lunes, 26 de julio de 2010

LUIS CORVALAN DEJÓ UN MENSAJE CON 4 A 5 MIL PERSONAS QUE ASISTIERON A SU DESPEDIDA



El Mercurio hizo un chiste con violación a la verdad: asistieron mil…y dio vergüenza ajena. No es la primera vez., fue y será siempre así, pero alguno de sus herederos le torcerá la nariz para que enderece la conciencia.

POR MARIO GOMEZ LOPEZ

Es una vieja pelea; pues siempre retorció las mentiras, en un juego político mercantilista que es parte de la odiosidad histórica del apellido Edwards a todo lo que represente al trabajador empeñado como en una tienda prestamista, la Vieja Tía Rica.

No es noticia importante, pero si lo es en cuanto a la vieja derecha que no esconde odios retratados en la historia represiva en Chile.

Las cinco mil personas escucharon un macizo discurso del actual secretario general del PC de Chile, sin atisbos de polémica que se salga de la necesidad de aumentar el caudal electoral a lo largo de Chile, para reforzar la política de alianzas con aquellas fuerzas que asumieron posiciones frente a Pinochet y recibieron un corso de barbarie que desecharon y condenaron.

La familia del cronista formaba una corta fila que llegó al congreso nacional cuando los últimos iniciaban el extenso recorrido hasta el Cementerio General. En Avenida La Paz, lejos del escenario, hubo reencuentros con los viejos armadores de páginas y linotipistas de la Imprenta Horizonte, donde salieron El Siglo, la Revista Principios, El Espectador donde Pepe Gómez dirigió su primer diario. Luego la revista Vistazos y cantidad innumerable de clientes obreros, de gremios y fábricas, de poetas y escritores.



Era un grupo lleno de bigotes, me pidieron que nos sacáramos fotos de recuerdos, lo hicimos varias veces y estábamos en la Avenida La Paz, bastante lejos del escenario. Y lo reitero, en un afán de valorizar esa asistencia de gente trabajadora, militantes de muchos años, que son muchos tras la guerra que debieron soportar frente a la dictadura militar.

Y casi como parte de la anécdota de un gran encuentros valioso en todo sentido, escuchar un discurso macizo con tres diputados que unen en experiencias distintas, el valor que tuvieron para preservar al PC como un arma política fundamental en los destinos de nuestro país.

Desde el Congreso Nacional a pie hasta el Cementerio General para recibir de regalo tanta felicidad pura, de esas en que los que faltan, están lejos, o debieron trabajar el sábado y el frío... Cojeo con un dolor en la pantorrilla izquierda y en la noche festejamos los 52 años de mi compañera.

Y hoy tratando de no excederme en mi entusiasmo personal, en el ejercicio histórico de decir algo sobre el diario al cual estoy suscrito y nos hizo tanto daño como también a todos los chilenos. No equivocarse con el enemigo principal, pues cierto, pero que quede claro: Vi a los obreros de la Imprenta Horizonte, a otros trabajadores de la telefónica donde fui obrero y amigos forjados en el exilio y en el asilo en la embajada que nos aceptó cuatro meses después trabajando en Argentina, después Cuba, México y la URSS con un programa radial de lujo dirigida por un gran Premio Nacional de Literatura.



DON LUCHO INVITÓ DESDE SU FÉRETRO A QUE CONVERSARAN SOBRE LA VERDADERA DEMOCRACIA

Por Mario Gómez López (Recordando el velorio de Luis Corvalán)

Desde una hora antes del mediodía, el Senado parecía inflar sus vivencias para recordar que ese no era el lugar oficial que ahora, más lejos de su pueblo y de su historia, acoge a los senadores que deben cumplir su deber de elegidos así como cumplió ese hombre de grandeza envidiable, de talla chilena, de honor de postergado en una nación que reparte mal, que vende nuestras riquezas, que se aplaude a si misma, en un embarazoso juego de letras como si el periodismo se hubiese acabado y ahora sólo existen los poderosos triunfadores en el ring de percal con música de Strauss. Bien sabemos que ese salón del poder popular está en Valparaíso por orden de un dictador uniformado de color sangre.

TODOS SE SALUDAN

Me encuentro con los máximos dirigentes del PC cerca de la entrada y el abrazo es instantáneo. Pienso que han confirmado que fui siempre un gran amigo de don Lucho, de los comunistas, como lo fue mi hermano mayor y profe, el Pepe Gómez.

Pero ya en la zona, más encuentros en la esquina izquierda de un sofá largo. Me abraza, nos sofocamos en el apretón después de muchas jornadas en que estuvimos sin vernos. Andrés Aylwin, un demócrata cristiano limpio, trasparente, un ejemplo entre los suyos y muchos respeto entre sus aliados. “Me fui a vivir con mi señora a un departamento después de tantos años viviendo en una casa grande. Y estamos felices, con una señora que nos ayuda a mantener lo que corresponde y salvar la vejez de nuestros recuerdos en un santuario que ella, mi esposa, se merece.”



Pero esa intimidad -con don Lucho Corvalán a tres metros de distancia- debía ser así, porque todos en el salón estábamos con él, con lo que representa con su vida el día de su muerte. Pero la vida queda, entre la joven guardia de la bandera roja que rodea con prestancia y tristeza a don Lucho.

Me reencontré con muchos viejos amigos, con la hermana de mi mejor amigo, Miguel Budnik, asesinado por un microbús loco, falla de fábrica que sólo castiga a los choferes,

Regreso a mi barrio, leo los titulares de los diarios y en especial del que sale al final de la cola de la venta, más avisos que noticias. Y me encuentro con un titular que casi me noquea enviándome al suelo.

En esta despedida a don Lucho Corvalán: ¿Qué es el periodismo? Porque está a la vista de quienes pasan por Irarrázaval, no pueden evitar sorprenderse, Dice en color rojo, en cuatro pisos, lo siguiente; PAPELERA, LUKSIC Y LAN. TOP EN RANKING DE EMPRESAS MÁS RESPETADAS.

Esto es verdad, no es un ATAQUE ATROPELLADO A LOS ENSALZADOS en letras rojas.

Invito a dos estudiantes a que lean el titular. ¿Qué les parece? Yo creo, señalo, que el periodismo vende como atracción mayor noticias, pero no felicitaciones porque el esposo de una señora en Pirque la besa en la casa y la besa en la calle o el Presidente se entrena en un club privado para enfrentar próximas reuniones internacionales.

Subo a mi cuarto piso, ascensor, sin música y todo automático. Y no está mi esposa que es periodista para plantearle la novedad del año.

domingo, 25 de julio de 2010

ANDREA INSUNZA DESPIDE A SU ABUELO LUIS CORVALAN: SEGUIR EL CURSO DE LA VIDA EN MEDIO DE LA TORMENTA



Hace un tiempo atrás, cuando se celebraba el 97 aniversario del partido, mi abuelo le comentó a mi madre que planeaba vivir los siguientes tres años, hasta celebrar el centenario del PC. Con eso, le dijo, se daba por satisfecho.

Mi abuelo era así. No es que expresara una ambición desmedida, pues era ante todo un tipo humilde y realista: lo que ocurre es que él vivía por y para el partido, y esperaba, entonces, celebrar los 100 años de la organización a la que dedicó su vida. En rigor, y esto lo sabemos todos, por esa pasión arriesgó literalmente su vida y pudo haber muerto mucho antes. Pero zafó. Y quizás por eso, aunque ya tenía 93 años vividos en plenitud e intensamente, nos tenía acostumbrados a sentir que era, de alguna manera, inmortal. Que estaría siempre en casa, aprovechando el parrón en el verano, refugiándose en su escritorio durante el invierno, escribiendo sus libros, obligando a la abuela a poner más puestos en la mesa para recibir a los viejos y nuevos amigos, y compartiendo con sus hijas, yernos y nuera, nietos y bisnietos. Por eso, quizás, nos cuesta tanto acostumbrarnos a la idea de que no volveremos a verlo más.

Mi abuelo fue, ante todo, un tipo sencillo y honesto en su sencillez. Nació en una familia humilde y admiró profundamente a su madre Adelaida, pues fue ella quien se hizo cargo de criar a cinco hijos abandonados por el padre cuando mi abuelo tenía apenas 5 años. De ella aprendió a nunca darse por vencido, pues la bisabuela Adela, una mujer que no sabía leer ni escribir, tomó las riendas del hogar, se hizo costurera a domicilio, alimentó a sus hijos, y los educó para socorrerse mutuamente. Siempre, y hasta el miércoles en que nos dejó, mi abuelo tuvo cerca el retrato de su madre, y siempre manifestó un profundo agradecimiento hacia sus hermanos y, especialmente, hacia sus hermanas, quienes lo ayudaron con enorme fidelidad.

En un hogar en que no se celebraban los santos, los cumpleaños, la pascua, ni el Año Nuevo, mi abuelo aprendió desde niño a lidiar dignamente con la escasez. Quizás por eso prefería el pipeño al buen vino, la comida casera a los restaurantes, la huerta propia y los corrales de pollos y cerdos, antes que el supermercado, en fin, la vida sencilla y austera a la que nunca renunció. Decía él que había que enseñar con el ejemplo, y así lo hizo.



Mi abuelo se comprometió con los más humildes desde pequeño. Él contaba que la única vez que contrarió a su madre fue cuando ella le reprochó que jugara con niños aún más pobres que él. “Pero mamita, -le dijo- ¿le gustaría a usted que otra madre le dijera lo mismo a su hijo que hace amistades conmigo?”. Después vino la Escuela Normal, su ingreso al PC, y la carrera política que todos ustedes conocen. Su gracia, para nosotros, es que era de verdad un comunista en toda la línea. Él no sólo fue parte de su pueblo, no sólo se puso del lado de su pueblo, y no sólo lideró cuando le tocó liderar. Mi abuelo, ante todo, creyó en su pueblo. Confiaba en él, lo respetaba, le reconocía sabiduría, y eso explica que se embarcara en el proyecto en que se embarcó: uno que descansó en el aprendizaje, el compromiso, la organización y la movilización social y democrática, buscando la unidad y la amplitud. Él creía en la máxima de convencer para vencer y eso hizo: fue un Republicano con vocación de mayoría.

Es cierto. El Tata vivió por y para el partido, y tuvo la fortuna de toparse con mi abuela, una mujer criada entre comunistas, lo que le facilitó las cosas: pudo desplegar su convicción sin límites, involucrando a la familia entera, aunque sin nunca descuidarla. Porque el abuelo, en las duras y en las maduras, estuvo siempre preocupado de lo que él llamaba la “retaguardia”: mi madre y mis tías recuerdan que en los años en que el Partido crecía, cuando él era secretario general y parlamentario, siempre se las arregló para almorzar o comer en casa. Cuando no pudo estar con ellas, cuando fue relegado en el gobierno de Ibáñez, cuando tuvo que fondearse en el de González Videla, después del Golpe, durante el exilio, y cuando regresó clandestinamente a Chile el ’83, también estuvo presente, a pesar de la distancia.



Hay una escena notable que refleja esto: exactamente diez días después del Golpe, cuando mi abuelo se encontraba clandestino y era intensamente buscado, se celebraba el cumpleaños de mi abuela Lily y mi tía Viviana, ambas nacidas un 21 de septiembre. Por seguridad, mi abuela se alojaba en otra casa, mientras Viviana lo hacía en un departamento. Nunca supieron cómo lo hizo, pero el hecho es que esa mañana, en la puerta de estos improvisados refugios, apareció la mitad de una torta de cumpleaños para cada una de ellas. En esos momentos críticos, riesgosos, oscuros, él les hizo saber que estaba bien y les hizo llegar un mensaje de cariño.

Después, cuando cayó detenido y pudo iniciar contacto por correspondencia, siguió siendo un activo esposo y padre. He leído esas cartas muchas veces, porque me emociona constatar cómo mis abuelos construyeron una familia así de sólida en medio de tanta adversidad. En esas cartas él parte por tranquilizar a la familia diciendo que está bien y pide algunas cosas –ropa, remedios, cigarros y libros, principalmente-. Pero rápidamente se extiende en lo que le importa: manifiesta su preocupación por si mi abuela cuenta con lo necesario para vivir y propone una serie de soluciones, como tramitar su jubilación; pregunta por Luis Alberto, entonces prisionero en Chacabuco, y por Ruth y Diego, su primer nieto; le preocupa que a María Victoria le vaya bien en el colegio, y se fija hasta en sus notas: la felicita por las buenas, pero le pide mejorar en matemáticas, y hasta le aconseja que durante las vacaciones haga ejercicios y escriba una plana diariamente; a raíz de la expulsión de Viviana de la Universidad, le señala que si no es posible que retome sus estudios como profesora de danza busque otra alternativa, aunque sea temporal, pero le insiste en que por ningún motivo deje sus estudios –“nosotros no tenemos nada, eso es lo único que podemos dejarles”, le escribe a mi abuela en una carta-; y, finalmente, a mi madre, Lily, la insta a seguir adelante con sus planes de matrimonio aunque él no pueda estar presente y le señala que no espere a su liberación para tener hijos. “En cuanto a otro nieto –le escribe- no esperes que pase el tiempo. En medio de la tormenta la vida debe seguir su curso. Tú no habrías nacido si tu mamá y yo pensáramos de otro modo”.

Tres años estuvo preso y él se mantuvo firme, repitiéndole a mi abuela y a sus hijas, “que nada ni nadie podrá hacer mella en mi moral”. En esas circunstancias vivió el peor de los dolores para un padre: en apenas unos minutos mi abuela fue autorizada a informarle del fallecimiento de su hijo mayor, Luis Alberto. Nunca me he explicado muy bien cómo lo logró, pero el hecho es que el abuelo –y la abuela, mi mamá y mis tías- le echaron para adelante y Ruth, la viuda de Albertito, pasó además a ser una quinta hija.



Las dictaduras, lo sabemos todos, son sinónimo de horror, de muerte y de exterminio. Pero tienen otro efecto sutil, casi imposible de mensurar: la alteración de la vida cotidiana, de la vida familiar.

Piensen ustedes que a raíz del Golpe mi abuelo no pudo asistir al funeral de su hijo; no estuvo con sus dos hijas mayores cuando se casaron; y durante años tuvo que conformarse con ver a sus nietos mayores sólo esporádicamente: Dieguito nació a fines del ’72, y tiempo después del Golpe partió al exilio junto a su mamá; yo nací el ’75 y mi abuelo me conoció en un campo de concentración; del nacimiento de mi hermana Ximena se enteró en Moscú y la conoció años después, cuando viajamos a verlo.

Afortunadamente, estando en la Unión Soviética, sí asistió al matrimonio de María Victoria con Rodrigo, y disfrutó del nacimiento de su nieta Adela, con quien compartió sus primeros años. A Julieta, en cambio, la mayor de María Victoria, la vino a conocer en Chile, pues él ya había ingresado clandestinamente al país cuando su quinta nieta llegó al mundo.


Mi abuelo valoraba profundamente la familia. Con los años tomó contacto con sus hermanastros. También acogió a la familia de mi abuela: vivió con su suegro y quiso mucho a la tía Irma. A los yernos los trataba con cariño y respeto, aunque siempre diciéndoles que no cabía mayor efusividad, pues se habían quedado con lo mejor que tenía: sus hijas.

El abuelo tuvo que hacer muchos sacrificios. Aunque ingresó a Chile clandestinamente en 1983 –dejando a su familia en Moscú- recién a fines de los ’80 tomó contacto con la única hija que estaba en Chile: mi mamá. Entonces mi hermana y yo lo conocimos de verdad, en El Quisco, cuando parecía un hermitaño, y comenzamos a visitarlo con alguna frecuencia. Él disfrutaba esa cercanía. Por eso, también, una vez recuperada la democracia, el abuelo resolvió vivir en Chile con una de sus hijas cerca, para así disfrutar a las nietas menores: a Julieta, que llegó al país con apenas un par de años, y a Irina y Catalina, quienes nacieron finalmente en la patria. De todos nosotros se preocupó siempre. Tolerante, como pocos, nos dejó seguir nuestros caminos lejos de la militancia política, algo que estoy segura le dolió en alguna medida, aunque nunca escuchamos un reproche de su parte. Con las nietas menores tuvo oportunidad de chochear, de aconsejarlas, de regalonearlas. Hasta hace no muy poco, por ejemplo, llevaba a la pequeña Catalina hasta el jardín infantil o la iba a buscar.



Pero le faltaba algo. Su felicidad fue enorme cuando supo que Adelita estaba embarazada, y más grande aún cuando se enteró de que el nieto sería hombre. No satisfecho con eso, hace cuatro años, cuando mi primo Diego visitó Chile para celebrar los 50 años de matrimonio de mis abuelos, le dijo que era hora de sentar cabeza, de buscar una compañera, de hacer familia, y de tener hijos. Lo logró: en 2009 nació su segunda bisnieta, Numa Tlaneci. Hoy Dieguito está en México, construyendo su casa con sus propias manos, tal como el abuelo lo hizo tantas veces.

Todos nosotros nos enamoramos de mi abuelo y lo admiramos a rajatabla. Hicimos lo posible porque se sintiera orgulloso de nosotros, y aunque sabemos bien que no hay cómo llegarle ni a los talones, seguiremos buscando la forma de honrarlo.

Abuelo querido: no será nada fácil acostumbrarnos a vivir sin ti. Pero empezaremos por acoger tu consejo: seguir el curso de la vida en medio de la tormenta.

Andrea Insunza

DIEGO CORVALAN DESPIDE A SU ABUELO, EL LEGENDARIO DIRIGENTE DEL PC CHILENO, LUIS CORVALAN



Traigo luto compañeros
ya se murió quien yo amaba
dejenme llorar que quiero
a ver si llorando acaba
este dolor lastimero...

...y como no llorar si el cielo en la tierra entera se cae en llanto de seguir viendo como sus hijos los hombres y mujeres
de todas las latitudes no hemos entendido aun la importancia de las cosas más sencillas y simples de la vida.



Don Luis, Don Lucho Corvalán, Tatita lindo hermoso parece ayer cuando con tus pasitos cortitos y tu trompita parada nos fuiste a buscar y a despedir con mi amá al aeropuerto de Santiago, cuando les llevamos a presentar a ti y a la incansable y omnipaciente abuelita Lily, a la familia, a la cordillera y a la tierra que me vio nacer, a la luz que alumbra mi caminar, al primer intento de que el apellido tuyo no quede fuera de los Registros Civiles, pero nos salió chancleta diria tu boca.
y como dicen por ay ¨bendito entre las flores sigue siendo mi destino¨.



Te juite viejito y me dejas con el pendiente de seguirle echando palante hasta que lleguemos al varón que si pueda no solo portar tu apellido si no también alguno de tus nombres, pero más aun y sobre todo tus valor, tu sentido, tu entrega y consintencia, tus ojitos pispiretos y tu picardía, TU AMOR POR LO SENCILLO Y LO HERMOSO DE LA VIDA.

Parece ayer cuando sin pedirte ninguna opinion después de escuchar los sones y cantares de estas tierras que me han visto crecer me decías: yo te apoyo y te apoyaré en el camino que tu elijas, pues tengo la certeza que serás feliz entregando tu vida a lo que crees, así como yo la he entregado al partido.

Y así es, el ser revolucionario no está en elevar plegaria, ni en el culto a la personalidad de tal o cual, no está solamente en la militancia politica, está en el día a día, está en lo que comemos, en cada paso que damos con el corazón y la conciencia juntos, está en hasta donde nos seguimos dejando llevar por la corriente y absorver por un sistema desquiciado esclavizante e incoherente, eso lo hablamos y lo entendiste, lo reconociste en mi cantar, pues como el sub Marcos alguna vez comentó: cada quien desde su trinchera o ¨cada chango a su mecate dijeran¨.

Que viejo más tremendo que eres que no me pediste buenas notas en el colegio sino que pudiste escuchar en las notas de mi jarana, el cantar de las aves y del monte, mismos que acompañaron tu infancia y que siento como si hubiera crecido a tu lado, criando gallinas, sembrando, mojándonos bajo esta lluvia, empapándome de tu sabiduría de tu gusto de comerle el pellejo y los ojos al pescao y acompañao de un pipeñito.

Ahora te vas mas allá pero la vida sigue y se renueva, y el cielo llora pero el campo reverdece y de acorde a los ciclos de la naturaleza la familia crece.



Ahora con mis manos, mi compañera y la pequeña Numa Tlaneci construimos nuestra casa de tierra cruda y madera, asi como la Maria Victoria nos contaba ese recuerdo tan lindo de su infancia cuando con tus manos hacías esa casita rosada para la familia. No la mandamos hacer a gusto del cliente, ni mucho menos nos embarcaremos en uno de esos créditos bancarios que solo llevan a la ruina a las familias, por que no creemos en eso Tatita, creemos en el amor y en su infinita fuerza y en que solo juntos se pueden hacer las grandes obras.

Hoy regresas al sitio de donde todos venimos
hoy nutrirás de nuevo los suelos de ese Chile tan lastimado
hoy te veo sonriendo juntos con mi papito como en esa foto afuera del liceo
recibe la bendicion de la lluvia
recibe el amor que desde México y tantos otros lugares te enviamos
fuiste y eres luz que alumbre el camino
fuiste fruto que semillas sembró
ahora eres semilla que frutos dará



Hasta siempre Tatita lindo

Diego Corvalán Vúskovic, Mariel Henry Rojo y Numa Tlaneci
Chalmita estado de México 22 de julio 2010

MILES DE PERSONAS DESPIDIERON A LUIS CORVALAN Y LE TESTIMONIARON SU AFECTO COMO EL ULTIMO GRAN LIDER HISTORICO DE LA UNIDAD POPULAR



Los funerales del senador y ex Secretario General del Partido Comunista de Chile,
Luis Corvalán, pasarán a la historia por la masiva concurrencia de personas,
por la cantidad de flores, coronas y palabras de adhesión al legendario Don Lucho,
que ha dejado a su familia un tremendo legado, una herencia inconmensurable



Esto se reflejó especialmente en el discurso de su hija María Victoria Corvalán Castillo, que reiteró un enorme NO A LA AMNISTIA, NO A LA IMPUNIDAD y reafirmó la demanda de justicia por las víctimas de la dictadura de Pinochet.



También impactaron las palabras de su nieta Andrea Insunza Corvalán, que hizo una gran descripción de su abuelo y que vamos a difundir por estas páginas, por su solidez y porque entrega antecedentes inéditos de lo que era don Lucho, que quería llegar a los 100, a los cien de su partido.



Y el mensaje y el canto enviado desde México por Diego Corvalán Vuskovic caló profundamente, donde demostró la capacidad política, y entregó una prueba de la grandeza y modestia de una familia y que hay Corvalanes para rato.



También hay que destacar el temple de su compañera Lily Castillo, que ha demostrado la fuerza, coraje y humor de una mujer proletaria, que hasta en los momentos mas adversos recordó la consigna que decía COMPAÑERO LUCHO, TE QUEREMOS MUCHO.



Valorar a sus hijas Lily y Viviana Corvalán Castillo, por lo que aportaron para atender a las visitas ilustres que llegaron al Salón Rojo del viejo Congreso y también a sus nietas Ximena Insunza y Adela Secall, siempre al lado de don Luis



De sus nietas Julieta, Irina, y hasta de la pequeña y regalona Catalina orgullosas de su abuelo y siempre dispuestas a participar en organizar, dar opiniones constructivas, a marchar por las causas en defensa de un pueblo que lucha y trabaja por un Chile mejor y más justo.



El diario LA NACION informó sobre el funeral que:

Masivo funeral del histórico dirigente del PC, Luis Corvalán

Viuda de Honecker acudió al sepelio al igual que embajadoras de Cuba y Venezuela. También llegaron figuras de la Concertación.


"Unas 5 mil personas acompañaron este sábado el sepelio del ex secretario general del partido Comunista (PC) de Chile, Luis Corvalán, muerto a causa de una pulmonía, a los 93 años el pasado miércoles en Santiago.

El himno La Internacional y gritos característicos del PC y la izquierda chilena, acompañaron el último adiós del histórico dirigente que fue llevado en caravana desde el ex Congreso Nacional hasta el Cementerio General de Recoleta.

Entre los asistentes destacó la viuda del ex jerarca de la República Democrática Alemana (RDA), Erich Honecker, Margot, que definió a Corvalán como “un gran chileno, un gran patriota y un gran dirigente, para Chile y demás pueblos de América Latina”.



A las exequias acudieron también las embajadoras de Cuba, Ileana Díaz-Argüelles, y de Venezuela, María Lourdes Urbaneja, que transmitieron las condolencias de esos gobiernos a la familia.

Entre las figuras políticas chilenas se vio a los diputados DC Carolina Goic y Gabriel Silber, el senador PPD Ricardos Lagos Weber, y los ex ministros de ese partido Carolina Tohá y Sergio Bitar.

Tohá comentó que “el legado de Luis Corvalán es el de las personas que hicieron del compromiso político una causa de vida y lo hicieron sin cálculo (…) No lo hicieron por la fama, no lo hicieron por el poder, lo hicieron por convicción”.



Lagos Weber, en tanto, estimó que Corvalán es “la consecuencia política, es la coherencia, es la dedicación al tema político de por vida, y desde ese punto de vista creo que es una figura a mirar, una figura a respetar”.

Bitar, por su parte, indicó que el fallecido dirigente “es un hombre que hizo política de verdad”. Recordó que en la estadía juntos en la Isla Dawson “como prisioneros políticos de la dictadura, se midió en su grandeza. Fue un hombre modesto, franco, sólido”,



Este mismo episodio lo recordó el ex ministro de Educación de Salvador Allende, Aníbal Palma, que señaló que los militares “no podían comprender ni mucho menos aceptar que un hombre de apariencia frágil, que se acercaba a la tercera edad, no se atemorizara ante el despliegue brutal de la fuerza”.

viernes, 23 de julio de 2010

ESTE SABADO DESPEDIMOS A LUIS CORVALAN CON UNA MARCHA DESDE EL VIEJO CONGRESO NACIONAL HASTA EL CEMENTERIO GENERAL



Queridos compañeros y compañeras:

Ayer rendimos una guardia de honor muy emotiva ante el féretrode don Lucho.
Reunimos un buen número de compañeros ya que asistieron Patricia y Camilo Salvo, Miguel Muñoz, Adriana y Alfredo Joignant, Isabel Margarita Morel, Hernan Soto, Aníbal Palma, Lila y Julio Stuardo, Antonio González Yacsic, Pedro Felipe Ramirez y yo. Posteriormente llegó Sergio Bitar y Roxana Palestro, hija de Tito, y la familia de don Lucho nos informó que en la mañana habían concurrido Moy de Tohá acompañada de Jaime Tohá.
Entregué a la familia las excusas y saludos enviados a mi correo por Nena y Sergio Vúskovich, Hugo Miranda, Isabel Margarita, Moy de Toha y Libio Pérez.
Los organizadores del funeral solicitaron que uno de nosotros interviniera en el cementerio, y Anibal Palma aceptó honrado esta responsabilidad.
El funeral partirá caminando desde el Congreso Nacional a las 11,00 hrs, arrivando alrededor de las 12,00 a la plazuela del Cementerio General por Avenida La Paz..
Los saluda
Miguel Lawner.



Querido Guillermo (Teillier)

Con una profunda tristeza me entere esta mañana por las informaciones de la televisión francesa del fallecimiento de mi amigo y compañero don Luís Corvalan. Su recuerdo me lleva a Ritoque donde pasamos un tiempo juntos. En ese infierno me trató con mucho cariño y me confortaba con sus palabras cuando en esas duras circunstancias sentía derrumbarse todo lo vivido y lo soñado.

En cada viaje que hice a mi país estos últimos años, nunca dejó de venir a ver al teatro mis espectáculos que traía de Francia. El ultimo fue hace dos añoos en la Villa Grimaldi donde me di el gusto de volver hacer teatro con los compañeros con los que habíamos hecho diferentes espectáculos en el Campo de Concentración.
“Penafleta preso político” y “Érase un vez un Rey” las vio en el Campo y en Grimaldi.

Todas las veces que yo iba a Santiago, tenía el privilegio de ir almorzar a su casa. En San Bernardo y luego en Nuñoa, un caldillo de congrio o granados con mazamorra preparado por su señora Lili.

No tengo palabras para expresarte este sentimiento que reúne nostalgia y admiración a un hombre que se dió entero en la vida para no dejarle nada a la muerte. No comprenderé nunca como un hombre tan grande podía estar dentro de un cuerpo tan pequeño.

Quiero que sepas que en estos momentos de caluroso verano parisino mi sentimiento más profundo va para mi patria, para estar junto a la familia, junto a ti y junto a todos los militantes del partido comunista.

Se despide de ti tu amigo y compañero de ruta.
Oscar Castro.



París, 22 de julio de 2010


..................

DON LUCHO SE HA IDO POR ESOS CAMINOS DEL PUEBLO

En lo que llamamos “cultura” comunista chilena, no son muchos los dirigentes que recibieron, de manera espontánea, en una mezcla de respeto, admiración, cariño y pertenencia, el título de Don.

Don Américo, Don Orlando, y por supuesto, Don Lucho.

No se trataba, ni se trata, porque están vivos en el recuerdo de muchos, de una veneración, o de distancia por una cierta posición de autoridad- que la tenían- sino de un reconocimiento a una calidad humana, a un prestigio ganado en la acción y el pensamiento, pero sobre todo, a esa gran calidad humana, una cierta calidad de patriarca popular, y una referencia a ese rol dirigente venerable, austero. Que expresaban en su vida y en sus actos.

Don Lucho, entre ellos, resaltaba además por esa actitud de maestro normalista, que siempre conservó, en las duras refriegas de la política, esa llaneza de campesino, con una cierta picardía campesina, capaz también de tomarse y saber elegir, un buen tino o un pipeño, de nutrirse del pensamiento y un buen asado, de admirar la belleza femenina tanto como del heroísmo y solidez maternal de nuestras mujeres. En primer lugar de la que la acompañó en su vida, en sus destierros y relegaciones, en sus prisiones, en sus victorias y sus derrotas, nuestra querida Lily.

Por que Corvalán, Don Lucho, vivió intensamente la historia de Chile de los últimos decenios. Dando las luchas políticas, sociales, culturales, cotidianas del pueblo, de los suyos, avizorando el porvenir, dibujando los proyectos de la justicia social, de los derechos humanos, en la vanguardia de los que marcan el camino, o cediendo su protagonismo a otros que no siempre tuvieron su generosidad humana, los valores éticos, y esa sabiduría de ver mas allá de la circunstancia y proyectarse hacia las grandes tareas y metas de la democracia.

Vivió difíciles momentos de éxitos en su vida política;, uno de los cuales fue el triunfo del gran proyecto de la unidad de las fuerzas del progreso social, en el Frente de Acción Popular y finalmente la Unidad Popular, en el triunfo de Salvador Allende en las elecciones presidenciales de 1970, en la construcción del instrumento político y democrático unitario, en la búsqueda de un camino propio, original para dar vida a un audaz proyecto socialista para Chile, un camino que buscaba la mayoría.

Vivió la angustia, la intranquilidad y la tensión del complejo escenario político generado por Nixon, Kissinguer y sus socios criollos política y social, que condujo al entrabamiento político, la división de los sectores democráticos de Chile, a la sedición y al Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 y la tragedia de la dictadura de Augusto Pinochet, entre 1973 y 1990.

Sufrió como miles, la represión, la prisión, la tortura, en los campos de concentración, el destierro, la calumnia, pero sobre todo el sufrimiento de sus camaradas y del pueblo. Un hijo suyo, Luis Alberto, murió en el exilio, en Bulgaria a causa de las torturas sufridas bajo prisión, al negarse a delatar y subordinarse a los verdugos.

Pero Don Lucho, recio, sólido, encontró fuerzas en su corazón y en su pensamiento y no cejó en principios ni en acciones. Tras la prisión tomo nuevamente su lugar en el combate por la democracia y la libertad de Chile. Una lucha no exenta de dificultades y de peligros, de confrontaciones ideológicas, de diferencias políticas, de enontronazos, y de incomprensiones.

Lo vimos clandestino, con unas venerables barbas blancas, pero con el entusiasmo a flor de piel, lo vimos angustiado por no poder asumir a plenitud los deberes, dada las dificultades e incertidumbres derivadas de la amenaza represiva, la lucha ideológica y disensiones que cruzó en ese momento al Partido Comunista.

Fue una época histórica difícil, compleja, contradictoria, también para el Partido Comunista, que se definió finalmente, con un cambio en la dirección partidaria, y un alejamiento de Don Lucho, a tareas secundarias, aunque mantuvo su militancia, con la atención puesta en el curso de las cosas.

Finalmente, en el ocaso de su vida, pensando en la experiencia del Partido, del Pueblo y suya propia, decidió escribir sus memorias.

Y seguramente ellas serán una buena fuente de conocimiento e información sobre las épocas que le tocó vivir y en muchas de cuyas páginas es un imprescindible protagonista. Seguramente esas páginas, escritas con entusiasmo, puedan contribuir a saldar esa deuda con el pueblo, con los caídos, con la historia objetivo de una organización inserta en la historia de Chile: el Partido Comunista.

Una historia indispensable para entender todo el curso del siglo 20 y proyectar las demandas y sueños del pueblo hacia el siglo 21.

Don Lucho, nuestro Don Lucho, a quien hoy recordamos y mantenemos vivo, a pesar la objetividad de su fallecimiento, estaría contento con haber contribuido con su vida, su ejemplo y su mirada critica, irónica, pero siempre cálida y serena, al renacer de la esperanza.

Estaría de nuevo, con su poncho y su sombrero, su vino tinto y su cazuela, con sus convicciones de siempre, en la primera línea.

Don Lucho se ha ido por esos caminos del pueblo y de la historia.



Por Marcel Garces.
Periodista. Miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital
Santiago de Chile, 22 de julio 2010

Crónica Digital

ESTE SABADO A LAS 10HORAS SE MARCHA DESDE EL EX CONGRESO NACIONAL HASTA EL CEMENTERIO GENERAL PARA DESPEDIR AL COMPAÑERO LUIS CORVALAN


COMUNICADO DE PRENSA

Con profundo dolor, el Partido Comunista comunica al pueblo de Chile y a los pueblos de países hermanos que ha dejado de existir nuestro ex secretario general y ex parlamentario, Luis Corvalán Lepe a sus 93 años de edad.

El destacado dirigente político había nacido en la sureña ciudad de Tomé en septiembre de 1916, profesor primario, ingresó a militar el año 1932 y fue miembro del Comité Central de nuestra colectividad desde el año 1950 y secretario general desde 1958 hasta 1989. Fue senador de la República (1961-1969)por Ñuble, Arauco y Concepción y reelecto para el período 1969-1977, interrumpido por el golpe en 1973, representando a Aconcagua y Valparaíso.

Fue perseguido, relegado, prisionero político y exiliado por el gobierno de Gabriel González Videla y por la dictadura de Augusto Pinochet. esta última lo mantuvo detenido en isla Dawson, Ritoque y Tres Alamos hasta que fue liberado ante la gran presión internacional.



Recibió una serie de distinciones internacionales, entre ellas el Premio Lenin de la Paz. Además, escribió: "Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar" (1971) "Santiago- Moscú- Santiago", "De lo vivido y lo peleado" (1997), "El gobierno de Salvador Allende" (2003) "Los comunistas y la democracia", y actualmente estaba completando sus memorias.

El compañero Corvalán participó hasta hace pocas semanas en las actividades de nuestro Partido, en las sesiones plenarias del Comité Central y el pasado aniversario el 6 de junio en el Teatro Normandie. En esa oportunidad recibió la medalla "Luis Emilio Recabaren", máxima distinción que confiere el Partido Comunista. En las últimas semanas estuvo internado en la clínica de la Universidad Católica donde fue dado de alta y permanecía en su casa, rodeado del cariño de los suyos.

El Partido Comunista de Chile repliega sus banderas y extendemos nuestra solidaridad a su esposas y hijas a quienes acompañamos en su profundo dolor. De acuerdo con la familia informaremos posteriormente el lugar del velatorio y el funeral de nuestro querido compañero.

PARTIDO COMUNISTA DE CHILE



Querida compañera Lily:
No me ha sido fácil enviarte estas líneas. Me es difícil pensar el mundo de hoy sin la figura de Don Lucho. Muchos lo recordarán como una eminente figura política nacional. Yo y mis hijos lo recordamos como un ser humano ejemplar.

Tuve la suerte de participar con él y otros valiosos dirigentes y militantes del Partido y de la Jota, en los momentos más dolorosos que sufrió nuestro pueblo en el siglo XX. En esas dramáticas circunstancias la fortaleza moral de Don Lucho, el rigor y sencillez en la expresión política, su serena objetividad y firmeza
para enfrentar difíciles y complejas circunstancias, se irguió ante
nosotros como ejemplo de fidelidad y defensor de los principios
libertarios de los desposeídos.



Pienso, querida compañera Lily, que el nombre y ejemplo de Don Lucho, trascendió como la figura chilena de proyección más universal, tanto o más que la del propio Compañero Allende. No hubo región del planeta que no exigiese, diversos idiomas y
lenguas, la vida y libertad del camarada Luis Corvalán. Su nombre
servirá de simiente para las nuevas generaciones de comunistas chilenos.



Recibe, querida Lily, junto a tus hijas y familiares, todo el afecto de
Nimia, Mario Igor, René y Mario Benavente.



Queridos compañeros y compañeras:

Este 21 de Julio ha fallecido nuestro compañero Luis Corvalán... .nuestro querido don Lucho, que compartió con nosotros el cautiverio en la Isla Dawson y otros campos de concentración.
Falleció en su casa, próximo a cumplir 94 años, víctima de una neumonia que culminó con un paro respiratorio.
Sus restos permanecen en el ex Congreso Nacional, donde serán velados hasta este Viernes para ser sepultados este Sábado en el Cementerio General, partiendo el cortejo desde el Congreso a las 10.00 hrs.



Me permito invitarlos a acompañarlo con la idea de rendir una guardia en conjunto y conversar alguna otra iniciativa que estimemos adecuada a las circunstancias.
La entrada al Congreso es por el mismo acceso al Salón de Honor, es decir por calle Catedral, pero don Lucho será velado en el Salón Rojo de la Cámara de Diputados, ya que el Salón de Honor está en reparación debido al terremoto.
Los saluda
Miguel Lawner



En Moscú creemos que es una pérdida irreparable para todos nosotros. Por eso transmito nuestro afecto a toda la familia Corvalan Castillo.

Reciban las condolencias más sinceras por razón del fallecimiento de uno de los más grandes hombres del movimiento comunista internacional. En nuestro país y en el mundo entero él siempre era el ejemplo del luchador abnegado por los ideales de la clase obrera y el pueblo trabajador. Él se quedará para siempre en nuestra memoria.

Valentin Kondratiev
Alexander Ignatiev
Igor Ribalkin
Y todos los que le conocian en URSS y Rusia.



PARTIDO COMUNISTA DE BOLIVIA
COMISIÓN POLÍTICA

La Paz, 21 de Julio de 2010
Al Comité Central del Partido Comunista de Chile
Presente.-
Estimados compañeros:
Nos ha causado una gran tristeza el fallecimiento del querido c. Luis Corvalán Lepe, gran revolucionario y personalidad no sólo de su país, sino del movimiento comunista y obrero internacional.
Los comunistas bolivianos recordamos muchos episodios de la presencia combatiente y solidaria del c. Corvalán. Entre otros no podemos dejar de mencionar que promoviera - en la tradición internacionalista del hermano Partido chileno – la solidaridad con la causa marítima boliviana. Recordamos cómo levantara la más amplia solidaridad con los comunistas y los trabajadores bolivianos perseguidos después de los sanguinarios golpes de Estado que asolaron a nuestro país. Don Lucho, como cariñosamente lo llamábamos, asistió en representación del PCCH a nuestro VI Congreso Nacional. Todos sus encuentros con militantes y dirigentes del PCB fueron ocasión para recibir sus enseñanzas. Estas son, a no dudar, el reflejo de la invalorable experiencia del PCH y de su personal y original aporte. Creemos que sus más destacados aportes alcanzaron nivel internacional sobre todo con la formación de la Unidad Popular y el gobierno encabezado por Salvador Allende.
Rogamos hacer llegar nuestros sentimientos de dolor a doña Lilí y sus hijas y nietos.
Al ratificar nuestra sentida condolencia estamos seguros que el c. Luis Corvalán ha dejado una huella profunda y una insoslayable escuela de revolución y del socialismo.
POR LA COMISIÓN POLÍTICA DEL PARTIDO COMUNISTA DE BOLIVIA.

Ignacio Mendoza Pizarro Marcos Domich
Primer Secretario del Comité Central Secretario de RR II



Con lágrimas te despido
padre de la juventud.
Dueño de esa gran virtud
de engrandecer nuestro nido.
Por haberte conocido
es que hoy día luz cosecho.
por todo lo que hemos hecho
empapados de alegría.
Fuiste un ejemplo de guía
y vives dentro'e mi pecho

Que te vaya bien en todo.

Fernando Yàñez



Manuel Guerrero Antequera
21 de julio de 2010

El año 1976 fue muy crudo para la resistencia chilena antifascista. Mes tras mes cayeron detenidas dos Direcciones del Partido Comunista de Chile encabezadas por Victor Díaz y Fernando Ortiz, respectivamente, además de otras dos de las Juventudes Comunistas de Chile en manos del Comando Conjunto que reunía a la Dirección de Inteligencia de la Fuerza Aérea (DIFA), la Dirección de Inteligencia de Carabineros (DICAR), además de los servicios de inteligencia de la Marina (SIN) y el Ejército (DINE), junto con la colaboración de agentes de la Policía de Investigaciones de Chile y civiles miembros del derechista grupo paramilitar Frente Nacionalista Patria y Libertad.

Quienes teníamos escasos años de edad tuvimos que sortear, junto a nuestras familias perseguidas, la represión, la vida clandestina, los cambios de casa, colegios, nombres, círculos de amigos. Recuerdo a mi padre usando lentes cuando no era miope, rizándose y tiñéndose el pelo, cambiando de ropa, viviendo una vida aparentemente normal, cuando en realidad el terror acechaba por todas partes. Los tíos y tías desaparecían, las fotos en que uno aparecía en brazos de alguno eran recortadas, los temas de conversación variaban de la alegría a las noticias de la muerte de un momento a otro. Era una situación bipolar, entre el espanto y la ternura.



Por las noches la familia se reunía a media vela a sintonizar a lo que más tarde supe era Radio Moscú o Radio Berlin Internacional. El cerco informativo de la dictadura era total y para saber lo que ocurría en nuestro país había que acudir a los informativos extranjeros. Mientras repasaba la revista de la Pequeña Lulú o completaba la colección de la serio del Libro Gordo de Petete y Antiojitus, mi padre recortaba la prensa, subrayaba frases, se tomaba la cabeza. Junto a mi madre formaban parte de la dirección clandestina de la Jota.

Uno tras uno caían sus compañeros y compañeras, y el círculo comenzaba a cerrarse. El 29 de marzo de 1976 secuestraron desde una micro al Checho, mi tío José Weibel, obrero mueblista, que fue subsecretario de la Jota. Ya antes habían tomado a su hermano, Ricardo Weibel Navarrete. Los testimonios de las crueles torturas ya eran un factum de la vida cotidiana. El mundo se desvanecía ante los ojos de mis padres y la dictadura parecía crecer cada día en poderío.

¿En qué basaban su confianza y fe aquellos jóvenes, que persistían en organizar clubes deportivos, grupos folcklóricos, hacer rayados de noche, volantear, mientras los servicios del terrorismo de Estado aplicaban toda la fuerza que permitió la llamada "guerra interna" contra su generación? Mi padre solía hablar de la "unidad cósmica" de la clase obrera. Que esta lucha, si bien se vive localmente, es a escala humana, de los pobres y trabajadores de todas partes. Y recurría a la historia del movimiento proletario para estudiar sus avances y retrocesos, para inspirarse en todos aquellos heroísmos cotidianos que permitieron, durante ya más de cien años de luchas, ampliar las libertades de las mayorías, profundizar la democracia política y social.



Pero aquello era aún abstracto, difícil de asir. Como niño ojeaba los libros de viajes de Neruda. Para mí era como Marco Polo, un personaje mítico, que se contactaba con las realidades de lugares lejanos, traía maravillas en barco, contaba historias fantásticas sobre otras razas y geografías. Allende aparecía en las conversaciones, pero era también un personaje mítico, difícil de emular. Su sacrificio extraordinario lo convertían para mi en un superhéroe.

Había, no obstante, gente cercana, que a mis ojos de niño, expresaban aquel valor que inspiraba a mis padres a persistir en algo que parecía una quimera cuando todo era dolor y muerte. El tío Valentín Trujillo, quien era la persona que me regalaba las revistas de la Pequeña Lulú, era uno de ellos. Mi padre se reunía con él, conversaban temas serios, y yo observaba su piano, y él luego se despedía de mi regalándome una revista. Un comunista de carne y hueso, accesible para mi. Otro era mi abuelo Manuel. Escritor autodidacta, oriundo de Chillán, quien formó parte de la bohemia santiaguina donde se mezclaban periodistas y escritores, dirigentes estudiantiles y "amigas espirituales", me contaba cómo fundaron la Jota, cómo eran las peleas de la Fech, cómo con Ricardo Fonseca y luego Luis Corvalán generaron el gran movimiento de profesores de Chile, haciendo frente a la traición de Gonzalez Videla y el campo de Concentración de Pisagua.



Don Lucho y la señora Lily. ¿Qué es de ellos? preguntaba yo. "Él está detenido nuevamente en un campo de concentración, Manuelito. Es profesor normalista como tu papá y como tu tío Máximo". Mi abuelo me contaba de su admiración por don Lucho, y yo me enamoré de su admiración por él. Un comunista de carne y hueso. Como mi papá y mi tío. Como mi abuelo.

Llegó junio del 76 y esta vez le tocó a mi familia el golpe de sufrir el secuestro de mi padre. Salidas a horario de toque de queda, con un pañal blanco de bebé como bandera para que no nos detuvieran, buscábamos mi mamá, abuela materna y mi abuelo, conmigo tomados de la mano, a mi joven padre por todas partes. Sufrimos lo indecible hasta que por milagro apareció vivo en Puchuncaví. Fuimos a encontrarnos con él, y nos detuvieron a todos en el Fuerte Silva Palma, de la Armada. Junto a marinos constitucionalistas, con seis años pude conocer la prisión política. Pero ni mi papá ni mi mamá callaban. Luchadores incansables. Comunistas de carne y hueso, decía para mi, como el tío Valentín, como mi abuelo, como don Lucho.



Salimos al exilio y luego de un paso fugaz por un campamento de refugiados en Suecia, derivamos a Budapest, Hungría. Mi mamá tejía una arpillera en los tiempos libres que le dejaba mi pequeña hermana América, quién había nacido durante el cautiverio de mi padre. Recuerdo que era una media naranja. "Es para don Lucho", me decía. Algún día lo tienen que liberar y se la regalaremos". Y ese día llegó, y él, luego de un canje internacional, venía de Berlin de la RDA camino a Budapest, adonde estábamos nosotros.

Yo era pionero de pañoleta azul. Había visto los croquis de Miguel Lawner donde se retrataba a don Lucho en Ritoque o Isla Dowson. Su poncho y sombrero. Pequeño, sencillo. Como mi familia. Probablmente como un gesto de cariño a mi padre, me encargaron a mi que cuando don Lucho hiciera ingreso al salón donde lo esparaba la comunidad de chilenos exiliados, yo le entregara un clavel rojo.

Estaba muy nervioso; solo tenía que entregarle una clavel en señal de bienvenida y alegría por tenerlo vivo. Pero era don Lucho. Mi cuerpo de seis años temblaba de la emoción. Mientras caminaba hacia él, recordaba a mi abuelo Manuel, miraba con amor a mi padre que me observaba entretenido y orgulloso, pensaba en los recuerdos de Chile -la casa de mis abuelos, la panadería Lido en Ñuñoa, nuestro perro famliar la Tuti-, sentía el odio profundo hacia el fascismo en ese tiempo sin rostro, que nos había expulsado del país. Me acerqué casi al borde del llanto a don Lucho y el me acogió con la humildad que aprendí le caracterizaba. Me dió la mano con mucho respeto y luego me abrazó como si fuera su nieto. Un comunista, de carne y hueso. Sencillo, accesible.



Hoy ha muerto don Lucho. Nos encontramos muchas veces después. Yo fui creciendo, y de pionero de pañoleta azul pasé a pañoleta roja. Luego, de regreso en Chile, me hice de la jota a los 14 años. Más tarde, de vuelta en el exilio, fui un joven Rodriguista. En 1989, producto del proceso de caída del muro, me salí de la Jota y entré a los Antifagruppen, los grupos antifascistas de Berlin oriental y occidental, ahora "reunificados". Y así no me he detenido en una militancia político y social que en 2008 me llevó a representar a la izquierda en las Municipales de Ñuñoa. Y, como independiente dentro del pacto Juntos Podemos Más, salí electo concejal, rompiendo con un Comando Amplio la exclusión luego de decenas de años de marginación de la izquierda hasta hace poco extraparlamentaria. Hicimos en un formato fresco lo que nuestros viejos hicieron en otros tiempos. Ni más ni menos. Y en la ceremonia de instalación estaban don Lucho y el Leo, hijo de Ricardo Fonseca.

Nos abrazamos. Él con su manta sobre las piernas y su sombrero de hombre de los años cuarenta, me felicitó por mi intervención -uf, pasé la prueba, ¡me salvé de nuevo!-, e hicimos recuerdos sobre mi abuelo Manuel, mi tía Libertad, mi tío Máximo y mi papá, a quienes conoció muy de cerca.

Todos comunistas, revolucionarios, con el favor de mi Dios.

Reciba don Lucho este clavel de recuerdos de parte de un pionero de pañoleta multicolor. Gracias por su vida y ejemplo. Abrace allá a su hijo añorado y juéguese una pichanga con mis tíos Checho y Máximo. Ojo con mi papá. Se ve sopaslentas, pero es hábil el Mañungo. Cuídemelo. Nosotros seguiremos acá dándole al cuento. Así como usted nos enseñó, con vocación de mayorías democráticas, unidad, organización y lucha.

Hasta siempre querido don Lucho.