeros que entonces pululaba en Santiago.

Nunca volví a ver a Amado Felipe, nuestro jefe de radiooperadores: incluido “democráticamente” en lista negra por los empresarios radiales y absolutamente cesante, se suicidó tiempo más tarde.

Testimonio
“El control bajó el volumen de la música y yo anuncié al Presidente”


Por Leonardo Cáceres




El 11 de septiembre de 1973 era martes y estaba nublado. Me desperté muy temprano, cuando el teléfono me transmitió la nerviosa información de un amigo que trabajaba en Investigaciones: estaba confirmado que había un levantamiento militar en curso, y en Valparaíso, la escuadra que participaba en la Operación Unitas había vuelto al puerto. Yo nunca había estado en un golpe de Estado. No sabía ni remotamente qué hacer ni de qué preocuparme.

Miraba pensativo por una ventana de mi casa, en la calle Tomás Moro, cuando vi que se abrían las puertas de la cercana residencia presidencial y tres o cuatro autos Fiat, escoltados por varias “tanquetas” de carabineros, salían a toda velocidad y se dirigieron hacia la avenida Colón. Ya no me cupo duda, algo grave estaba pasando: en uno de esos autos iba el Presidente Allende.

En mi citroneta me fui al centro, donde trabajaba como jefe de prensa de Radio Magallanes. En camino por Apoquindo y Providencia fui escuchando radio. Pasaba de la Agricultura, que emitía la marcial voz de Gabito Hernández alternada con la lectura de los primeros bandos militares y discos de Los Cuatro Cuartos, Los Quincheros y similares; a la Corporación y la Portales. De pronto escuché la voz del Presidente. Fue su primer mensaje. Él se había comunicado con Radio Corporación, como supe después.

Las emisoras de izquierda (Portales, Corporación, Magallanes, Candelaria, Recabarren y alguna más) integraban una cadena voluntaria y militante, La Voz de la Patria, que se enganchaba cada vez que era necesario para respaldar al Gobierno Popular, como réplica a la poderosa cadena de la oposición que tenía como cabeza a la Agricultura.



Llegué a la radio, en calle Estado con Agustinas, poco después de las 8. Ya estaban todos. Guillermo Ravest, el director, Eulogio Suárez, el gerente; los periodistas, los locutores. Se vivía un clima de máxima tensión, con la adrenalina a tope. Se intercambiaban las noticias con los rumores en medio de una sensación de caos. Sonaban todos los teléfonos al mismo tiempo. El Presidente volvió a dirigir al país un breve mensaje.

Hicimos la “pauta” del día sobre la marcha, envié periodistas a las sedes de los partidos y de la Central Única de Trabajadores, a la Asistencia Pública y, en especial, despachamos un móvil con tres periodistas a la planta transmisora de la Radio. ¿Quién podría asegurarnos que los golpistas no intentaran silenciar las radios, y para ello ocuparan los estudios de la calle Estado? En ese caso, la radio podría seguir transmitiendo desde la misma planta.

Muy temprano, ese día, los militares habían silenciado la radio de la Universidad Técnica del Estado. Poco después la Corporación. Así, la Magallanes quedó sola en el aire.

Redactábamos noticias a toda velocidad y las pasábamos al estudio para que los locutores las leyeran entre un disco y otro del Quilapayún o el Inti Illimani. En cierto momento entré al estudio y me quedé ayudando a leer unos comunicados de los cordones industriales y de la CUT. De pronto Ravest aparece agitando los brazos y tocando el cristal que separaba al estudio de la sala de control. En esta última había un teléfono a magneto conectado en directo con la oficina del Presidente en La Moneda. Había teléfonos similares a éste en las radios Portales y Corporación. Ravest nos dijo por comunicación interna que Allende estaba en línea y que teníamos anunciarlo de inmediato, sin esperar el final del disco que tocábamos. De inmediato. El control bajó el volumen de la música y yo anuncié al Presidente.

Ninguno de nosotros sabía que ésta iba a ser la última vez que el Presidente Allende hablara al país. No lo sabíamos, pero yo creo que sí. Era clarísimo, estaba hablando con la vista fija en los chilenos del futuro, en los que iban a sobrevivir al golpe, en los que iban a oír su voz diez, veinte o treinta años después. Allende habló para la historia.



El trabajo seguía, nervioso, en los estudios. Escuchábamos la voz del Presidente y al mismo tiempo ordenábamos los textos que se iban a leer a continuación y discutíamos con los periodistas. El radioperador había dejado abiertos los micrófonos del estudio mientras se emitía la voz del Presidente y por eso, en las grabaciones de ese histórico discurso, se oyen de fondo voces y órdenes.

Terminó el discurso presidencial y siguió la transmisión especial… hasta que alguien nos avisó que la planta transmisora había sido asaltada por un comando militar, el personal que allí estaba había sido detenido, y nosotros ya no estábamos en el aire. Nadie se fue a su casa, todos nos quedamos en la radio esperando lo que iba a venir.

Un par de horas después vimos por las ventanas de la calle Estado, que daban al poniente, a los aviones Hawker Hunter que lanzaban cohetes sobre La Moneda. Segundos más tarde, las llamas de un gigantesco incendio. Se quemaba la historia, nuestra historia, se incendiaban los símbolos de estabilidad y confianza en nuestra patria, en la democracia, en el avance hacia un país mejor y más justo. La feroz hoguera duró 17 años.

FUENTE:
CIPER. CENTRO DE INVESTIGACION E INFORMACION PERIODISTICA
http://ciperchile.cl/2008/06/26/la-verdadera-historia-del-rescate-del-ultimo-discurso-de-salvador-allende/

lunes, 4 de febrero de 2008

Luis Corvalán despidió a su compañero Volodia Teitelboim

LUIS CORVALÁN DESPIDIÓ A SU COMPAÑERO VOLODIA TEITELBOIM

El ex Senador y ex Secretario General del Partido Comunista de Chile, Luis Corvalán, despidió en la sede del ex Congreso Nacional de Chile, a su compañero de toda la vida, Volodia Teitelboim, fallecido el jueves 31 de enero de 2008.
Acompañado de su esposa Lide Castillo y de sus hijas Viviana y María Victoria, Corvalán expresó su solidaridad y afecto a Marina Teitelboim, hija del ex dirigente comunista y Premio Nacional de Literatura.
Volodia fue acompañado por miles de personas hasta el Cementerio General, donde fue despedido en un acto político cultural que cerró su hija Marina con emotivas palabras hacia la obra política de su padre.










miércoles, 7 de noviembre de 2007

Vivan los 90 años de la Gran Revolucion Socialista de Octubre



El 90 aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre llena de emoción a todos los chilenos que estuvimos en la Plaza Roja un 7 de noviembre.

Drasdrasbuitié Sovieskava Sayusa, HURRA!!!!!.
SLAVA KOMUNICHISTIE PARTIE SOVIETSKAVA SAYUSA,HURRA!!!!
Esas emociones en el Moscú Soviético jamás se olvidan.

El libro "Los diez días que estremecieron al mundo", del escritor norteamericano John Reed, narra el acontecimiento político-social más importante del siglo XX.

La Unión Soviética, fue primer estado de obreros, campesinos y del pueblo y como tal pesa en la conciencia y el corazón de la gente que piensa en un mundo del siglo XXI.

Lenin vive en el siglo XXI, porque transformó un país pobre en una potencia mundial.

La URSS construida antes de la Gran Guerra Patria es una obra de la Humanidad Libre.

La fuerza bolchevique de la Unión Soviética, derrotó a la Alemania nazi hitleriana.

La URSS con un trabajo de ardiente paciencia evitó una tercera guerra mundial.

La revolución rusa, ayudó a la libertad de China, India, Vietnam, Cuba.

Pero eso no bastó y había que hacer mucho más para defender la Patria Grande.

Los monopolios trasnacionales dominan y explotan a Chile y al mundo.

El libre mercado no ha superado ni resuelto la pobreza ni la injusticia,ni lo hará.

Y así surge la Venezuela de Chavez, Bolivia se libera con Evo y América del Sur demuestra de verdad que en su vientre tiene una criatura que se llama revolución.

Y vemos que la lucha no se ha terminado y que hay que seguir combatiendo.

Chile recuerda la solidaridad soviética en la lucha contra la dictadura de Pinochet.

Hoy saludamos al pueblo ruso y a la ex URSS, a los amigos que dejamos, allá.

Por eso, vivan los 90 años de la URSS.

Hay que seguir combatiendo con ardiente paciencia revolucionaria.

Tenemos que reciclarnos todos, perdimos una batalla, pero la guerra continúa.

No todo no se perdió y América Latina está dando una lección al mundo.

En Chile deben ocupar su lugar, pinguinos, trabajadores, pobladores y mujeres.

Hay que ponerse nuevamente de pie, luchar, el pueblo finalmente, va a triunfar.

¡Viva la Gran Revolución Socialista de Octubre!

(Lautaro Aguirre)

jueves, 11 de octubre de 2007

LUIS CORVALAN, UN CHILENO POSITIVO


El Tata Lucho, un hombre positivo

A sus 91 años, el ex senador y ex secretario general del otrora temido Partido Comunista de Chile, es un hombre positivo, un ser querido, respetado y aunque a él no le gusta que lo digan, incluso aplaudido, hasta por los que fueron sus adversarios políticos.

Luis Corvalán sigue vivito y coleando, trabajando diariamente en su computadora, viendo internet y preparando un nuevo libro sobre lo que lo ha apasionado toda su vida, la lucha por una democracia avanzada, esa que corrija las atroces diferencias en el mundo de hoy libremercadista, farandulero, sexista, frívolo y con pocas ideas nuevas.

Don Lucho no se achica por irse en micro y sin escolta a la última reunión del pleno de su partido y puede volver solo también, si no hay ningún compañero que se apiade y lo traiga de vuelta a su casa ñuñoína.

El Tata es capaz de levantarse temprano todos los días, escuchar Radio Nuevo Mundo, leer el diario, hacerse el desayuno solo y llevar a su nieta Catalina al jardín infantil.

Este hombre que fue considerado el brazo derecho de Allende, Por si las moscas sigue tomando su tradicional vino pipeño del valle del Itata y come las mismas nalcas de su niñez tomecina, y su mesa generosa es también aquella en la cual se reunió algún día el alto mando de la Unidad Popular con el compañero presidente.

Este hombre acusado de intrínsecamente perverso, es capaz de rendir homenaje a los 60 años de su hijo muerto por la tortura a los 28, leyendo a capela y sin quebrarse, un discurso de una gigantesca dignidad, que no le preparó ningún secretario.

Este chileno de ojos verdes picarones, tiene un Grupo de Amigas Personales, que no ponen celosa a doña Lily, su compañera, pero que le ayudan a escribir sus libros, que lo transportan de ida a los eventos que lo invitan, o que lo traen de vuelta cuando descubren que es un fiel exponente de la infantería y que no le asusta el Transantiago.

Este oriundo de Pelluco, hace sus compras solo, cruza la calle por cualquier parte y arriesgando su vida, como si fuera un chiquillo. Le gusta ir caminando a los mercados de las pulgas y a las ferias persas, acompañado de su bastón y vuelve cargado de verduras o de chucherías para sus nietas, hijas y compañera.

Chile es más grande, lúcido e internacional, con este personaje modesto que es entrevistado por periodistas de diversos países que llegan a su sencilla cabaña de madera diseñada por él mismo y que también le sirve de dormitorio.

Sus nietas lo encuentran top cuando aparece en televisión y miran sorprendidas las películas donde aparece como una figura conocida de la historia de este país, lo que él siempre mantiene en reserva, porque no es un egocéntrico, sino un chileno famoso de bajo perfil, al cual doña Lila lo echa de la cocina cuando él quiere meter su cuchara en el menú, lo que la abuelita no permite, porque tampoco ella se mete a modificar los discursos de este tremendo tata, que se las merece todas y que cuidamos para que viva más allá de los 100 años para bien de este siglo XXI.

El Flaco Lautaro (sin censuras)

sábado, 22 de septiembre de 2007

LOS AMIGOS CELEBRAN A LA ABUELITA LILY

MANSIÓN CORVALAN CELEBRÓ LOS 81 DE LA ABUELITA LILY
AMIGOS Y PARIENTES LLEGARON A BRINDAR POR ELLA

















































































FUE UNA INOLVIDABLE NOCHE DE EMOCION Y BUENAS VIBRAS
POR LA GRAN LILY CASTILLO DE CORVALAN
















































viernes, 21 de septiembre de 2007

FELIZ CUMPLEAÑOS 81 ABUELITA LILY



FELICES 81 ABUELITA LILY





UD HA SIDO LA FIRME RETAGUARDIA DE LA FAMILIA


Y MUCHAS VECES LA VANGUARDIA DE LOS CORVALAN


ESTE 21 LA SALUDAMOS CON INMENSO AMOR


EL PRIMERO CON BISNIETO PROPIO


EMILIANO SALUDARÁ HOY A SU BISABUELA


Y LUEGO VIENE LA LARGA LISTA DE NIETAS


Y EL FAMOSO NIETO MEXICANO


Y TODAS LAS HIJAS

MAS LOS YERNOS

Y LA NU(SI)ERA


Y DON LUIS CON EL GRAN REGALO GRAN


ESTAR JUNTO A ELLA A SUS 91



Y ESTE MES LUIS ALBERTO

HA ESTADO MAS PRESENTE QUE NUNCA

HACIENDO LATIR EL CORAZON DE CORVALAN

JUNTO A LOS GRANDES AMIGOS Y COMPAÑEROS

QUE HOY LE DICEN FELIZ CUMPLEAÑOS

FAMOSA LIDE GLADYS CASTILLO RIQUELME

miércoles, 19 de septiembre de 2007

LUIS CORVALAN CUMPLIÓ SUS 91


LUIS CORVALAN CUMPLIÓ SUS 91
CON ESQUINAZO Y TRASTRASERA INCLUIDA


CON UNA SUPERTORTA PREPARADA POR SUS AMISTADES



COMO LA FAMOSA Y COMBATIVA ANA GONZALEZ DE RECABARREN
CON LOLAS DE TODOS LOS TIEMPOS



TODO MUY CARGADO AL RICO DULCE CHILENO Y CON LINDOS
ENGAÑITOS
DE LOS AMIGOS

Y FUE CON ESQUINAZO Y TODO DADO POR EL CUNCUMÉN,
NADA MENOS.
Y MENSAJES DE MUCHOS COMPAÑEROS HACIENDO VOTOS PARA QUE LLEGUE A LOS 100 COMO MÍNIMO.
Con la FUERZA de la RAZON de sus Principios,reciba un cariñoso Saludo de cumpleaños.SALUD!!!! por sus 91 años. Afectuosamente Mario Urzua.
Por intermedio de nuestro compañero Rodrigo, le deseamos a Ud. querido compañero Corvalán, felicidades en sus 91 años, junto a su familia. Como dicen los suecos en su canción de cumpleaños, que Ud. viva más de 100 años. Felicidades, Fernando Wenger
Don Lucho : Reciba mi más afectuoso saludo en este día en que cumple 91 años de vida. Y como usted dijera alguna vez : "lo vivido y lo luchado....no me lo quita nadie". Pues que lo siga viviendo, como hasta ahora, rodeado del cariño de la compañera Lily, de sus hijas y de toda su familia. Y que siga, con su sola presencia, alentando el espíritu revolucionario en todos aquellos que lo encuentran en las actividades públicas a las que usted asiste. En los meses que vivo en Chile cada año, tengo el placer de constatar, en esas ocasiones de encuentros públicos, el respeto y la emoción con que los compañeros, jóvenes y viejos, se acercan a usted para saludarlo. Recuerdo haber leído en alguna página que cuando las hijas de Marx hicieron unas preguntas fundamentales a su padre, a la pregunta: "qué es la felicidad ? " él les respondió " la lucha". Creo, de acuerdo con Carlos Marx, que usted ha sido y es un hombre feliz. Don Lucho, reciba de mi parte, con profundo respeto y admiración, un gran abrazo deseándole un felíz día de cumpleaños Víctor Díaz F.Desde Quebec, Canadá

viernes, 14 de septiembre de 2007

FELICES 91 TATA LUCHO CORVALAN


FELICES 91 TATA LUCHO CORVALAN


Este viernes 14 de septiembre Luis Corvalán Lepe ha cumplido 91 años.

Y los celebra sin boato ni homenajes, sino al calor de la familia, aunque muchos familiares, amigos y compañeros lo han estado llamando y saludando.
A los 91 el Tata se encuentra trabajando en su computador, preparando un gran libro sobre la Democracia que promete ser un tremendo testimonio del aporte que han hecho los comunistas a la construcción de la democracia en Chile.
Doña Lily como siempre ha estado recibiendo llamadas telefónicas y visitas de queridos amigos, parientes y compañeros que llegan con presentes, regalos y engañitos para don Luis.
Y su nieta más chica, Catalina de 3 años, lo invitó esta tarde a su jardín donde le bailará una cueca dieciochera.
Si bisnieto Emiliano, también estará para saludar a su bisabuelo, junto a su mamá, Adela Secall, su abuela Viviana y su apá el Macha.
Este año no estará Andrea "Rulito" que lo ha llamado desde los Estados Juntos donde se encuentra estudiando.
Lo mismo desde México lo recuerda su nieto Diego, el único que puede preservar el apellido,
Su hija Pilina, su yerno más antiguo Rodrigo y su nieta Ximena se preparan para el encuentro de esta noche.
Lo mismo su nu(si)era Ruth que este mees organizó el lanzamiento del libro y de la película.
Su hija María Victoria le hizo un singular regalo y junto a Julieta, Irina, Catalina y el Flaco Ro se aprestan a alegrar esta jornada.
TODA LA FAMILIA LE DICEN HOY, FELIZ CUMPLEAÑOS, TATA LUCHO, FELICES 91, YA FALTA MENOS PARA LOS 100.

REFLEXIONES DE JORGE MONTEALEGRE EN EL LANZAMIENTO DEL LIBRO DE LUIS ALBERTO


PALABRAS DE JORGE MONTEALEGRE EN EL LANZAMIENTO DEL LIBRO DE LUIS ALBERTO, "VIVI PARA CONTARLO"
("Escribo sobre el dolor y la esperanza de mis hermanos")

Agradezco infinitamente a Ruth Vuskovic el haberme invitado a compartir la presentación del libro de Luis Alberto. Le dije que tal vez era más adecuado que ocupara este lugar alguien que lo haya conocido más: un camarada, un compañero de camarín en el estadio o de casa en Chacabuco. Alguien como Milton Lee, Marino Tomic, Manuel Cabieses, en fin. Me honra ser yo el invitado y trataré de hablar por otros que también lo recuerdan con inmenso cariño y respeto. Este es un libro que he leído muchas veces, y parte de él la he citado en mi propio testimonio –“Las frazadas del Estadio Nacional”- con el fin de acercarnos a un relato colectivo donde cada uno va poniendo una pieza para completar una memoria que nunca termina de construirse.

Tanto es así, que hace menos de una semana aparece en las noticias el procesamiento a Humberto Minoletti, el oficial de Ejército que nos recibió en Chacabuco y que está consignado en este libro desde 1975. Con su corvo a la vista y una fusta en la mano, dueño del mundo, Minoletti nos propinó una diatriba que nunca olvidaríamos. Mientras hablaba de la patria y la antipatria, los soldados nos sometían a una vejatoria y minuciosa revisión que, además de absurda, era inútil. Las amenazas llovieron en el desierto. Y a Minoletti había que creerle. Años más tarde nos enteramos de que poco antes de inaugurar Chacabuco había participado en los crímenes de la llamada Caravana de la Muerte, exhumando cadáveres y cambiándolos de lugar en el desierto. Hoy sabemos de su condena. Una justicia que tarda demasiado y que en este caso no llega, porque Minoletti está en el extranjero y hay que extraditarlo. Pero su nombre está en este libro. Y eso es muy significativo.

Defender la memoria y la utopía es un objetivo más ético que estético en un relato que nace principalmente como una expresión testimonial, desde la experiencia de la derrota y la represión en el Chile de 1973. En esta obra, que hoy se publica con el título “Viví para contarlo” coexiste propiamente el relato y el anecdotario, con el testimonio formal ante una Comisión Investigadora Internacional y el discurso político, que denunciaba la represión en el contexto de la solidaridad internacional y del exilio. Una modalidad de registro –de oralidad y escritura- que se potencia con otras formas de testimonios que se trenzan con la política y la literatura y la historia. Es, entonces, escritura de la memoria. "Toda literatura -afirma el escritor cubano Víctor Casaus- ha sido siempre un acto de testimonio. La poesía oral y olvidada de los pueblos del pasado; los textos clásicos que narraron las grandezas y desventuras de los héroes míticos; los poemas épicos que cantaron hazañas increíbles; las novelas que se propusieron revelar minuciosamente los paisajes interiores y exteriores de sus personajes y épocas; y aún la obra que fue creada -confesión de su autor- para huir del mundo circundante: todos dieron testimonio -incluso sin proponérselo- de sus respectivos tiempos, las condiciones sociales y económicas, las costumbres y hábitos, las relaciones entre los hombres, o la relación del hombre consigo mismo".[1]

En este caso, el testimonio es intencionado y está referido a las condiciones de prisión en el Estadio Nacional y Chacabuco y cumple –tal como lo plantea Juan Armando Epple- con ese “objetivo central o primordial del testimonio (que) no es explicar comprensivamente toda la trayectoria vital del autor y su tiempo, sino dar cuenta de la experiencia crucial de la fractura o del cambio. El propósito narrativo del testimonio es documentar, así, lo inédito".[2]

La experiencia crucial, en Luis Alberto, de la prisión política inmediatamente después del golpe. Crucial en lo personal, en un cambio de guión vital individual, pero coincidente con la experiencia crucial de miles de personas. Así, el “testimonio busca dar cuenta de los hechos que pueden explicar los cambios de una sociedad en su etapa inicial, y como todo discurso dialoga implícitamente con un código colectivo de sentidos, insertándose en una historia mayor".[3]

Junto con dar cuenta, el testimonio tiene validez literaria y autenticidad histórica. El texto es un objeto que "cuenta" la historia a partir de elementos anecdóticos verdaderos o "no-ficticios". El libro de Luis Alberto, escrito inmediatamente al llegar al exilio, es también, como escritura, testimonio de una época y una circunstancia de solidaridad internacional, de denuncia, en un contexto de guerra fría.

En sus páginas, Luis Alberto es un testigo y un protagonista, que registra y divulga su experiencia con criterio de veracidad. Es minucioso y preciso en su defensa personal contra el olvido. En esa perspectiva, estamos ante un genuino aporte a la memoria histórica. Ahora, que sea riguroso y que sea protagonista, no descarta una perspectiva de relato hecha desde la sencillez que humaniza el relato y que ilustra una situación colectiva ni deja afuera el sentido del humor que lo caracterizaba.

A Coné –así le decíamos porque era hijo de Condorito- se le achicaban los ojos cuando sonreía. Y lo hacía frecuentemente, a pesar de las circunstancias. Tenía facilidad para encontrar ese ángulo gracioso que hacía de nuestra situación una tragicomedia. El humor de Luis Alberto enseñaba a vivir. En éstas, sus memorias de prisión, registra con mucha gracia un episodio pleno de picardía, irónico para carceleros y prisioneros, donde la precariedad del poder, la humanidad y el absurdo alcanzan dimensiones insólitas difíciles de aceptar por las historias oficiales. Me refiero a la banda de guerra encargada al preso político Filistoque, que no contaré ahora para que sea el mismo Luis Alberto quien se las cuente desde su libro. Pero es imperdible. En base a ella, el dibujante Guidú –Guillermo Durán- publicó una historieta cómica hace algunos años.

Con Luis Alberto Corvalán nos hicimos amigos en el Estadio y más tarde debimos compartir Chacabuco, otro campo de prisioneros. Luego, también nos encontramos fuera de Chile. En 1975 estuvimos juntos en México para testimoniar ante la III Sesión de la Comisión Investigadora de los Crímenes de La Junta Militar en Chile. Con un soplo al corazón y resentido irreparablemente por las torturas, al poco tiempo murió en Bulgaria, a los 28 años. Es difícil olvidar la sencillez y la juventud, el coraje y la alegría de Coné.

La familia de Luis Alberto fue diezmada con el golpe de Estado. Además de tener a su padre en la Isla Dawson, su propia esposa estaba prisionera… en el mismo Estadio Nacional. "Muchos de los que allí estábamos teníamos a nuestras esposas —escribe en estas páginas—. Muchos fueron interrogados en presencia de ellas (…) o ellas en la presencia de sus maridos para que éstos confesaran y firmaran documentos que consignaban crímenes o delitos jamás cometidos. A muchos, incluso, les fueron a buscar a sus mujeres a las casas para cometer tales barbaridades".

En las galerías sabíamos del caso de Luis Alberto y Ruth. Era muy comentado por la prominencia de sus padres: Coné era hijo del senador Luis Corvalán, jefe del Partido Comunista; y Ruth, de Pedro Vuskovic, ex ministro de Economía del Gobierno del Presidente Allende. "Al no encontrarlo se llevaron a mi esposa que amamantaba al pequeño de tan sólo ocho meses de edad".

En el Estadio, él estaba preso en el recinto futbolístico; ella, en la piscina. En cierta oportunidad los milicos pidieron voluntarios para ir a dejar frazadas y colchonetas a la piscina. Estábamos en las graderías, cerca de la puerta de Maratón. Para muchos era buena cosa hacer estos trabajos, porque podía significar más pan o información u otro aire. Pero esta vez, como en un pacto silencioso, no tuvimos ni un asomo de dudas para que la oportunidad fuera aprovechada por Luis Alberto. Y se le facilitó el camino para que resultara casualmente voluntario. Y partió. "Ante nuestros ojos aparece una montaña de colchones y frazadas. Pienso para mis adentros —escribe Coné— ¡cuánto frío estamos pasando y estos hijos de puta a unos metros de nuestro frío tienen almacenado y ordenadito el abrigo que nos niegan!"

Esta vez el calor de las frazadas tenía un destino que Luis Alberto todavía no tenía claro. La carga se echó en un carrito y la sorpresa fue tomando forma en la medida que se acercaban a la piscina. "El corazón brinca de alegría y quiero ir más rápido que la escolta. Me doy cuenta que podré ver a mi compañera". Llegan a los camarines de la piscina y son recibidos por las prisioneras, llenas de preguntas y de cariño. Mientras unas buscan a Ruth, otras descargan el carrito para que Luis Alberto quede desocupado. Y se encuentran. Luis Alberto relata ese encuentro. Hasta que alguien le advierte: -¡Listo, compañero! Apúrese porque llegó un oficial.

Además del amor –que no es poco- nuestras necesidades eran básicas: abrigo y alimento. El momento del reparto de la comida era un instante de angustia porque la comida nunca alcanzaba para todos. Se repartía menos de la que era necesaria, por tanto dependía mucho desde donde empezaba su recorrido la escuadra de servicio —y quienes integraban esa escuadra— para calcular hasta dónde había comida asegurada y quienes peligraban con quedarse sin su ración.

Luis Alberto relata que con otros compañeros se preocuparon de "infiltrar" las escuadras de servicio para neutralizar al lumpen. "Los carceleros -escribe- dejaban hacer, estimulaban a esos elementos para que robaran el pan de otros prisioneros. Muchos iban quedando en cada camarín sin la ración de pan. La Escuadra de Servicio afirmaba haberles entregado la magra ración. El incidente terminaba siempre con la intervención presta del centinela, que ponía el cañón en la cabeza del que reclamaba su derecho y daba incondicionalmente la razón a la Escuadra de Servicio. De este modo se habían convertido al poco andar, en instrumento de provocación y división".

La infiltración de la escuadra de servicio, como una tarea política, convirtió a estos compañeros en correos internos o en "espías" que fueron muy importantes para enterarse de que tal o cual camarada también estaba preso y que, a través de esta escuadra, se le podía hacer llegar alguna ayuda. “Participé en las cuadrillas para repartir comida —recuerda Ángel Parra—. Eso nos permitía ir por todo el recinto viendo quién estaba, en qué condiciones y pasar la voz”.[4] A Luis Alberto le servía para negociar: en la confianza que se establecía entre el suboficial a cargo y "su" escuadra de servicio, pudo conseguir que aumentaran las raciones. Para el convencimiento hubo que adulterar algunos "partes de fuerza" y aumentar el número de "personal detenido". Así, luego de haber desplazado al lumpen, la escuadra política pudo mejorar el servicio: "Al día siguiente —relata Corvalán— comenzamos por los camarines que considerábamos más débiles dejando para el último los camarines patria o muerte. Dos cucharones por persona mientras uno le metía conversa al guardia. Ese día hubo más orden que nunca en la fila. Trabajamos con dos fondos simultáneamente para así debilitar la vigilancia de la guardia. Al frente de cada cucharón colocamos a los más diestros en el manejo. No se les veían las manos al repartir el segundo cucharón. Ese día repartimos los porotos, no con el nudo en la garganta como los días anteriores a pesar de que era seguro que más de un camarín y nosotros mismos nos íbamos a quedar sin ración. Repartimos los porotos con la alegría de quien está luchando".

Al finalizar el reparto la misma escuadra de servicio tenía que lavar los fondos: "meter medio cuerpo dentro de éstos y con la mano raspar las sobras hasta hacer lucir el aluminio". Me imagino a Luis Alberto en esa faena que, en el fondo, fue parte de una misión heroica.
En fin, hay que leer estas historias y saber, entre otras cosas, como una naranja daba para 150 porciones y otras muestras de solidaridad en una situación límite.

Del estadio nos llevaron a Chacabuco: un pueblo fantasma, una oficina salitrera abandonada, donde brotó una vida cultural sui generis. Con veladas, concursos y tertulias. Además de los plantones al sol. Milton Lee, en un homenaje que se hizo en Roma, en 1975, cuenta la participación de Coné en un show de los prisioneros, haciendo la mímica del conjunto Los de Chacabuco, que organizara Ángel Parra; en otra humorada se caracterizó como “Coné Fú”… por mi parte, lo recuerdo dirigiendo una verdadera murga, parodiando consignas políticas, que invitaba al Festival de la Canción y la Poesía de Chacabuco. Eso era lo público y festivo, lo combinaba con la participación –según cuenta Milton Lee- de una escuela de cuadros clandestina dentro de la prisión, que camuflaron como una clase de astronomía. Luis Alberto fue un héroe risueño.

Con el poeta Rafael Salas compartíamos un lugar que le llamábamos el sucucho. En su pared instalamos una planilla de sueldos de la oficina salitrera, al revés, para que cada persona que entrara al sucucho escribiera lo que quisiera. Luis Alberto anotó lo siguiente:

Aquí aprendí a conocer
Las manos de los obreros.
Son esas manos
Las que hacen guitarra,
Poema, canción,
Fábrica, historia, amor.
Son esas manos
Las que hacen la vida.
Coné

Por esas manos había decidido perfeccionar sus estudios de agronomía, porque él tenía un compromiso con su tierra y con los hombres de esa tierra. Aunque fuera la tierra del destierro. Ese aprendizaje, registrado en un papel histórico, trasciende la experiencia personal y ese momento. En este libro –y gracias a sus editores del exilio, de la clandestinidad y ahora legalmente en Chile- Luis Alberto sigue compartiendo ese aprendizaje, que también es parte de nuestro aprendizaje y del aprendizaje de aquellas personas que no vivieron en carne propia la experiencia.Para mí, que escribo desde esos días y que he convertido la escritura en un oficio imprescindible, el sucucho –donde escribió Luis Alberto- fue mi primer taller literario. Así lo veo a la distancia. Lo recuerdo con nostalgia, a pesar de los sufrimientos que nos causaba la injusticia. Pero nostalgia, es la palabra correcta; esa vieja palabra, etimológicamente significa "regresar al dolor" y esta forma de volver a Chacabuco es doloroso. Se trata de hacer memoria de todo para rescatar con gratitud ciertos pasajes.
Finalmente, este libro –en nombre de Luis Alberto- tempranamente asumió una función y una misión. Los ex prisioneros han hecho un ejercicio de memoria individual, que ha sido compartido y potenciado en el colectivo. Se lo han propuesto como una acción necesaria a realizar, asumiendo como un deber el acopio, el registro y el relato. Esto se ha cumplido en diversos formatos, haciendo honor a una suerte de pacto no escrito de los prisioneros de contar, de hablar a ‘los demás’, de hacer que ‘los demás’ sepan lo que pasó. Hablamos por nosotros, pero sabiendo que estamos ilustrando un momento colectivo. Hablamos por otros. Somos todos y nadie. Y contamos lo nuestro con urgencia, porque los sobrevivientes de cualquier tiempo somos naturalmente una especie en extinción. Luis Alberto Corvalán lo hizo: vivió para contarlo. Y lo contó bien.

Jorge Montealegre Iturra
3 de septiembre de 2007.

[1] Víctor Casaus, El testimonio y el cine cubano, en: Defensa del testimonio, Editorial Letras Cubanas, Cuba, 1990, p.60.
[2] Juan Armando Epple, El discurso memorialístico de la mujer en Chile, en El testimonio femenino como escritura contestataria, Emma Sepúlveda Pulvirenti, editora, Ediciones Asterión, colección Tierras Altas, 1995, p.148.
[3] Juan Armando Epple, op. cit., p.149.

[4] Ángel Parra, entrevistado por Tati Penna. En: Siete +7, N°30, 4 de octubre de 2002.

martes, 11 de septiembre de 2007

CINE ARTE ALAMEDA PRESENTA "EL CORAZON DE CORVALAN"

Román Karmén y “El corazón de Corvalán”

(Palabras de José Miguel Varas, Premio Nacional de Literatura, 6 de septiembre)

El estreno en Chile del filme “El corazón de Corvalán” es un acontecimiento cinematográfico y también, sin duda, político. El realizador de este documental, el cineasta soviético Román Karmén, estuvo siempre, cámara en mano, en primera línea en los puntos calientes del planeta, registrando de los acontecimientos que conmovieron al mundo en el siglo XX.

Un regalo de la infancia o del comienzo de la adolescencia puede determinar en gran medida del destino de un hombre. Román Karmén era un niño, un niño ruso en los primeros años del poder soviético cuando su padre le regaló una pequeña cámara de cine de marca “Brownie”. El muchacho comenzó a filmar en todas partes lo que ocurría ante sus ojos, y aquellos eran tiempos en que pasaban muchas cosas. Estaba en todas. ASí se convirtió en un profesional del cine y lo fue toda su vida.



Para cualquier historiador o documentalista que quiera conocer y presentar visualmente hoy, de manera directa, aquellos momentos decisivos, resulta inevitable recurrir a los documentales de Karmén: “Madrid en llamas” y “Granada, Granada mía”, en los años 30 y 40, sobre la guerra civil española; “La derrota de las tropas alemanas en Moscú” sobre la gran batalla librada en las cercanías de la capital soviética en 1941, el primer revés sufrido por la máquina de guerra de Hitler en la II guerra mundial. Un filme que recibió por primera vez en la historia un premio insólito: el Oscar de la Academia de Hollywood. Karmén fue también el primero en presentar imágenes de los campos de exterminio de los nazis. En 1945 registró con su cámara, filmando por encima del hombro del mariscal soviético Gueorgui Yukov, el momento en que los jefes militares alemanes firman el acta de la rendición incondicional de Alemania nazi, que marcó el término de la guerra. También realizó un documental sobre los procesos de Nurenberg, en el que los principales jerarcas del nazismo fueron condenados a la horca.



En los años 60 y 70, filmó y dio a conocer al mundo imágenes impresionantes sobre la guerra de Vietnam y también fue el primero en documentar cinematográficamente, en el filme “Continente en llamas”, la revolución cubana triunfante y el avance de los procesos revolucionarios en América Latina, incluída la elección de Salvador Allende. Registró el golpe militar de 1973 con la película documental “Chile, hora de lucha, hora de inquietudes” y luego con “Camaradas”, realizado cuando Luis Corvalán estaba prisionero en la isla Dawson.
Más adelante, escribe Román Karmén, en un artículo publicado en la revista América Latina, “me surgió la idea de consagrar a Corvalán un filme completo que constituyera un aporte al noble movimiento de solidaridad con los demócratas chilenos... y que pudiera contribuir a la liberación de Luis Corvalán”.

Al principio pensó en un cortometraje pero gradualmente comprendió que “era inevitable ampliar nuestro relato, que no podía ser un cartel conciso y lacónico. Nuestra tarea se nos presentó mucho más amplia, si bien más difícil y complicada”.



Con la ductilidad propia del creador de documentales, su perspectiva siguió cambiando con la marcha del tiempo. En Sofía, Bulgaria, entrevistó a Luis Alberto Corvalán, un año después de las atroces torturas a que fue sometido en el Estadio Nacional de Chile. Poco después. Luis Alberto moría de un síncope cardíaco, a los 28 años de edad. “El autor de estas líneas –escribió Karmén- ha visto en su vida muchas muertes. Pero me estremeció la muerte de Luis Alberto Corvalán”.



El resultado de este trabajo y de estas emociones, la identificacipon del realizador por el pueblo chileno y con esa familia tan chilena, la de Lucho y Lily y sus hijas y sus amigos y su Partido, dieron a este documental –que se comienza a exhibir por primera vez, a partir de hoy en una sala de cine en nuestro país- una fuerza emocional extrordinaria, que se refuerza con la exactitud periodística y el sentido político de la narración.



La filmografía de Román Karmén es escasamente conocida en nuestro país pero tiene un alto prestigio internacional. Se le considera uno de los fundadores y uno de los más altos exponentes del cine documental en el mundo. En la antigua sala de cine “Ilusión” de Moscú se rindió homenaje el año 2006 a este notable cineasta con motivo del centenario de su nacimiento. ¡Y qué homenaje! Sus filmes documentales fueron proyectados allí durante 10 meses. Un verdadero curso vivo de historia contemporánea.



“El corazón de Corvalán”, que ahora nos disponemos a ver es un documento humano conmovedor, tanto más, precisamente, porque es un capítulo de nuestra historia reciente.

José Miguel Varas
6 septiembre 2007

(Esta película se exibirá hasta el 20 de septiembre en Cine Arte Alameda)

sábado, 8 de septiembre de 2007

HILANDO FIBRAS DE CORAZON

Ayer hablaba con mi amiga Anamaría y reflexionaba si estoy ya desocupada después de que ha pasado esta semana con los "corazones de corvalán". Le decía que si... que ya puedo descansar... pero... en ese mismo instante y a medida que seguímos conversando me iba dando cuenta que no me puedo quedar detenida.

Las cosas están vivas y si las alimentamos siguen viviendo: en la mañana tenía que esperar la llamada de un periodista del periódico La Tercera que quería revisar unas fotos de Alberto porque está preparando un reportaje.
Me sorprende ese muchacho con su altura y su mirada limpia... y cómo me dice! ... "es que quiero hacer un reportaje de él... de Alberto... de su vida... de lo propio de él... independientemente que sea hijo de ese gran hombre que es Corvalán" .

Después de hablar con mi amiga entonces, tomo conciencia que no me puedo detener... y me pongo a escribir en una hoja roja , los pendientes que tengo de corazón.. agradecer a la Universidad de Los Llagos por haber agcogido ese momento de homenaje y encuentro en el lanzamiento del libro, agradecer a Fernando Yañez y Moisés Chaparro los payadores, agradecer a mi amiga y compañera de colegio Isable Aldunate, agradecer a Vivian Lavín de la radio de la Universidad de Chille por su difusión, agradecer a Sergio Campos por lo mismo, a Radio Beethoven por lo mismo mismo . Contestar las cartas de los amigos que escriben para felicitar, agradecer a mi amigo Osiel por la preventa de 30 libros, a Punto Final, Manuel Cabieses y su hija Francisca, al Veragua por el lienzo del cine, a los chacabucanos por el vino del vino de honor. a la Roser por lo del cine.

Hoy a las dos de la tarde, fui allí, a probar otras copias de la película para ver si encontrábamos una mejor imagen... tenía que ir porque además era "orden" de mi suegrito... él estaba preocupado de cómo podíamos mejorar eso! Ahí volví a remirar la historia, a mi Alberto, a mi Diego... a mis Corvalanes Castillo .. a mi tierra, a mis padres... a mis compañeros de Bulgaria, las calles de Sofía... y a mi .. de antes y de ahora. Aproveché de poner un letrerito: para quienes deseen obtener el DVD o el libro que escriban a arruvu o me llamen por teléfono.

Me vine contenta ... aunque como miré la película solita .. cayeron unas lagrimitas. Pero, bueno.. hacendosa... lavando lavando....

Entonces ando pensando como seguir ordenando y reciclando estas fibras de estos corazones que laten... de cómo llevar la película a provincia y me acuerdo de que en Pto. Montt está Claudio Sapiain cineasta amigo... cómo lo ubicaré?... y pienso en Douglas Hubner que lo llamo pero su tel. ya no existe... y coincide que lo escucho en la radio de la U y habla de los documentales y el festival de Valpo. .. sincronías... sincronías.

El lunes o martes, hay que llevar a película a la cineteca de la moneda porque a ofecimiento de mi amiga Maggi podemos remasterizarla y a la vez dejar una copia allí en ese centro de documentación. También tengo que llevar libros a la librería Prosa y Política de mi amiga Berta que los ofrecerá allí.

Tengo que organizar hacer las copias de la peli porque las ofrecimos y algunos las pagaron.y... ufff mucho trabajito bonito.
Tengo que hacer una nota para Perlita de la Radio Tierra para que siga avisando la película.... y sigo buscando a Jorge Montealegre para agradecer y devolverle los innumerables materiales de Alberto que ha guardado con tanto cariño por años y han sido tan útiles duarante estos días.

Ah!!! y gracias a los Sánchez... por esa preciosa onda búlgara impregnada de los dulcecitos de la Ligua que trajeron para el día 6!!!
Dulces ... dulces.... latidos
Arruvu

viernes, 7 de septiembre de 2007

"EL CORAZON DE CORVALAN" YA ESTÁ EN EL CINE ARTE ALAMEDA











"EL CORAZON DE CORVALAN" ya está en el Cine Arte Alameda
Este documental del cineasta soviético Román Karmen, fue visto por destacadas personalidades que llenaron el recinto del ex Normandía, para recordar lo que fueron los días de la Unidad Popular, un estadio nacional lleno de banderas rojas y de jóvenes felices, del inicio de la dictadura y la prisión del ex senador Luis Corvalán, contada por su hijo Luis Alberto, que durante la filmación de esta película muere víctima de las torturas sufridas en el Estadio Nacional y en el campo de concentración Chacabuco.
Este es un tremendo documento que puedes ver en El Cine Arte Alameda, junto al Metro Baquedano.


Allí llegaron numerosas figuras de la política nacional, profesionmales, trabajadores, pobladores,




representantes de las organizaciones de los derechos humanos
y muchos amigos de la gran familia Corvalán
que al término de este emotivo film brindaron con el





rojo pipeño del Tata Lucho
pensando en tiempos mejores.



El presentador fue nuestro amigo y compañero, el periodista y Premio Nacional de Literatura, José Miguel Varas, que dejó de lado su prosa irónica, para



darle categoría, altura y proyección al relato de aquellos tiempos y a este famosa cinta que por fin se proyecta en Chile.









Felicitaciones para Ruth Vuskovic y Viviana Corvalán, las principales organizadoras de este evento que se hizo junto al lanzamiento del libro de Luis Alberto Corvalán, "VIVÍ PARA CONTARLO", en homenaje al 60 aniverrsario del nacimiento de nuestro querido hijo, hermano, esposo, padre, cuñado y tío, el famoso Coné.





lunes, 3 de septiembre de 2007

CORVALAN SALUDA A SU HIJO LUIS ALBERTO
















Corvalán saluda a su hijo Luis Alberto

(La Universidad de Los Lagos, sede Santiago, abrió sus puertas a través de su director Oscar Garrido, para recibir al ex senador Luis Corvalán, que este 3 de septiembre encabezó un emotivo y firme homenaje a su hijo Luis Alberto, que este año habría cumplido 60 años.
Allí estuvo la actriz Adella Secall, sobrina de Luis Alberto, Oscar Azócar compañero de la J, Jorge Montealegre, compañero de prisión, el editor Gustavo Ruz, los payadores Moisés Chaparro y Fernando Yáñez y su compañera de colegio, la cantante Isabel Aldunate.
Estuvieron Doña Lily, su madre, sus hermanas Lily, Vivi y Mavi, su esposa Ruth, sus amigos, compañeros, destacadas autoridades y personajes que valoran la consecuencia de la familia CORVALAN.
Por eso acá el discurso del tata Lucho, que a sus casi 91 demuestra que sigue siendo un comunista ejemplar)

Nuestro querido Luis Alberto nació el 2 de agosto de 1947. Hace, entonces, un mes y un día que se cumplieron 60 años de su nacimiento. Con este motivo, Ruth Vuskovic, quien fuera su esposa y es madre de Diego, el único hijo del matrimonio, nos dijo que sería bueno editar el libro que hoy presentamos “VIVI PARA CONTARLO” y que primitivamente se llamó “Escribo sobre el Dolor Y la Esperanza de mis Hermanos”.
Este libro fue una hermosa y gran iniciativa de Alberto porque en él dejó uno de los más valiosos testimonios de la inhumanidad y de las atrocidades de la dictadura. Al mismo tiempo, dejó páginas inolvidables de la capacidad del ser humano de vencer el terror y soportar las más bárbaras torturas cuando ha abrazado con amor el ideal de luchar, consecuentemente, por el bien y la felicidad de los que viven en la pobreza y sufren la explotación y el maltrato de los poderosos.

Alberto fue detenido el 14 de septiembre de 1973, conducido al Estadio Nacional y después al campo de concentración de Chacabuco. Su compañera estuvo presa en el Estadio y en la Cárcel de mujeres. Su hijo de 8 meses quedó al cuidado de ambas familias.
“Debo declarar –dice en su libro -- que de ningún modo fui el mas torturado y golpeado entre los miles de prisioneros del Estadio”. Pero ¡¡caramba cómo lo flagelaron!!
En su libro narra Alberto que en el Estadio Nacional lo llevaron al Camarín Nº 7, donde estuvo, junto con una treintena de presos, sin recibir ningún alimento durante los primeros 4 días. Al comienzo estaban allí 36 detenidos Al quinto día eran mas de100, todos ellos hacinados en 25 metros cuadrados. El día 12 de octubre, junto a otros presos, es conducido al interrogatorio intensivo.
Relata: “me conducen a golpes de fúsil corriendo por las escalinatas, con los ojos cubiertos por una frazada. Al entrar a la pieza de interrogatorio me reciben con una patada en el plexo solar,… me hacen correr en circulo por la sala con la cabeza gacha y cubierta por la frazada para estrellarme con violencia y de improviso contra las murallas”.
Lo golpean brutalmente, lo amenazan con fusilarlo, varias veces cae al suelo desvanecido y pierde el conocimiento. Le colocan una venda apretada en los ojos…. conectan los electrodos en los genitales, en los oídos, en la sien y en el pecho. Lo golpean en los riñones, en la nuca, el cuello… pierde el conocimiento una vez mas y lo reactivan tirándole agua.
Reanudan la tortura y comienzan a preguntarle “¿dónde está el hijo de puta de tu padre hijo? ¿Cuáles son las caletas donde se esconde?..... Danos nombres, colabora o te fusilamos…. Ningún comunista o hijo de comunista merece estar vivo”

No dice una palabra. y reanudan la tortura. “Escribe en su libro: “de nuevo me aplican electricidad en el ano, y me introducen un objeto punzante por el, me desmayo varias veces y me vuelven a reactivar, siento que me voy a reventar, cuántas horas llevo allí, no podría precisarlo, soy ya incapaz de responder a las preguntas. Sólo emito sonidos guturales, la inconciencia se va tornando permanente. No siento los golpes y casi ya no reacciono a la electricidad.”
Después del interrogatorio lo llevan a la intemperie, es de noche, se despierta con convulsiones y sangrando de rostro y cabeza. “En ese momento – describe-- un oficial se acerca para mirarme, mueve la cabeza en sentido de desaprobación al comprobar mi estado…. llama a tres voluntarios de entre los prisioneros para que me trasladen, se acercan tres jóvenes obreros me levantan en peso y hacen una silla de mano para llevarme. Así iniciamos una lenta marcha a los camarines del estadio.” Allí lo recibe un suboficial de guardia que se estremece al ver su estado. Revisa la ficha donde indicaba que Alberto debía ser conducido nuevamente a interrogatorio.

En su libro escribe“Esto significa que he pasado el primer interrogatorio de mas de siete horas y que aún estoy vivo, pero no hay seguridad de lo que ocurrirá más adelante. Me pregunto por qué tanto ensañamiento en la tortura. Todo ello perseguía que firmara un documento que comprometiera a mi padre”. No lo consiguieron.
Vuelve el suboficial, rompe su ficha y con la ayuda de dos de sus compañeros de camarín lo regresan a este. El oficial indica que lo escondan y que si preguntan por el lo nieguen. Así le salvan la vida.

Mario Benavente, profesor universitario, penquista, uno de sus compañeros de prisión en Chacabuco, en su libro “Contar para Saber” habla con mucho cariño de nuestro hijo, dice: “Los torturadores en su odio lo habían destruido visceralmente . Pero ahí en medio del desierto estaba Luis Alberto cantando, jugando, contagiando con su alegría a sus compañeros. Lo contagiaba todo, su sonrisa iluminada. Se hacía difícil imaginar como ese cuerpo tan frágil pudo soportar el ensañamiento de los torturadores. Nada de lo que acontecía en la reclusión le era ajeno, todas las actividades y componendas programadas hacían en el, no el mejor, pero tal vez el mas entusiasta. Gozaba haciendo bromas y picardías en el transcurso de los juegos.”

Alberto muere el 26 de octubre de 1976 a los 28 años de edad. El Informe Rettig dice textualmente en la página 174 del Volumen II “Luis Alberto Corvalan Castillo… fallece como consecuencia de las torturas recibidas”.

Mi compañera Lily recibió un llamado telefónico desde Sofía. Le habló Julio Alegría, que se había desempeñado como Embajador de Chile en Bulgaria. --Tengo que comunicarte —le dijo— una terrible noticia. Luis Alberto sufrió un ataque fulminante.
Entonces, mi hija Viviana, tomó el fono, hizo de tripas corazón y recibió de Julio y de Ruth una información mas completa. Luis Alberto había fallecido en la madrugada de ese día.

Lily y la mayor de nuestras hijas, que tiene su mismo nombre se encaminaron al campo de concentración de Tres Álamos. No era día de visita, pero lograron ser autorizadas para hablar conmigo, pero sólo durante 5 minutos. El encuentro se efectúo en el descanso de la escala que va al segundo piso del edificio donde permanecía encerrado. Ese fue todo el tiempo y el espacio que nos dieron para tan dramática entrevista. Nos abrazamos sintiéndonos más unidos que nunca en la desgracia y recíprocamente nos dirigimos algunas palabras de aliento tratando de animarnos del golpe mas duro que hayamos sufrido en nuestras vidas.

Luis Alberto nos ha dejado dos testimonios de su corta y valiosa vida. El libro que hoy presentamos y su participación en el documental del gran cineasta Román Karmén.
Cuando su corazón dejó de latir, Karmén que captó con su cámara, la Guerra Civil Española, la Segunda Guerra mundial y la lucha del pueblo chileno durante el gobierno de Salvador Allende, hacía un documental como un aporte a la campaña internacional por mi libertad. En el se proponía poner de relieve parte de mi vida y de los acontecimientos chilenos a través de una entrevista a Luis Alberto, cuyo deceso lo impactó profundamente. Entonces, una buena parte del documental tomó otro giro, pues Karmén incorporó a él la vida y la muerte de mi hijo. Es un film conmovedor que el cineasta llamó “El Corazón de Corvalan” y que será exhibido en el Cine Arte Alameda desde el jueves próximo.

La última vez que ví a Luis Alberto fue días después que lo liberaran del campo de concentración de Chacabuco. Llega a Ritoque acompañado de su madre y sus hermanas a despedirse de mí en vísperas de su viaje a México, donde se encontraba su compañera Ruth y su hijo Diego. Cariñoso y animoso como siempre. Pero nada me dijo de las feroces torturas que había sufrido.
Seguía mirando la vida con optimismo. Partía con la decisión de luchar afuera contra la dictadura. Y así lo hizo. Se incorporó al movimiento de solidaridad internacional recorriendo varios países, a la vez que se dedicó a estudiar la rica experiencia búlgara en la agronomía. El era agrónomo, profesión que siguió porque tenía que ver con uno de los problemas más importantes para su pueblo, la alimentación. Alberto había conocido las poblaciones, me había acompañado en algunos viajes al sur de Chile. Un día fuimos a la Isla Santa María del Golfo de Arauco y otros a pequeñas aldeas campesinas y reducciones mapuches. Lo golpeó mucho la vez aquella que almorzamos en una de esas reducciones y el almuerzo consistía sólo en papas con merquén. En otra ocasión, siendo todavía niño, marchó con un pequeño cartel en la mano que decía “Ricardo Fonseca, seguiremos tu ejemplo”. En los Liceos Darío y Manuel de Salas y en la Escuela de Agronomía fue siempre un activo militante de las Juventudes Comunistas de Chile. Se distinguió, además, como un entusiasta miembro de la Brigada Ramona Parra e hizo de punta a cabo la histórica marcha por Vietnam desde Valparaíso a Santiago.

Nuestro hijo nos ha dejado también un nieto, el primogénito y el único varón, quien se ufanaba cuando chico diciendo que con él se prolongará la familia. Vive en México. Es un excelente intérprete de la música del Estado de Veracruz. Es músico y aprendiz de LUTHIER. Canta y baila. Tiene la simpatía de su padre y nos viene a ver a menudo.

A nombre de Lily y de toda mi familia, gracias por la concurrencia a la presentación del libro de nuestro amado e inolvidable hijo.

Y muchas gracias al Director del Campus Santiago de la Universidad de los Lagos, señor Oscar Garrido por la gentileza de concedernos esta sala.

miércoles, 29 de agosto de 2007

DOS CITAS CON CORVALAN



DOS CITAS CON CORVALAN
Lanzamiento del libro
"VIVI PARA CONTARLO"
de Luis Alberto Corvalán Castillo.


lunes 3 de septiembre a las 18:30 Hrs.
Auditorium Universidad de Los Lagos
República 517 Metro República.

Esta obra relata la experiencia vivida por miles de chilenos prisioneros en dictadura, entre ellos su propio autor, quien falleció en 1975 por las secuelas de las torturas sufridas en el Estadio Nacional y en el campo de concentración de Chacabuco.
El libro será presentado por Luis Corvalán, el escritor Jorge Montealegre y la actriz Adela Secall.
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CINE ARTE ALAMEDA, tiene el agrado de invitar al preestreno del documental del gran director soviético Roman Karmen

“EL CORAZON DE CORVALAN”

Jueves 6 de septiembre del 2007 a las 19:00 hrs. Alameda 139. Metro Baquedano

Esta obra realizada el año 1975 muestra la solidaridad internacional con el pueblo de Chile en dictadura y relata el apoyo para salvar la vida del entonces prisionero político Luis Corvalán.
El narrador es su hijo Alberto que junto con contar la historia de su padre describe sus propias vivencias como víctima de los campos de concentración.

El preestreno en Chile lo presentará Jose Miguel varas, Premio Nacional de Literatura.

Este documental se mantendrá en cartelera desde el 6 al 20 de septiembre.

viernes, 24 de agosto de 2007

LUIS ALBERTO NOS INVITA EL 3 Y 6 DE SEPTIEMBRE A ESTAR CON EL

LUIS ALBERTO NOS INVITA EL LUNES 3 DE SEPTIEMBRE AL LANZAMIENTO DE SU LIBRO Y EL JUEVES 6 DE SEPTIEMBRE, A LA EXHIBICION DE SU PELÍCULA.

Las Familias Corvalán Castillo y Corvalán Vuskovic, el Centro de Extensión de la Universidad de Los Lagos, Campus Santiago, y Ediciones Tierra Mía Ltda., tienen el agrado de invitarle a la presentación del libro "VIVÍ PARA CONTARLO".

Esta obra relata la experiencia vivida por miles de chilenos prisioneros de la dictadura, entre los que se encontraba su propio autor, LUIS ALBERTO CORVALAN CASTILLO, quien falleció en 1975 por las secuelas de los castigos sufridos en los campos de concentración Estadio Nacional y en Chacabuco.

Participarán en la presentación, el ex senador y padre del autor, Luis Corvalán Lépez, la actriz Adela Secall Corvalán, y el escritor Jorge Montealegre, Secretario Ejecutivo del Consejo Nacional del Libro y la Lectura.

Esta actividad tendrá lugar el día lunes 3 de septiembre a las 18,30 hrs. en el Salón Auditorium del Campus Santiago de la Universidad, ubicado en Paseo República N° 517, (Metro República).
RSVP al teléfono 675 3008

Además los invitamos a la premiere de la película "EL CORAZON DE CORVALAN", documental producido en 1975 por el cineasta soviético Román Karmén, que se realizará el jueves 6 de septiembre a las 19 horas, en el Cine Arte Alameda (Metro Baquedano) Alameda 139, cinta en la cual Luis Alberto Corvalán es uno de sus principales protagonistas.

Para nosotros será un honor contar con Uds.

miércoles, 22 de agosto de 2007

7 DE SEPTIEMBRE EN ELCINE ARTE ALAMEDA

EL CORAZON DE CORVALAN, LATIENDO...LATIENDO


Este miércoles 22 de agosto fue presentada en el Cine Arte Alameda, en una función para los medios informativos la película del cineasta soviético, Román Karmen,
EL CORAZON DE CORVALAN.

El estreno para público se hará el 7 de septiembre a las 15 y 19 horas y la película será exhibida durante diez días.

lunes, 20 de agosto de 2007