lunes, 14 de septiembre de 2009

LUIS CORVALAN CELEBRA SUS 93 AÑOS, VIVITO Y COLEANDO



DON LUCHO
LE DESEAMOS FELIZ 93
CUMPLEAÑOS
COLECTIVO MEMORIA AMARANTO
le adjunto el saludo del Colectivo Memoria Amaranto
para Don Lucho en el cumplimiento de sus 93 Años.
La tarjeta respectiva y firmada por los amarantos
se la hará llegar el compañero Mario Urzúa.
Saludos y un abrazo.
Oscar Dante Conejeros E.



FELIZ CUMPLEAÑOS 93 QUERIDO DON LUCHO:

Estimado Compañero Luis Corvalán:

La Redacción Latinoamericana de La Voz de Rusia (la otrora Radio Moscú) le felicita a Ud. en el día de sus cumpleaños.

Lo conocemos a Ud. como un gran patriota y revolucionario siempre fiel a sus ideales.
Le deseamos a Ud. mucha salud y muchos años de vida.
Nuestros saludos cordiales a toda su familia formidable.

Leonard Kosichev.



Familia querida,
comenzamos el rodaje de un cortometraje
con un equipo guerrero en la marcha de hoy.
lo dirije la nieta.
abuelos, siempre están conmigo.
para mis abuelos.....

ADELA

domingo, 13 de septiembre de 2009

LUIS CORVALAN CELEBRA 93 AÑOS ESTE LUNES 14 DE SEPTIEMBRE



Tata,
mi querido bisabuelo:

Te cuento que con mi papá,
tu nieto Diego Corvalán
y mi mamá Mariel Henry
iremos a verte en noviembre y...
así podré conocerte.

Ellos irán con su novedoso dúo
"quen i tocan "
para cantarte muchas canciones
y la del conejo para el tío.

Tu primera bisnieta
que te adora
y espera ser regaloneada
Numa Tlaneci



Mi querido Bisabuelo:
Toi pensando seriamente
en ser el deportista de la familia
y como tu fuiste un gran wing izquierdo
me estoy probando como futbolista



Aunque también me hago notar
como choro y pinchador porteño
tu primer bisnieto

Emiliano



Tata Lucho:

Estoy feliz de tener
un abuelito tan lindo y famoso.
Por eso te mando mi mejor sonrisa


en vísperas de tu cumpleaño 93
tu nieta más chica y preferida
con una broma china

Catalina



Papá:
Este 11 en la noche volví al Estadio Nacional
y puse unas velitas pensando en mi hermano Luis Alberto
puchas que lo he echado de menos
pero siento que él siempre me ha acompañado
y me ha ayudado en los momentos mas difíciles
te adoro y me siento orgullosa de ser tu hija

Mavi



Don Lucho:
Sus vecinos molestosos
también le saludan cordialmente
y esperan ser invitados a su fiesta
con cariño
Ro, Mavi, Iri, Cata, Matuco



Tata:
Yo también soy tu vecina y nieta
y te mando mis buenas vibras
es que ese almuerzo taba con mi Carlitos
Julieta


Don Luis:
También lo saludo en sus 93
sé que soy el más pesado de todos
en un mundo de puros simpáticos
pero igual me la juego
y algo salvo

Su vecino Ro


Tata Lucho:
Te mandamos este brindis
porque sigas teniendo una salud de hierro
para que sepas que te queremos
y estamos orgullosos de ti
Ruth y un grupo de amigos



Querido Lucho,

Te mando una foto que les saqué en tu departamento de Moscú
un día que nos invitaste a almorzar contigo.
Me parece muy linda, espero que te guste.

Que lastima que vivamos tan lejos,
nosotros en Con Cón y tu en Santiago,
tengo la impresión que cuando vivíamos en Francia
y veníamos por estos lados nos veíamos mucho más.

Recibe todo nuestro cariño al igual que Lili.

Alejandra y Patricio Manns

miércoles, 9 de septiembre de 2009

ISLA 10 UNA PELICULA BASADA EN DAWSON, CON UN POCO DE MALA MEMORIA



Finalmente el libro de Sergio Bitar, ISLA 10, se transformó en película y Miguel Littin, con ayuda brasilera y venezolana, puede mostrar al mundo una nueva obra.

Es bueno que se hagan este tipo de películas, pero sería mejor que se respetará el rigor histórico y la validez de todos los personajes, sin excluir a algunos que también se la jugaron y que extrañamente no aparecen, quien sabe quizás por qué razón.



Sergio Bitar, ministro de Obras Públicas y ministro de minería del gobierno del presidente Allende al momento del golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, destacó el significado de la película ISLA 10 y agradeció la presencia de los detenidos dawsonianos sobrevivientes.



Sergio Bitar saludó a Luis Corvalán y destacó la actitud del Secretario General del Partido Comunista al momento del derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular, en Dawson y dijo que había aprendido de él, anotar las cosas porque había llegado con un discurso escrito de forma responsable, como lo hicieron los comunistas en aquel período.



Al término de la película, la Presidenta Bachelet saludó a Corvalán y departió con él algunos minutos.
El veterano dirigente comunista se apresta a celebrar sus 93 años, el próximo 14 de septiembre y concurrió como otras 1.600 espectadores al cine de calle Huérfanos a departir brevemente con su ex compañero de campo de concentración y su profesor de francés en Isla Dawson, el autor del libro ISLA 10



El diario EL MERCURIO señaló hoy que Bitar dijo que "Es la primera vez que la veo y me ha emocionado. También me ha sorprendido cómo los guiones son distintos de los libros. Me ha puesto muy contento que no haya un protagonista, sino que se cuente la historia del conjunto, el protagonista son todas las personas", agregó.

"Bitar, interpretado por Benjamín Vicuña, es el narrador de la película, testigo de la violencia pero también de momentos más distendidos, como la reconstrucción de una iglesia o una celebración navideña. José Tohá, Orlando Letelier, Clodomiro Almeyda, Osvaldo Puccio y Arturo Girón son personajes del filme que se combinan con militares ficticios como el severo teniente Labarca interpretado por Cristián de la Fuente".



Corvalán se encontraba acompañado de su hija la periodista María Victoria, que lamentó que el film haya obviado la presencia de comunistas, ya que no figuran ni su padre (Isla 2), ni el subsecretario del interior Daniel Vergara (que fue herido a bala en la isla), ni el ministro de economía, José Cademártori o el rector de la Universidad Técnica del Estado, Enrique Kirberg.

En Dawson, Corvalán fue el único prisionero que fue entrevistado por un medio de prensa internacional, por Alberto Prado, periodista de la revista VISAO, durante una visita de la Cruz Roja Internacional y de una delegación de diputados alemanes.

Esa conversación dio la vuelta al mundo, sobre todo con esas palabras que han sido consideradas históricas, porque mostraban la dignidad de quienes eran sometidos al permanente vejamen y que estaban en constante peligro.

AMO LA VIDA, PERO NO LE TEMO LA MUERTE, SI HE DE MORIR POR UNA CAUSA JUSTA, dijo.



Corvalán recuerda que junto a ISLA 10, de Sergio Bitar, también otros escriben sobre el tema, como ser DAWSON, de Sergio Vuskovic, alcalde de Valparaíso durante la UP, CERCO DE PUAS, de Aníbal Quijada, TESTIMONIO DE UN DESTIERRO, de Edgardo Enríquez, REENCUENTRO CON MI VIDA, de Clodomiro Almeyda, más los dibujos que hizo el arquitecto Miguel Lawner en el lugar de confinamiento.

Y el propio ex senador del PC se refiere al tema en su libro DE LO VIVIDO Y LO PELEADO, página 187, capítulo EN EL INFIERNO HELADO, donde reitera que todos los dirigentes detenidos se sentían honrados de haber participado en el movimiento popular que significó el gobierno del presidente Allende.

Una película que será vista este nuevo mes de septiembre, donde se mostrará algo de los sufrimientos que se vivieron en Chile y en Isla Dawson, aunque con un Littin un poco olvidadizo, pero parece que así se escribe la historia, así se hace cine y así se cuentan las cosas, aunque el libro mismo es mucho más franco, directo, sin ingratas exclusiones y con una mejor memoria.

martes, 8 de septiembre de 2009

ORLANDO MILLAS: EL GUERRILLERO MANUEL RODRIGUEZ


El guerrillero
La guitarra y la voz de Víctor Jara vibraban de manera inolvidable, con alegría y combatividad, al cantar a Manuel Rodríguez y a sus hazañas.

La Historia la va haciendo el pueblo. Las personalidades son fecundas en la medida en que se identifican con el pueblo. En la Historia de Chile, la mayor de tales identificaciones, desde la revolución misma de la Independencia hasta hoy, es la lograda por Manuel Rodríguez. Ella reviste caracteres singulares e invita a considerar todo lo ocurrido en el transcurso de nuestra vida republicana desde un ángulo que permita apreciar la profundidad, la persistencia, el arraigo y la constante insurgencia de la gran comprensión, del cariño entrañable, de la compenetración de los chilenos con la figura legendaria de «húsar de la muerte» conocido por el calificativo definitorio de «el guerrillero».

¿Por qué esta popularidad, superior a cualquier otra, de Manuel Rodríguez?
Irrumpió como exponente de rebeldía ante el coloniaje español, en actitud irreverente, contrariando los convencionalismos, con picardía y audacia, desafiando y burlándose, derrochando inteligencia y cultura, resolviendo las dificultades mediante un ingenio mezclado con un valor temerario. Así, cada acción suya fue conformando fácilmente muchas leyendas. En Manuel Rodríguez se condensó la vitalidad inconformista del Chile en formación y se ha ido sintiendo interpretadas por él todas las ansias de rebelión que han animado en nuestra tierra.

Cuando Chile estaba sumido en las tinieblas de la Reconquista y San Martín y O'Higgins organizaban en Mendoza al Ejército Libertador, la tarea encomendada a Manuel Rodríguez fue la de operar en el territorio ocupado de la patria, mantener viva en el propio país la llama de la rebelión, conocer mejor al enemigo por dentro, informarse de sus fuerzas y recursos, desesperarlo con múltiples estratagemas, hostigarlo amenazándolo con el despliegue de acciones guerrilleras, someterlo a incesantes batallas de rumores, socavar su moral de cómbate, desorientarlo. Todo eso lo hizo Manuel Rodríguez ganándose al pueblo para la acción. No dispuso de más armas que la razón de su causa y su desbordante simpatía personal.

Su vida fue breve pero luminosa.

Otro gran momento de ella ocurrió cuando volvió a estar amenazada la Independencia y, mientras se extendía la zozobra y parecía sobrevenir el pánico, apareció en escena, organizó los «húsares de la muerte» y lanzó su célebre consigna: «Aún tenemos patria, ciudadanos», que electrizó a los anteriormente indecisos.

Estas intervenciones estelares corresponden cabalmente a lo que él era, patriota fervoroso, hombre de convicciones avanzadas muy sólidas, protagonista bien informado de la contienda por la Independencia, de ánimo revolucionario y de ademán resuelto, abogado, como oficial de armas coronel desde la Patria Vieja y primer auditor de guerra del ejercito chileno.

Su fácil y natural convivencia con el pueblo, su carencia de ambiciones, su franqueza proverbial, el hecho de que notoriamente sintiera distancia respecto de logias y de componendas, su hombría y desenvoltura, lo convirtieron en prototipo de revolucionario.

Una de las grandes tragedias de los años de la Independencia fue su asesinato en Tiltil, bajo el gobierno de O'Higgins. El martirio realzó sus perfiles ejemplares.
Era lógico que en la literatura histórica chilena tomase caracteres reiterativos el afán de escoger a Manuel Rodríguez contra O'Higgins y a O'Higgins contra Manuel Rodríguez. Así se ha querido presentar aI fundador de la república como a un déspota y, de otra parte, al guerrillero por antonomasia como a un disociador negativo. Ambas definiciones son calumniosas. La Historia hay que verla tal como se ha dado realmente y no como hubiera sido mejor que transcurriese. Hay en ella grandezas y miserias, a veces entremezcladas. En nuestra Historia caben a plenitud, con sus aportes y valores, tanto Bernardo O'Higgins como Manuel Rodríguez.

En el capítulo «Los Libertadores» de su Canto General, Pablo Neruda rompe la estructura de su obra al reafirmarla y detenerse dedicando cuatro sucesivos poemas a Lautaro, que de hecho son cinco porque también se le siente con una presencia tácita estremecedora en el que canta a la muerte del invasor Pedro de Valdivia. Es evidente que así quiso Neruda realzar a Lautaro como la figura más importante de la Historia de Chile. Más adelante, en ese mismo capítulo, encontró manera, magistralmente, de distinguir en forma excepcional a otro gran personaje de nuestra trayectoria nacional. En efecto, después de su dramático y desgarrador homenaje y recuerdo a José Miguel Carrera, colocó inmediatamente sus tres cuecas sobre Manuel Rodríguez. Estas letras de cuecas están entre las más puras, auténticas, líricas y mejor construidas para nuestro baile nacional y en ellas identificó, constatando una realidad, a Manuel Rodríguez con los sentimientos de los chilenos. Tales cuecas esperan la música con que han de desplegarse en los escenarios, los tablados y las ramadas. Por el momento, su popularidad la han alcanzado en la forma de tonadas que les adaptó Vicente Bianchi. La primera de estas cuecas condensa la «vida» de Manuel Rodríguez como la del guerrillero, otro tanto hace la segunda sobre su «pasión» y de nuevo es este rasgo calificado por el poeta como «nuestra sangre, nuestra alegría» el que lo define en la tercera, cuyo tema es su «muerte»: «Mataron al guerrillero». El mensaje fundamental de estas tres cuecas se expresa en la culminación de la segunda de ellas:

por todas partes
viene
Manuel Rodríguez.
Pásale este clavel.
Vamos con él.

Después de un siglo y medio de odios fraticidas y rencores que escindían las versiones históricas, Neruda dio una visión nueva, superior, más sabia y verdadera, al unir en ese capítulo señero de su Canto General, en el friso de los libertadores de América, a Bernardo O'Higgins, José Miguel Carrera y Manuel Rodríguez, sin mengua de ninguno de ellos.

Manuel Rodríguez ha sido tradicionalmente personaje predilecto de la poesía popular, recurso habitual de los payadores y figura ro¬mántica evocada con cariño en veladas escolares de aulas modestas del campo o de barrios obreros.

Ya anciano, ese gallardo proletario Antonio Acevedo Hernández, uno de los más chilenazos de nuestros escritores, frecuentaba las oficinas de redacción de El Siglo, llevando como colaboración algunos de sus antiguos trabajos. Entre ellos sobresalieron sus páginas, de tanto donaire, dedicadas a Manuel Rodríguez.

Innumerables veces se quedaba a conversar. Recuerdo sus chispeantes anécdotas sobre toda una etapa muy dura y muy hermosa del teatro chileno cuando fue autor de primera linea y era indudable que, al final de su existencia, concentraba su admiración y reiteraba las referencias a dos personalidades: Manue1 Rodríguez como símbolo de la más noble condición humana y Luis Emilio Recabarren como el maestro que despertó en él la conciencia de su dignidad.

En los años iniciales de la Nueva Canción, momento trascendental para nuestra cultura, cuando Rene Largo Farías tuvo el acierto inolvidable de transmitir su «Chile ríe y canta», hubo también otra audición simílar que se llamó precisamente «Aún tenemos música, chilenos», parafraseando la invocación de Manuel Rodríguez. Y éste ha sido inspirador de trabajos de Patricio Manns e Isidora Aguirre que seguramente encontrarán su debida receptividad en el nuevo Chile liberado del fascismo.

Conviene detenerse especialmente en «Hace falta un guerrillero» de Violeta Parra, porque entrega una gran lección artística. A primera vista sorprende. En su libro Cantores que reflexionan, el Gitano, Rodríguez, da una definición acertada al decir que esa canción se basa en una exageración. Agrega que «el terreno de las asociaciones es delicado y el terreno de las exageraciones también», porque del texto literal de «Hace falta un guerrillero» pudiera deducirse con razón un desconocimiento de la lucha obrero-campesina en Chile. En efecto, precisamente en un momento difícil de esta lucha, proclama paradójicamente:

como fue Manuel Rodríguez, debiera haber quinientos, pero no hay ni uno que valga la pena en este momento,

concepto reiterado en diversas formas en otros de sus versos. No olvidemos que estaba vigente la Ley Maldita y ello amargaba a Violeta.
¿Qué más hay en ello? De una parte, mal pudiera separarse a Vióleta Parra del movimiento popular, en que se insertó con cuerpo y alma. Entonces, cabe examinar «Hace falta un guerrillero» no como se haría con un documento político, al que debe exigirse rigurosidad en cada término, sino como una obra de arte en la que caben aquellas premoniciones, advertencias e instituciones visionarias que el propio Gitano hace ver en su obra que aparecen muchas veces en la Nueva Canción y ahora en el Canto Nuevo. Con su extraordinaria sensibilidad, Violeta se adelanta a los años en que canta, ve la profundidad del dilema histórico, conoce la catadura de los enemigos de su pueblo y clama por el surgimiento de quinientos como Manuel Rodríguez. Puede ser injusta con las luchas del momento en que canta, porque ya vibra en ella uno superior, que comprende como ineludible. Eran los días en que «El sueño americano» de Patricio Manns advirtió, estremecedoramente:

Por toda América rueda la guerra en carro impaciente y en la noche de la sierra yo temo por mis ausentes.

En la tierra de Lautaro, O'Higgins, Manuel Rodríguez, Recabarren, donde ha sido tan grande el impacto de la Revolución Soviética y de la Revolución Cubana, Violeta y Patricio han cantado no sólo para días precisos del calendario sino para todo un proceso liberador.

En otros términos, pero con el mismo sentido, cantó el uruguayo Daniel Viglietti, cuando era inminente el putsch de septiembre de 1973, en su «Por todo Chile»:

No, no, no, nadie te olvida no, no,
Manuel Rodríguez de tu silencio nacen violetas, se abren caminos y crecen niños, cientos de miles por todo Chile.

El sábado 8 de septiembre de 1973 se me encargó trasmitir por una cadena nacional de emisoras, en nombre de la Comisión Política del Partido Comunista de Chile, un mensaje a todo el pueblo, advirtiendo descarnadamente sobre los peligros que se diseñaban y el carácter fascista de la amenaza que se conformaba como un golpe de Estado. Al hacerlo, me pareció esclarecedor repetir en ese texto el célebre «Aún tenemos patria, ciudadanos» de Manuel Rodríguez, que por sí solo definía la gravedad de la situación formulando un llamado supremo a una movilización urgente.

No es casual que, bajo el terror fascista, haya surgido como brazo armado del movimiento obrero y popular el Frente Patriótico Manuel Rodríguez y a la vez amplias masas de combatientes se agrupen en «milicias rodriguistas». Ésta no es la negación, sino la reafirmación y la continuidad, en nuevas circunstancias, de la lucha popular que en tiempos de Violeta Parra alcanzaba grandeza avanzando por determinados caminos y que amplía sus formas de combate.

Esto tiene su lógica. Manuel Rodríguez es el protagonista, enraizado en el pueblo, de los momentos más dramáticos de la existencia de Chile.

lunes, 7 de septiembre de 2009

ORLANDO MILLAS REFLEXIONA SOBRE MANUEL RODRIGUEZ Y EL PUEBLO EN LA GESTA DE LA INDEPENDENCIA


MANUEL RODRIGUEZ

Orlando Millas
Tomado del libro: de O’Higgins a Allende
- páginas de la historia de Chile –
- Libros del Meridion – Ediciones Michay – Madrid – España


El pueblo en la gesta de la Independencia

La trayectoria de Manuel Rodríguez entrega elementos que ayudan a adentrarse en un asunto de primordial importancia de la historia de Chile, un problema capital.

Los historiadores oligarcas y burgueses se han empeñado en acreditar, a base de repetirla majaderamente, la inepcia de que el pueblo de Chile habría sido indiferente y, en gran medida, hostil a la Inde¬pendencia, proceso cuya realización atribuyen a la aristocracia terra¬teniente. Eso es de una falsedad absoluta. El conjunto de la actuación de los padres de la Patria está vinculado a la existencia de un estado de ánimo popular en favor de la emancipación, que la sustentó. Aunque no sea lo único, la más evidente comprobación de la raigambre en las masas trabajadoras de las luchas de entonces, se encuentra en las hazañas de Manuel Rodríguez.

Es sabido que, inmediatamente después de constituirse la Primera Junta Nacional de Gobierno, en septiembre de 1810, se planteó en ella la formación de fuerzas militares para apoyar su gestión. A poco de andar, se creó un cuerpo de artillería ampliando el existente en la Co¬lonia, un nuevo batallón de infantería y dos escuadrones de caballe¬ría. No hubo dificultades para encontrar personal de tropa que los aten¬diese, aunque resultó más difícil dotarlos de oficiales competentes. Al mismo tiempo, Bernardo O'Higgins reclutó también una fuerza militar en el Sur, que se ha dicho habría estado constituida sólo por inquilinos de su hacienda Canteras, lo que no es efectivo porque la integraban diversos campesinos de esa zona, entre ellos dichos inqui¬linos. De allí en adelante nunca faltaron soldados para el ejército patriota y su comportamiento en los campos de batalla demostró su de¬cisión. En este asunto fundamental puede verse que la revolución de la Independencia no era promovida artificialmente, sino que aparecía en razón de que las contradicciones de fondo habían madurado en la sociedad chilena.

La aristocracia no se enroló en el ejército nacional sino que lo hizo el pueblo. Este derramó su sangre y derrotó al ejército español.

En la Patria Vieja surgió inicialmente el nuevo Estado y se comenzó a establecer sus órganos administrativos, policiales, militares, judiciales, educacionales, culturales y económicos. Todo ello era muy incipiente, pero tuvo algún desarrollo y fue contando con cuadros de dirección y con determinado personal. ¿De dónde provinieron? En pri¬mer término, de una capa intermedia entre los aristócratas, reacios a cumplir funciones, y el sector de los trabajadores propiamente tales. Este último comprendía a los esclavos que atendían de preferencia labores domésticas, una gran masa de artesanos, algunos comer¬ciantes detallistas y una muy joven clase obrera.

La capa media fue la protagonista principal que tomó el timón para crear la Patria Vieja y estaba representada por Manuel Rodríguez muy típicamente, aun¬que otras figuras de su círculo social descollaron inicialmente. Era un joven abogado que pertenecía familiarmente a la aristocracia pero con¬vivía con las masas trabajadoras. En él se encuentra el prototipo de los que participaron en las frondas ciudadanas impulsadas por José Miguel Carrera y sus hermanos y puede decirse que las alentaron. Una serie de historiadores las han presentado como golpes de Estado mili¬tares, pero no eran propiamente eso.

Manuel Rodríguez fue, en cierta manera, secretario de Carrera, se enroló en el ejército, alcanzó el gra¬do de coronel y organizó la Auditoría de Guerra y la Fiscalía Militar. La evolución muy rápida de los acontecimientos, desde el 18 de sep¬tiembre de 1810, tuvo que ver con cinco factores, entre otros: el volcamiento en favor de la Independencia de los capitalistas mineros y comerciantes, la decisión con que los acompañaron los terratenientes y los campesinos de la zona sur, encabezados por O'Higgins, el áni¬mo resuelto de la capa media urbana en la que surgieron dirigentes radicalizados como Camilo Henríquez y el propio Manuel Rodríguez, la nueva situación que se vivía en los campos del Valle Central des¬pués de la licitación de las antiguas haciendas de los jesuítas, y la in¬corporación a la actividad política de las masas trabajadoras.

Los historiadores reaccionarios hacen hincapié en que la convocatoria al cabildo del 18 de septiembre y la instauración de la Junta presidida por Mateo de Toro Zambrano se hicieron en nombre de Fernando VII, pero esos formalismos eran únicamente concesiones nece¬sarias para facilitar la transición. La fidelidad a Fernando VII neu¬tralizaba a los vacilantes y se fue convirtiendo a poco andar en una mera frase de rutina y cuando se la abandonó ello pasó desapercibido, o muy poco cuestionado. Los propósitos revolucionarios estaban expuestos, categóricamente, en el Catecismo político-cristiano, de amplia difusión desde mediados de 1810, que se atribuye a Camilo Henriquez.

Este Catecismo fustiga demoledoramente al régimen colonial, concretamente a la dominación española y a la monarquía, pronunciándose por una república democrática. Por ejemplo, leemos en él: «El gobierno republicano es de dos maneras, o aristocrático en que mandan los nobles y optimates, o democrático en que manda todo el pueblo por sí, por medio de sus representantes o diputados, co¬mo es preciso que suceda en los grandes Estados.»

El Reglamento Constitucional de 1812 aún hace referencia a Fernando VII, a pesar de lo cual es, de hecho, una primera Constitución republicana. Entre sus redactores estuvo Manuel Rodríguez.

Sobrevino la Reconquista y puede decirse que en la lucha por el restablecimiento de la libertad, durante ese período de despotismo de¬senfadado, se forjó definitivamente la identidad de los chilenos. Bajo la dirección de San Martín y de O'Higgins se organizó en Mendoza el Ejército Libertador. Ambos conductores atribuyeron un papel decisivo al trabajo político en Chile, que estimaban imprescindible y des¬tinaron a ello una serie de oficiales y algunos arrieros. Pronto se destacó como la primera figura en esta tarea Manuel Rodríguez. Mostró tener condiciones natas para el trabajo clandestino y especialmente para la conspiración. En su estilo lo más notable consistió en su facilidad para evaluar las posiciones, los intereses, la idiosincracia y las aspiraciones populares. Consiguió establecer una red de patriotas que se com¬plementaban entre sí con notable eficiencia.

En los medios rurales chilenos se vivía, entonces, un momento de agudización de los problemas derivados de la expropiación por los terratenientes de las propiedades de un gran número de trabajadores y su expulsión, privándolos de la tierra, sin que la minería o la muy incipiente industria manufacturera lograse darles ocupación. Era un largo proceso que venía desde la Conquista, se desarrolló en gran escala al convertirse las encomiendas en latifundios y tomó nuevo impulso al alterarse los métodos de explotación de las antiguas haciendas de los jesuítas y entrar en auge la producción de trigo para el mercado peruano.

En el campo chileno había, a comienzos del siglo XIX, una considerable población flotante que, en parte, entró al trabajo asalariado en las propias haciendas o en las minas y los astilleros o en talleres y otras faenas en Santiago, pero que, en un notable porcentaje, no encontraba cómo alimentar a sus familias. Así tuvo su caldo de cultivo el bandolerismo, como problema social con ribetes de lucha de clases, siendo sus caudillos figuras populares que se vanagloriaban de atacar y robar a los ricos y en cambio ayudar a los pobres. Aún se conserva en la tradición oral de algunas regiones, después de muchas generaciones, la memoria de ejemplos de distribución de ganado o de alimentos, por tal o cual salteador, a los campesinos de determinados sectores.

Manuel Rodríguez percibió esta situación y captó el estado de áni¬mo rebelde de las masas campesinas. Para él era claro que no podía organizar guerrillas con terratenientes o con gente sumisa. Lo hizo con campesinos caracterizados por tener personalidad e, incluso, en alianza con algunos que vivían al margen de la ley. Lo secundó con apasiona¬do patriotismo el antiguo ovejero Miguel Neira, considerado el terror de los terratenientes y que dejó de lado la perpetración de salteos para emplear su tiempo en hostigar a los realistas. Con el apoyo de Neira formó una guerrilla propiamente tal, que fue capaz de apoderarse de Melipilla, haciendo huir a la guarnición local y, una semana después, de San Fernando que estaba protegido por ochenta soldados. En ambas partes, el pueblo lo apoyó de inmediato, organizó mítines de masas, distribuyó a los campesinos el dinero de la caja real y el taba¬co del depósito de estanco oficial y desapareció en la noche. Poco después atacó Curicó. Estas acciones más salientes fueron acompañadas por decenas de operaciones de.sus lugartenientes que realizaban sabotajes, atacaban a patrullas militares realistas cuando éstas salían de las ciudades e interceptaban la correspondencia en toda la zona de San¬tiago a Talca.

El hecho histórico es que tal lucha popular desplegada en los campos desorientó al mando español y le hizo creer que ya estaba enfrentando a contingentes militares apreciables, tomando en serio los rumores propalados por el propio Manuel Rodríguez de que eran las avanzadas de un ataque que el Ejército Libertador desplegaría simul¬táneamente al norte y al sur de Santiago. Ante una situación que parecía complicada por los audaces golpes de Melipilla, San Fernando y Curicó y la proliferación de pequeñas acciones armadas, fue dispersado el ejército español y sólo la mitad de él pudo hacer frente en Chacabuco al paso de los Andes de las fuerzas de San Martín. La otra mitad estaba distribuida en una extensa zona buscando a los guerri¬lleros de Manuel Rodríguez, que se sentían en los campos como pez en el agua, respaldados por la población trabajadora.

Objetivamente, la victoria de Chacabuco, que decidió la independencia de Chile, se debió a la conjunción del mando militar eximio de San Martín, del coraje y la capacidad en el campo de batalla de O'Higgins y del éxito previo de las guerrillas de Rodríguez.

Algunos historiadores oligarcas y burgueses ocultan lisa y llanamente estos episodios, otros los desfiguran y los que se deciden a tomarlos en cuenta con alguna rectitud no dejan, al menos, de atenuarlos.

Manuel Rodríguez nunca tuvo a menos haber ganado a Miguel Neira y a otros como él para la lucha por la independencia. Supo aquilatar los alcances sociales de su situación, les dio confianza y la recibió de su parte. Abogó por tomarlos en consideración al construir el Chile liberado. Se le acusó de mantener contactos con ellos y lo reconoció altivamente ante el propio O'Higgins. En la tragedia de su muerte, este fué uno de los factores que enardeció a sus enemigos.
Otros países han amasado hermosas leyendas y sus artistas han novelado consejas populares sobre bandidos que surgieron en momen¬tos de conmociones históricas, exacrados por los poderosos de su tiempo y más tarde elevados a la categoría de héroes con los que se identifican ciertos valores soterradamente admirados. Los británicos honran hasta hoy a un asaltante del siglo XIII, Robín Hood, que combatió a los normandos. Por el momento, Neruda ya reivindicó en Joaquín Murieta a los chilenos y, en general, a los latinoamericanos que debieron esgrimir el puñal, nuestro corvo, en las lejanas tierras del Pacífico norteamericano. Pero, Joaquín Murieta tuvo predecesores, hermanos y continuadores que afrontaron con similar coraje en su propia tierra a un régimen, el del latifundio chileno, tan feroz como el de los yanquis sedientos de oro de la antigua California.

Los terratenientes chilenos han sentido y transmitieron un odio inextinguible de clase a través de sus historiadores y han hecho repetir durante más de un siglo y medio en las escuelas su desprecio a Miguel Neira y una leyenda negra, plagada de calumnias, contra los Pincheira, a los que se presenta confusamente en la línea del infame traidor Benavides. Queda mucho por investigar sobre la raíz social de sus vidas atormentadas, sobre las razones del auge de sus luchas y sobre su verdadera conducta, en que al menos es indiscutible una bravura sobrecogedora.
Para entender lo que verdaderamente era el campo chileno de la primera mitad del siglo pasado, un primer atisbo, luminoso y apasionante, lo encontramos en el análisis de las guerrillas de Manuel Rodríguez, que ha prevalecido en el corazón del pueblo como gran figu¬ra nacional sin tacha. Pero en él no sólo encontramos ese rasgo. También se trasunta en sus hechos de la Patria Vieja la índole popular urbana de la Independencia. Chileno a la vez de Santiago y de las guerrillas rurales, hay que entenderlo, sin desmedro de los otros fundadores de la república, a fin de reconstruir una imagen más auténtica de los primeros años de la gesta emancipadora.

domingo, 16 de agosto de 2009

ORLANDO MILLAS REFLEXIONÓ HACE 31 AÑOS, SOBRE BERNARDO O'HIGGINS A 231 AÑOS DE SU NACIMIENTO



O’HIGGINS
Estimad@s compañer@s y amig@s:
Este 20 de agosto de 2009, se cumplen 231 años del nacimiento del Libertador Bernardo O’Higgins. Su figura cada día recobra mas vigencia. De él los chilenos sabemos tan poco, que hoy día y hacía el futuro, nos vemos y veremos obligados a conocerlo y estudiarlo en toda cabalidad. América Latina no está cambiando de rostro solamente. Nuevos gobiernos revolucionarios levantan en nuestra América morena, con su lucha y transformaciones las espectativas de sus pueblos. Bolivar, San Martin y O’Higgins, junto a otros patriotas se hacen presente en la integración y la unidad de nuestros pueblos. La tarea del presente es hacer realidad lo que señalara el Gran Libertador Simón Bolivar, que: “La patria es América”.

L@s invito a leer a Orlando Millas* quién escribiera a proposito del cumplimiento de los 200 años del nacimiento del Libertador Bernardo O’Higgins, un primer articulo sobre “ La presencia de Bernardo O’Higgins en las luchas actuales”, publicado en la revista América Latina, Moscú, agosto de 1978 y “El revolucionario”, Intervención realizada en el acto de homenaje al bicentenario del nacimiento de O’Higgins, en el Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias de la U.R.S.S., Moscú, 16 agosto de 1978, es decir hace 31 años.

Estos dos documentos forman parte del libro “ de O’Higgins a Allende”- páginas de la historia de Chile, escrito por Orlando Millas. (Publicado por: Libros del Meridion - Ediciones Michay- Madrid- España).

Fraternalmente:
Oscar Dante Conejeros E.



(*) Fue diputado por Santiago en tres periodos, ex Ministro del gobierno de la Unidad Popular que encabezara el compañero Salvador Allende. Fue miembro del Comité Central del Partido Comunista y de su Comisión Política, asícomo director del diario El Siglo y de la revista teórica comunista Principios.

La presencia de Bernardo O 'Higgins en las luchas sociales actuales

En uno de los más importantes y conocidos poemas del capítulo «Los Libertadores» de su Canto General, Pablo Neruda condensó magistralmente los sentimientos de la clase obrera y del pueblo chileno no solo de admiración sino de afecto entrañable por el procer Bernardo O’Higgins. En este poema lo evoca como niño sin padre, joven exiliado
debatiéndose en la pobreza, provinciano despreciado por la aristocracia y, en razón de todo ello, como un libertador de trayectoria antioligárquica. Señala la significación que tuvo en la vida de O'Higgins su encuentro en Londres con el
venezolano Miranda:

y un elegante, pobre,
errante incendio
de nuestra libertad
te dio consejos de águila prudente
y te embarcó en la Historia.

En contraste con el inextinguible odio que sentía la reacción por el que denominaban «el huacho Riquelme», Neruda proclama:
pero hemos heredado tu firmeza,
tu inalterable corazón callado.
Lo define:
Eres Chile, entre patriarca y huaso.
Artículo publicado en la revista América Latina, Moscú, agosto de 1978.

Significativamente, colocó el poema dedicado a O'Higgins en la serie en que destaca otro muy característico dedicado a Recabarren. Resume la posición de los comunistas chilenos ante O'Higgins:
Estás hoy con nosotros,
eres nuestro,
padre del pueblo,
inmutable soldado.

En efecto, la figura de O'Higgins es de plena actualidad y se proyecta con perfiles propios en las luchas sociales de nuestro tiempo. Nacido en Chillán el 20 de agosto de 1778, su segundo centenario se transforma en una bandera de combate de su pueblo.
En el mes de abril último, el Partido Comunista de Chile le dirigió una carta a los oficiales, suboficiales, soldados, marinos, aviadores y carabineros de Chile, en los siguientes términos:

«Nos dirigimos a ustedes en el año del bicentenario del natalicio del general Bernardo O'Higgins Riquelme, procer de nuestra Independencia, fundador del Ejercitó y de la Marina de Guerra de Chile. Hace ciento sesenta años, en 1818, el 12 de febrero, el general Bernardo O'Higgins firmó el Acta de la Independencia de Chile y el 5 de abril el Ejército Libertador derrotó en los campos de batalla de Maipú a las tropascoloniales españolas y selló definitivamente la Independencia de nuestra patria. Hoy se ha abandonado el legado de O'Higgins, se ha deteriorado la independencia nacional y la capacidad defensiva del país, lo que es consecuencia de todo lo que ha hecho y deshecho la tiranía personalista de Pinochet.»



Después de un amplio análisis de lo que representa el fascismo y de la catástrofe a que ha conducido a Chile, el Partido Comunista indica en este documento: «Los comunistas estamos convencidos de que las Fuerzas Armadas —a las que no
confundimos con el fascismo, ni con Pinochet— retomarán el legado de O'Higgins y, como parte integrante del pueblo, contribuirán a terminar con la tiranía fascista. Se salvará así el honor de los institutos armados, hoy mancillados por el dictador, y en conjunto todos los patriotas civiles y militares, emprenderán la grandiosa tarea de iniciar la reconstrucción democrática de nuestra patria.» 2

La línea de continuidad histórica entre la revolución encabezada por O'Higgins a comienzos del siglo pasado y el actual proceso revolucionario de la sociedad contemporánea tiene fundamentos reales indiscutibles.

De allí que, mientras se publicó en Chile el diario El Siglo, órgano del Partido Comunista hoy clausurado por la tiranía fascista, una de sus grandes ediciones extraordinarias anuales de mayor tiraje era la de cada 20 de agosto, dedicada a
Bernardo O'Higgins, cuyos materiales gozaban de prestigio y amplia acogida, especialmente en los establecimientos escolares y entre los niños chilenos que en ese mes cumplen tareas vinculadas a la vida del procer. Por lo demás, fue el gobierno Frente Popular, establecido en Chile en 1938, el que se caracterizó por rendir culto a la memoria de O'Higgins, colocar su efigie en las monedas, dar su nombre a la Alameda, que es la principal avenida de Santiago, instaurar la celebración del 20 de agosto y promover la divulgación y el estudio de su ideario. Uno de sus últimos actos de gran relieve en el que participó Salvador Allende fue el realizado en Chillán el 20 de agosto de 1973, en homenaje al 195.° aniversario del nacimiento del fundador de la república. Entonces la situación era extremadamente tensa, ese mismo día estuvo en
Santiago sublevada durante algunas horas la Fuerza Aérea; pero Allende antepuso a todo la celebración digna de quien encarna los ideales chilenos de libertad y su memorable discurso pronunciado en esa ocasión en Chillan sintetiza la identificación del pensamiento y la obra de O'Higgins con el pensamiento y la obra del gobierno popular que presidía.



El texto de la Declaración de la Independencia de Chile es un documento notable, redactado de su puño y letra por O'Higgins y que contiene, en forma expresa, el derecho del pueblo a darse el régimen político y social de su libre decisión.
Al fundamentar el papel histórico de la clase obrera y la aspiración al establecimiento del régimen socialista en Chile, Luis Corvalán ha hecho referencia directa, en algunos Congresos del partido, a esta formulación.

En los días iniciales de la constitución de la Primera Junta Nacional de Gobierno, en septiembre de 1810, Bernardo O'Higgins no estuvo en el centro de los acontecimientos. Vivía alejado de Santiago, la capital colonial y bastión aristocrático. Educado en Inglaterra, imbuido de los criterios de la burguesía que era la clase ascendente de la época, convencido de la necesidad de promover la Independencia, a la vez que extraño a la oligarquía gobernante, vivía en la lejana zona de Chillan y La Isla, como entonces se denominaba a la actual provincia de Bío-Bío. Aunque hijo natural, heredó una hacienda de su padre, que en vida lo había mantenido alejado. Esa hacienda, Canteras, estaba próxima a la frontera de la guerra de Arauco. Los terratenientes de la región se diferenciaban de los de más al Norte porque no habían consolidado una dominación feudal y trabajaban para el mercado, tanto para proveer al ejército como especialmente para, la exportación.

Se caracterizaban por sus relaciones mercantiles y sus afanes comerciales. Entre ellos, O'Higgins constituía a su vez un caso especial, dado que se empeñó en la modernización de los trabajos agricolas y mostró una actitud respetuosa y de verdadero afecto por los campesinos mestizos y mapuches. Fue designado diputado
al Primer Congreso Nacional. Representaba a la región que en esos momentos asumía una posición más resuelta en favor de la Independencia y se colocaba en contradicción más abierta con la aristocracia colonial. No se limitó a ser diputado y organizó los primeros destacamentos de fuerzas armadas republicanas. Muy pronto fue pasando al primer plano, a medida que se creaba una situación crítica, el proceso era acosado por grandes peligros y se requería una dirección más clara, decidida y enérgica.

Desde entonces, Bernardo O'Higgins se ganó el respaldo del sector progresista de la sociedad y el odio mortal de la aristocracia. Los decenios de los años diez y los años veinte del siglo pasado fueron de lucha aguda, áspera y cruenta.
Muchas veces la revolución de la Independencia estuvo en peligro porque a la embestida de la reconquista colonial se sumaba el estallido de desavenencias en el campo republicano. Esto fue una consecuencia explicable de la inexperiencia
de las fuerzas revolucionarias y, en gran medida, de la complejidad de la estructura de clases y capas sociales que dejaban como herencia los tres siglos de Colonia. Pero, en medio de alternativas que no pueden juzgarse con cartabones maniqueístas, lo cierto es que el coraje personal de O'Higgins, su intrepidez y su capacidad para reagrupar a un vasto sector de fuerzas progresistas, fueron factores muy valiosos para volcar los acontecimientos en favor de la Independencia.

La gran contienda, la lucha contra el colonialismo, estuvo a veces perturbada por contiendas menores entre chilenos que igualmente aspiraban a la Independencia. La tragedia de entonces fue que se enfrentasen con O'Higgins otros
patriotas tan eminentes como, por ejemplo, los hermanos Carrera y los hermanos Rodríguez. Aún no se realiza una investigación histórica que descubra los hilos de las intrigas de la aristocracia y de los agentes norteamericanos e ingleses
interesados en pescar a río revuelto. Con todo, no afecta en nada los méritos de José Miguel Carrera, de Manuel Rodríguez y de otros caudillos de la Independencia que se enfrentaron a O'Higgins en las luchas fraticidas de ese tiempo, dejar constancia de que la aristocracia ha reservado hasta el día de hoy su mayor encono para éste. Por eso mismo, ha sido insensata la actitud de la ultraizquierda al pretender revivir, también ella, los odios y las ofuscaciones del primer tercio del siglo pasado y arremeter nuevamente contra O'Higgins.

Entre los hechos de armas de O'Higgins, figura su ruptura del cerco de Rancagua. Se trata de una derrota. El ejército patriota estaba rodeado y la superioridad inmensa de las fuerzas españolas aseguraba, de acuerdo a los principios del arte militar, que iba a sucumbir irremediablemente. Sin embargo, O'Higgins no se resignó, reagrupó una vanguardia de choque de su ejército, se colocó a su frente y temerariamente se lanzó al contraataque, arrolló las trincheras realistas y se abrió paso. Aunque fue restablecida en el país la dominación colonial, sobre el período de la denominada Reconquista estuvo proyectada la gesta de Rancagua, el heroísmo de O'Higgins adquirió contornos legendarios y en Argentina contó con la solidaridad patriótica e internacionalista de San Martín, conjuntamente con el cual organizó un nuevo ejército, el Ejército Libertador, vencedor en las batallas de Chacabuco y Maipú, que sellaron la Independencia de Chile.

En el nudo de esos acontecimientos se encuentra presente uno de los caracteres más singulares e importantes de la obra de O'Higgins. Nada fue más ajeno a él que el chovinismo. Concebía el patriotismo inseparable del internacionalismo de los pueblos. En contraste con la generalidad de los miembros de la sociedad de su tiempo, valorizó
altamente al pueblo mapuche. A la organización secreta que se propuso abatir la dominación colonial le colocó el nombre de Logia Lautarina, en homenaje al jefe guerrero mapuche que derrotó al conquistador Pedro de Valdivia. Al fundar el ejército republicano, acuñó la frase que debía considerar como su primer Comandante en Jefe precisamente a Lautaro, al que definió como precursor. En circunstancias de que entonces continuaba la guerra de Arauco, una actitud de esta especie no era meramente formal, sino que implicaba una política nueva y revolucionaria. En efecto,
personalmente se preocupó de promover un acuerdo pacífico con el pueblo mapuche.



Brindó su amistad sin reservas al cacique Coñuepán. En su hogar acogió a niños mapuches huérfanos y los educó como si fueran sus propios hijos.
Cuando O'Higgins dejó de ser gobernante, se volvió a la política de guerra, prevalecieron los odios nacionales y, más tarde, la llamada Guerra de Pacificación de la Araucanía fue una empresa de conquista, de saqueo y de crimen, que hasta
hoy mantiene una herencia sangrienta en la comunidad chilena. Una tarea actual de la revolución chilena, destacada por Luis Corvalán en la sesión plenaria de agosto de 1977 del Comité Central del Partido Comunista de Chile, es retomar la senda de O'Higgins y dar solución al problema nacional y social del pueblo mapuche.
La línea internacionalista no fue jamás desmentida en la vida de O'Higgins. Y, justamente, por eso, pudo ser el primero y el más ardiente y eficiente de los patriotas. Al organizarse el Ejército Libertador, le pareció lo más normal,
lógico y justo que su Comandante en Jefe fuese el general argentino José de San Martín. Repudió con energía toda intriga que pretendiese amenguar la autoridad de San Martín. Un porcentaje de los oficiales, suboficiales y soldados del Ejército Libertador estaba constituido por argentinos de origen africano y estableció con ellos lazos de confraternidad de armas que se convirtieron en una amistad muy sólida. Los historiadores burgueses han ocultado celosamente que la sangre negra derramada en Chacabuco y Maipú fue decesiva para lograr la Independencia de Chile; pero, en la
correspondencia de O'Higgins y en los testimonios de sus contemporáneos aparece reconociéndolo con afectuosa gratitud.

Tras la victoria de Chacabuco, hubo de constituirse el gobierno republicano de Chile, producto del desarrollo del proceso revolucionario en una etapa superior. Todos pensaron en O'Higgins para presidirlo; pero, éste se negó y sostuvo enérgicamente la candidatura de San Martín para encabezarlo. Sabía que actitudes como ésta le granjeaban la animaversión de otros patriotas que ponían celosamente el acento en la autonomía de la naciente nación. Sin embargo, él no veía mengua alguna en colocar al servicio de Chile las dotes de un libertador de tan profundo sentimiento
internacionalista como San Martín, gran argentino y a la vez gran latinoamericano. Fue necesaria la insistencia del propio San Martín para que O'Higgins se resignase a ser jefe de gobierno. Y luego, como tal, su primera preocupación estuvo dedicada a continuar la obra emancipadora y, así como en Argentina se había organizado el Ejército Libertador de Chile, ahora en Chile, con recursos del país y entregando a ello todo lo que se disponía, formar el Ejército Libertador del Perú. En esta nueva tarea tendría suma importancia el dominio de los mares. Por eso, O'Higgins dio prioridad a la formación de la Marina de Guerra de Chile y contrató los servicios de uno de los oficiales del almirante Nelson, el brillante marino Lord Cochrane. Para el Comando en Jefe de la Expedición Libertadora, designó con plenos poderes a
San Martín. Transcurridos algunos años, al dejar O'Higgins el gobierno abatido por una fronda aristocrática, encontró acogida generosa en el Perú que había contribuido a liberar y tuvo allí una segunda patria por la que sentía mucho respeto y gran cariño.

Cuando la libertad del Perú estuvo amenazada y le cupo a Simón Bolívar dar las batallas que aplastaron a los postreros intentos realistas de restablecer la Colonia, O'Higgins colocó su espada a las órdenes de Bolívar.

La Historia siguió otro curso. Se fueron desatando conflictos e incluso guerras entre países latinoamericanos. La reacción jugó siempre a exacerbar las pasiones. Las oligarquías feudales tomaron en cada nación la bandera del chovinismo. Las nacientes burguesías irrumpieron con afanes expansionistas. Desde fines del siglo pasado, el imperialismo agudiza toda diferencia entre nuestros pueblos, magnifica cualquier dificultad y promueve la desestabilización en una y otra parte. Una América Latina unida está en condiciones de defender mejor sus intereses y sus derechos y la tesis del Pentágono y de Wall Street es una América Latina desunida en que les quepa erigirse en arbitros. Cuando esto sucede, puede apreciarse la grandeza, la visión y el alcance de la política sustentada categóricamente por O'Higgins, en
la que volvió a insistir cuando se desató la guerra, desaprobada por él, entre Chile y la Confederación Perú-Boliviana.

Bregó siempre, sin vacilaciones, por un entendimiento fraternal, una amistad real y una colaboración constructiva entre Argentina, Perú, Bolivia, Chile y los demás países de América Latina. Es una gran tarea de los verdaderos patriótas y
revolucionarios de nuestra época abatir los prejuicios, desbrozar las idiosidades desarrolladas en más de un siglo y poner en vigencia, como requisito de la afirmación de la plena liberación nacional y social, la línea internacionalista de
O'Higgins.

A pesar de que todo esto es claro, algunos historiadores burgueses enrostran a O'Higgins que, en la búsqueda del entendimiento con los países latinoamericanos, mostrase determinados recelos en las relaciones con Estados Unidos. En
esto coincidió con San Martín y Bolívar y con los gobernantes más destacados que hubo en Chile después de él, por ejemplo, con Freire y Portales. De lo que se trata no es de prejuicios sino de prevenciones justificadas ante la política expansionista norteamericana.

Al asumir O'Higgins el gobierno de Chile, prevalecían, en la sociedad del país, a pesar de la Independencia, los títulos de nobleza española y las órdenes nobiliarias de Santiago, Calatrava, Carlos II, Alcántara, San Juan, Monteza y Maestranza de Sevilla. Un historiador resume en los siguientes términos el conflicto planteado: «La política social de O'Higgins es uno de los instrumentos más importantes en su labor. No podía ver las diferencias sociales de la época colonial. Odio la aristocracia, exclamaba a sus íntimos. O'Higgins abolió, junto con los títulos de nobleza, estas órdenes nobiliarias. No deseaba ostentación de vanidad de sangre, donde se almenaba el orgullo y la desigualdad social. Mandó picar de los frontispicios de las casas los escudos de armas y en la tolvanera cayeron blasones y órdenes nobiliarias,
títulos y escudos de armas, con toda su corte de jeroglíficos, como llamaba a la ciencia heráldica, cimeras, coronas, románticos lambrequines... Decidido partidario del patronato, no siempre respetó en sus actos a la autoridad eclesiástica:
estableció la Escuela Militar en el patio de los padres agustinos, porque lo encontró central y apropiado para ello; anexó el Instituto Nacional al Seminario Conciliar a fin de que éste lo sostuviera con sus rentas. Estas medidas le fueron restando el apoyo del clero... La aristocracia formaba en la oposición; los principios igualitarios de O'Higgins la había dejado horra de sus títulos y afanes nobiliarios y habían atentado contra su poder económico, tratando de abolir los mayorazgos. Los Carrera estaban emparentados con toda la aristocracia y asimismo Rodríguez; el fusilamiento de don José Miguel Carrera, tragedia en que ninguna intervención tuvo o pudo tener O'Higgins, aumentó la tabla de sangre levantada en su contra... Don Miguel Luis Irarrázaval, en Illapel, encabezó la insurrección. Era el hombre más querido y respetado, el más grande terrateniente, el heredero de la más auténtica aristocracia.» 3

En la fronda aristocrática que derribó al gobierno patriótico de O'Higgins influyeron el espíritu de revancha por la abolición de los títulos de nobleza y de las órdenes nobiliarias; el afán de defender los mayorazgos contra los que se había pronunciado y que iba a abolir; la alarma que produjo a los terratenientes la parcelación de la zona beneficiada con el Canal de Maipo al sur de Santiago y en el centro de la cual surgió la ciudad de San Bernardo, lo que constituyó la primera reforma agraria en el país; los resentimientos que había originado en algunos sectores su actitud amistosa con San Martín y los patriotas argentinos y que contribuyó a ahondar su distanciamiento de las familias Carrera y Rodríguez; la explotación por la aristocracia de los sacrificios que se requirieron para financiar y sostener la Expedición Libertadora al Perú; el malestar del clero por su política de libertad de conciencia y de culto; el desafecto de los círculos palaciegos santiaguinos por colaboradores del gobierno que no pertenecían a su esfera; los prejuicios reaccionarios contra el fomento del teatro y otras actividades culturales, y la preocupación de la clase dominante ante el hecho de que las obras públicas y la nueva organización de las fuerzas armadas atraían a una parte de los inquilinos de los campos al trabajo asalariado.

El desplazamiento y el exilio de O'Higgins fue una victoria de la reacción y la celebraron alborozados los que habían suscrito, poco antes de Chacabuco, el Acta de la Traición pronunciándose contra la Independencia de Chile. Sin embargo, esta victoria no pudo consolidarse. Resultó efímera. O'Higgins había sabido interpretar a las fuerzas emergentes y su política correspondía objetivamente a la solución de los grandes problemas que estaban maduros. La aristocracia terrateniente no estuvo en condiciones de detener la marcha de la Historia. El curso republicano abierto por el
libertador se desarrolló con altibajos; pero, fue abriéndose paso.

En nuestra época, la clase obrera chilena se inspira en la decisión revolucionaria, en el espíritu radical, en la actitud intransigente en los asuntos de principios, en el coraje para afrontar a los enemigos del pueblo, en el recto sentido
internacionalista y en el patriotismo de Bernardo O'Higgins.

El 11 de septiembre de 1973, las fuerzas facciosas dirigidas por el traidor Pinochet, al bombardear el Palacio de La Moneda, destruyeron el texto original de la Declaración de la Independencia de Chile. El presidente héroe Salvador Allende cayó asesinado precisamente bajo el cuadro que reproduce el acto solemne de la proclamación de tal Declaración. En esto hay más que un simbolismo casual. Las fuerzas antifascistas representan la continuidad de la lucha que en su tiempo desarrolló a cabalidad Bernardo O'Higgins.

sábado, 4 de julio de 2009

GLADYS DIAZ RECUERDA LA SOLIDARIDAD DE KATIA Y DE ESCUCHA CHILE

Katya
Queridos colegas. Amigos, amigas:

Me he quedado con la sensación de que este homenaje debió hacérsele a Katya, en vida. Miles de nosotros dimos la vuelta al mundo agradeciendo a tantos que nos ayudaron, que nos apoyaron ,que nos salvaron, en los años de la dictadura. Pero sin duda, no le dimos a Kathia, el agradecimiento masivo que se merecía. Tal vez partió sin saber hasta qué nivel su voz y su nombre estaban para siempre esculpidos en nuestros corazones. Brindarle un homenaje a Katya, es en la retrospectiva, hacer un homenaje a la Radio Moscú, a lo que significó para cientos de miles de chilenos.

La radio tiene la magia de producir cercanía. La voz del locutor se mete en las alcobas, en las cocinas, en la piel de los oyentes. Ningún medio de comunicación ha logrado producir esa familiaridad, ese vínculo. Pero si esta circunstancia es válida para las radioemisoras de cualquier signo, para un pueblo entero que hizo de Radio Moscú, su fuente fundamental de información y de esperanza, sus programas, sus noticiarios fueron mucho más importantes todavía. Fue mucho más cercana y familiar.

Si cerramos los ojos, y nos concentramos, todavía podemos escuchar la voz cálida y potente de Katya anunciando el acontecer de la Resistencia, denunciando los atropellos de los servicios de Inteligencia. A través del éter, llegaban los nombres de los prisioneros, se denunciaban los falsos enfrentamientos, se conocían las formas que tomaban las expresiones de la solidaridad internacionaL Así supimos que no estábamos solos, que un gran gigante humano que tocaba todos los continentes, apoyaba a los resistentes, repudiaba al régimen y lo aislaba.

Nunca un medio de comunicación fue tan importante para un pueblo oprimido. y las voces que nos llegaban fueron tan hermanas, tan esperadas, tan aceptadas y creídas. En los campamentos carcelarios de mujeres, escuchar a Radio Moscú, escuchar a Katya, era un imperativo cotidiano. En medio de la oscuridad de una celda, estaba su voz junto a nosotras, cada noche. La compañera de turno escuchaba, escribía y luego se comunicaba a la comunidad de prisioneras, lo que la radio decía que estaba ocurriendo.

Recordamos aquel aciago día de 1975, cuando a través de las emisoras permitidas por la dictadura, se dio a conocer la lista de los 119 compañeros detenidos desparecidos, a quienes se presentaba como muertos en reyertas intestinas por supuestas diferencias políticas, y fuera del país. Para nosotras ese día fue muy amargo. En esa lista aparecía el padre, el hermano, el amigo, el camarada, la pareja. Hasta entonces cada una de nosotras tenía la esperanza de que estuvieran en una cárcel remota, tal vez en una isla, a lo mejor en otro país, prisioneros y vigilados por otras dictaduras. y ese día la esperanza recibió un guadañazo final.

En medio de abrazos solidarios, llanto y gritos salidos de las entrañas, tuvimos que aceptar que esa era la forma en que Pinochet nos decía que no siguiéramos buscando a los nuestros, porque los detenidos desaparecidos ya no estaban con vida. Esa noche cercamos la pequeña radio portátil para escuchar a radio Moscú, y esa noche, y la siguiente, hasta que a través de las ondas, fuimos armando el montaje de los dinos, la aparición por una sola vez, por solamente un número, del diario O'Día de Brasil y la burda conspiración entre servicios de inteligencia de países vecinos. Buscaron en ese gesto desesperado, intentar sin éxito, explicar lo inexplicable. En lo personal, tengo una deuda de gratitud inmarcesible con la radio Moscú.

Eran los días de mi secuestro en Villa Grimaldi, días de espanto, de repensar la civilización, con su regreso a las cavernas. y uno sentía la soledad del anonimato de esa estancia, y se temía la muerte sin testigos. Sin que los padres, los hermanos, el hijo, supieran jamás lo que allí ocurrió. Era el tiempo en que uno enfrentaba la posibilidad de morir sin dejar huellas. Una muerte sin rastros, sin dolientes, sin acompañamiento, sin flores, sin palabras de amor, es como una doble muerte.

Y allí en la Torre, retorcida por los espasmos, escuché unos golpes en la pared, una voz, mi nombre. Desde la celda vecina, llegó la voz de un prisionero recién detenido. Compañera, compañera, hay una campaña denunciando que usted está aquí, en la Villa Grimaldi. Que está muy mal de salud. Lo escuché anoche en Radio Moscú.

Eran los primeros días de marzo de 1975, y todo se hizo más cálido. Pude ver el sol a través del vendaje de mis ojos, y nunca me parecieron más perfumadas las rosas de la Villa. Los susurros de los prisioneros que estaban en el patio, cuando me bajaron al baño, me parecieron como el suave coro de una dulce melodía. Ya no habría anonimato. Pasara lo que pasara, lo sabrían los míos. Ya no existiría una doble muerte.

La voz de Katya aún sin escucharla, llegaba a mis oídos en los momentos más aciagos de mi existencia, para disolver un fantasma. y la bendije y desde lo más profundo del ser que vive una situación límite, bendije a todos los que hacían posible que radio Moscú existiera y pudiera llegar con su potencia hasta nuestros oídos, pasando la palabra de boca en boca, hasta hacer el mensaje multitudinario.

Fueron muchos los momentos en que a partir de allí y durante el tiempo de prisión que compartimos con mis hermanas en Tres Alamos y en Pirque, en que la voz de Katya llegó a nosotras con su fuerza y su belleza.

A mediados de 1976 fui sacada del campamento de mujeres. Me separaron de mis hermanas, como castigo. Y fuí llevada al segundo piso de la casona de la Comandancia donde estaban los compañeros Luis Corvalán, Julio Palestro y Daniel Vergara. Era vecina de ellos, pero no podía hablarles. Dos uniformados cuidaban mi puerta para que nadie se acercara. Para ducharme ,compartía un baño con ellos, en que había un viejo y desvencijado refrigerador, con algunas verduras en su interior.

A Don Lucho se le ocurrió crear un correo escrito entre nosotros, que escondíamos entre las hojas del repollo. En aquellos meses de incomunicación, mi única conexión con el mundo era un boletín que diariamente don Lucho, escribía para mí, con las noticias que Radio Moscú había entregado la noche anterior. Una vez más y así, hasta el día en que fui expulsada al extranjero, me llegaba la voz de Katya, aún sin escucharla.

Compañera Katya:

Para nosotras estarás Presente ahora y siempre. Tu voz no se apaga con tu partida, porque volverá a potenciarse cada vez que un pueblo necesite de una voz cálida y comprometida como la tuya, que le informe y le dé esperanzas. Aparecerán una y otra vez, otras Katyas hasta que el hombre sea capaz de construir sociedades justas, con igualdad de oportunidad para todos y con respeto por la voluntad de los pueblos.

Muchas gracias.

GLADYS DIAZ, PERIODISTA, PRISIONERA DE VILLA GRIMALDI
HABLANDO EN EL ACTO DEL TEATRO CAMILO HENRIQUEZ
EN HOMENAJE A KATIA OLEVSKAYA, LOCUTORA DE RADIO MOSCU

viernes, 26 de junio de 2009

DEBATE LEGITIMO




DEBATE LEGÍTIMO


Debemos pensar, que no estamos en un régimen “democrático”, como el que deseáramos todos. Primero porque nos mantenemos sometidos a una Constitución, que nada tiene de democrática, desde su génesis.
Constitución que las fuerzas políticas representadas actualmente, no tienen voluntad de modificar en su esencia.

Segundo porque la dinámica de los cambios exige nuevas formas de organización y apertura de espacios para la libre expresión de los ciudadanos. Y un análisis somero nos demostrará que las fuerzas políticas de este país, no se han renovado en lo absoluto, pese a que lo pregonen a los cuatro vientos.

La “renovación” sólo pasa por el cartel. ¿Qué de nuevo nos pude plantear la derecha, guardiana de sus intereses económicos? Nada, porque significaría ceder poder; y como me comentaba un amigo hace unos días: “el poder no se entrega, es arrebatado”; de diferentes formas, el voto o la violencia; pero la realidad cruda es esa.

¿Qué nos puede plantear de nuevo la Concertación? Al menos hay una posibilidad de abrir espacios. No es una fuerza homogénea y sus luchas internas deben canalizarse hacia algún punto. Quizás sea allí en donde la Izquierda pueda comenzar a abrirse un poco de espacio y avanzar un tanto. Pero para ello, necesitamos ser una alternativa posible; y eso hasta ahora no lo logramos.

Suelo no emplear el término “culpables”, muy propio de la cultura occidental, para eludir responsabilidades. Y si de responsabilidades se trata, es bueno comenzar a analizar cuales son nuestras propias responsabilidades, como Izquierda, más allá de los partidos.

Como Izquierda, no hemos tenido la claridad política, para encontrar los factores de unión que nos permitan ser una fuerza real. Tampoco encontramos la forma de canalizar los reales intereses de la gente; principalmente porque sobreponemos, lo que “creemos correcto”, sin analizar el fondo de lo que hoy sucede y motiva a la gente.

Como marxista, pienso que el análisis de hoy por parte de la izquierda, carece de una dialéctica elemental. Y si bien las condiciones cambian presentando otros escenarios, la problemática de fondo del poder, sigue siendo la misma; pero esto mismo nos obliga a buscar nuevas estrategias, sin despreciar aquellas que son parte fundamental de nuestros principios.

La responsabilidad política e intelectual de generar nuevos procesos estratégicos, es una responsabilidad colectiva de las fuerzas de izquierda. No podemos dejar esta tarea a los dirigentes. Los dirigentes deben conducir a sus fuerzas por ese proceso generado desde la base misma de la izquierda. Y si no es así, quiere decir que no tenemos una conducción idónea y cada cual dentro de su partido o movimiento debe luchar por ello.

Si citamos a Recabarren, no olvidemos que el siempre condenó al Parlamento Burgués, sin embargo defendió el derecho a participar en él, como una estrategia válida para desde allí denunciar al sistema y abrir espacios políticos que permitieran crecer al movimiento popular.



Hoy la situación tiene ribetes similares, aunque no idénticos. La Concertación se encuentra en una encrucijada y postula con el peor candidato que podría presentar, indudablemente por las presiones internas por parte de la DC.

La Ley de elecciones, con su sistema binominal, no permite a la izquierda obtener representación parlamentaria y la alianza con la Concertación ofrece una oportunidad para aspirar a tener alguna posibilidad de ello. El problema está en cómo manejar esa situación sin traicionar los propios principios. Esas pueden ser las legítimas dudas que hoy nos afecten.

Sabemos que la Concertación sólo es un buen administrador del sistema; pero ¿Cómo comprometemos realmente a ese movimiento para que realice cambios que generen mejores condiciones? Cambios en cuanto a mayor participación ciudadana, efectiva; por ejemplo en la elección de los CORE, o la legitimación de los Cabildos, como herramienta de decisión de las comunas en problemas fundamentales; y por cierto el llamado a Plebiscito en decisiones nacionales fundamentales, como lo son, la Ley de Educación y el cambio de la Constitución.

Si como izquierda, no somos capaces de generar discusión, apoyo y compromiso a la resolución de problemas como estos, en una coyuntura como la presente, quiere decir que aún nos resta un largo camino que recorrer. Pero hay que correr riesgos si se desea avanzar y el mayor es votar por el candidato de la Concertación, que personalmente no me agrada.

Héctor Koyck

martes, 23 de junio de 2009

LUIS CORVALAN DESPIDIO A TENCHA ALLENDE EN EL CONGRESO Y EN LA CATEDRAL


CORVALÁN LLEGA A LA CATEDRAL ACOMPAÑADO DE IRALIDEZ GONZALEZ Y DE SU YERNO


MICHELLE BACHELET E ISABEL ALLENDE, JUNTO AL FÉRETRO DE TENCHA BUSSI DE ALLENDE


CORVALAN SALE DEL CONGRESO


LA GENTE APLAUDE Y SALUDA AL EX SECRETARIO GENERAL DEL PC


LA GENTE VITOREA A CORVALAN A LA LLEGADA A LA CATEDRAL


CORVALAN SALE DE LA CATEDRAL


CORVALAN SE RETIRA HACIA LA PLAZA DE ARMAS

PROFUNDO DOLOR HA PRODUCIDO LA NOTICIA DEL FALLECIMIENTO DE LA SEÑORA HORTENSIA BUSSI, VIUDA DEL PRESIDENTE SALVADOR ALLENDE.

ESTE CENTRO CHILENO, EN EL EXTREMO NORTE DEL CONTINENTE AMERICANO, TUVO EL HONOR DE RECIBIRLA EN ESTA CIUDAD, DONDE ELLA VINO A AGRADECER LA INMENSA SOLIDARIDAD DEL PUEBLO QUEBEQUENSE HACIA LA LUCHA DEL PUEBLO CHILENO POR RECUPERAR LA DEMOCRACIA EN TIEMPOS TAN DRAMÁTICOS VIVIDOS BAJO LA DICTADURA.

AQUÍ CONOCIÓ EL PUEBLO QUEBEQUENSE A ESA CHILENA QUE EN SU LUCHA POR LA DEMOCRACIA MOSTRABA UNA DIGNA SERENIDAD Y UNA FORTALEZA EJEMPLARES, SOBREPONIÉNDOSE A SU DOLOR PERSONAL DE LA PÉRDIDA DE SU MARIDO Y EL HABER SUFRIDO ELLA MISMA EL BOMBARDEO DE SU CASA HABITACIÓN EN LA CALLE TOMÁS MORO. TODO EL QUEHACER DE LA SEÑORA HORTENSIA ESTUVO CARACTERIZADO POR UN APORTE SIN TREGUA A LA UNIDAD DEL PUEBLO CHILENO, RECORDANDO SIEMPRE LAS IDEAS DEL PRESIDENTE HÉROE SALVADOR ALLENDE.

QUERIENDO INTERPRETAR EL SENTIMIENTO DE TODOS LOS CHILENOS QUE HABITAN ESTA CIUDAD DE QUEBEC, CANADÁ, EL CENTRO CHILENO "PABLO NERUDA" ENVÍA SUS SENTIDAS CONDOLENCIAS A SUS HIJAS CARMEN PAZ E ISABEL, COMO TAMBIÉN A TODA SU FAMILIA.

CENTRO CHILENO "PABLO NERUDA" DE QUEBEC, CANADÁ


EL ÚLTIMO VIAJE DE TENCHA A LA MONEDA