martes, 2 de diciembre de 2008

HACE 37 AÑOS, FIDEL CASTRO SE DESPIDIÓ DE CHILE EN EL ESTADIO NACIONAL Y ALERTÓ DE LOS PELIGROS DEL FASCISMO



DISCURSO DEL COMANDANTE FIDEL CASTRO, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO,
EN EL ACTO DE DESPEDIDA QUE LE BRINDO EL PUEBLO DE CHILE,
EN EL ESTADIO NACIONAL, SANTIAGO DE CHILE, CHILE, 2 DE DICIEMBRE DE 1971.

I PARTE

Querido Presidente; Revolucionarios chilenos; Chilenos todos:

El Presidente nos ha dejado tan impactados con sus palabras que tenemos que serenarnos un poquito. El Presidente ha dicho palabras emocionantes y valientes (APLAUSOS), analizando algunas cuestiones de actualidad. Pero en mi caso, aunque en estos días haya estado con alguna actualidad, soy un visitante que no debo ocuparme de tales actualidades. Debemos y podemos hablar de otras actualidades que son comunes a los intereses de todos nuestros pueblos. Debemos y podemos ocuparnos de otras cuestiones que son comunes a todos los procesos revolucionarios.
Hay una pregunta, muy común en los chilenos, que nos hemos encontrado en casi todas partes, y que revela ese gran espíritu patriótico de los chilenos y un poco de ese orgullo patriótico de los chilenos. Y es que se llenan los pulmones de aire, suspiran profundo, y preguntan: "¿Qué le parece a usted este país? ¿Qué impresiones tiene usted de este país?" Aun cuando sepan lo que a uno le parece, aun cuando conozcan de antemano las impresiones. O como cuando preguntan: "¿Cómo lo han tratado en este país?" Aun cuando puedan conocer la respuesta de nuestros sentimientos hacia los que aman verdaderamente este país.
Pero, desde luego, sobre impresiones se pueden decir muchas cosas, que vayan desde la majestuosidad de las montañas, o el azul del cielo, o la belleza de la Luna, los recursos naturales, sus paisajes impresionantes. Pero nosotros no somos geólogos ni somos naturalistas. Y lamentablemente, de poeta solo tenemos aquello que dice el refrán que a todos nos atribuye un poco de poeta y de loco. Me imagino que los chilenos hayan conocido también ese refrán.
En cambio, hay cuestiones que nos interesan mucho más: nos interesa el paisaje humano por encima de todo, nos interesa el pueblo por encima de todo, nos interesan los chilenos por encima de todo (APLAUSOS).

Si a algo hemos dedicado nuestra vida es a la cuestión humana, a la cuestión social, a la cuestión revolucionaria. Si algo nos despierta el interés por encima de todo es la lucha de los pueblos y de los hombres, es la marcha histórica de la humanidad desde que el hombre vivía en hordas primitivas al hombre de hoy. Si algo nos interesa es el espectáculo vivo de un proceso en sus momentos críticos.
Porque la marcha de la humanidad ha sido lenta. En ocasiones la marcha se detiene. En ocasiones incluso retrocede. Pero también en ocasiones se acelera. Esos son los momentos de crisis, esos son momentos de revoluciones.
Hemos visitado a Chile no como turistas. Hemos visitado a Chile como revolucionarios, como amigos (APLAUSOS), como solidarios de este proceso, como solidarios de este proceso y de este país. Hemos visitado a Chile... Y en esto permítasenos una pequeñita discrepancia con el Presidente, pero no una discrepancia constitucional ni protocolar, sino simplemente conceptual. El dijo que no habíamos venido ni a aprender ni a enseñar. Y la discrepancia es que si bien estamos absolutamente de acuerdo en que no vinimos a enseñar —y no sé qué clase de miedo tenían esos que andaban con los libelitos diciendo que no tenía nada que enseñarles, y que tal vez reflejaban una especie de complejo, un miedo subconsciente—, sin embargo decimos con toda franqueza que hemos venido a aprender (APLAUSOS).

Pero nadie piense que hemos venido a aprender algunas de las cosas que nos aconsejaban algunos libeluchos o algunos sesudos de las teorías políticas reaccionarias, que decían que qué bueno que veníamos a aprender de elecciones, de parlamento, de libertades determinadas de prensa, etcétera. ¡Muy interesante la cuestión! Pero ya nosotros aprendimos bastante de todo eso. Durante 50 años conocimos muchas de esas libertades burguesas, capitalistas; y conocimos sus instituciones demasiado bien. Y no es que digamos que no sean buenas. También en su época fue buena la democracia griega. También en su época significó un extraordinario adelanto de la sociedad humana la república romana, con sus millones de esclavos, sus circos de gladiadores y sus cristianos devorados por leones. También el medioevo se consideró un avance sobre la esclavitud primitiva, a pesar de la servidumbre feudal. También la Revolución Francesa histórica, famosísima, significó un avance sobre la sociedad medieval y las monarquías absolutas que en un tiempo llegaron a gozar de prestigio. Y fueron consideradas altas instituciones en la marcha del progreso humano. Y existieron incluso los llamados "déspotas ilustrados".
De manera que el advenimiento de una forma nueva de producción y la creación de nuevas relaciones de producción y de propiedad y de apropiación de los productos, determinaron el nacimiento de todas esas superestructuras, que fueron consideradas buenas en un momento dado de la marcha de la humanidad.

Pero quienes pretendan que alguna sociedad o algún sistema social, y la superestructura que tal sistema social representa, sean eternos, se equivocan, porque eso está desmentido absolutamente por la historia. Y a una forma social, sucedió otra; y a esa, otra; y a esa, otra. Y cada vez por una forma social superior.

La burguesía incluso en su época, cuando no existía el proletariado, fue revolucionaria, fue una clase revolucionaria, y dirigió al pueblo en la lucha por una forma social nueva y dirigió a los campesinos, que eran siervos de los feudales, y dirigió a los artesanos. No existía el proletariado. Y la sociedad humana continuó su marcha.
Pretender que esa forma que surgió hace dos siglos, pretender que esa forma es eterna, pretender que es la máxima expresión del avance humano, pretender que con ello culminó el progreso de la humanidad, no constituye desde el punto de vista histórico y científico sino una completa ridiculez.

Pero, además, todas las sociedades, todos los sistemas sociales caducos, cuando estaban próximos a ser abolidos se defendieron. Y se defendieron con tremenda violencia a lo largo de la historia.

Ningún sistema social se resignó a desaparecer de motu proprio. Ningún sistema social se resignó a las revoluciones. Y desde luego, por eso nosotros decíamos que alguna vez fueron buenos. Solo que hoy están condenados por la historia, están sencillamente caducos, son sencillamente anacrónicos. Y los anacronismos existen mientras pueden existir. Los anacronismos subsisten mientras los pueblos no tienen fuerza suficiente para cambiarlos (APLAUSOS).
Los anacronismos subsisten simplemente mientras no puedan ser cambiados. Pero el que no puedan ser cambiados en un momento dado de un proceso no significa históricamente que serán eternos.

En nuestro país, que conocimos aquellas formas del estado de explotación, aquellos instrumentos de que se valieron los explotadores para reprimir a los explotados, sus instituciones han sido cambiadas. ¿Es acaso un secreto? ¿Es acaso un secreto los cambios que han ocurrido en Cuba?

Y nosotros en la Universidad Técnica respondiendo a una pregunta decíamos que, efectivamente, nosotros no éramos demócratas representativos. ¡No éramos demócratas representativos! ¡Y mucho menos cuando ustedes saben perfectamente bien a quiénes se les ha llamado demócratas representativos en este continente!
Y nosotros decíamos: en nuestro país nuestro pueblo no necesita que lo represente nadie, porque el pueblo se representa a sí mismo (APLAUSOS).

En nuestro país se han producido cambios muy profundos, ¡muy profundos!, e incluso difíciles de comprender a distancia. Y muy difícil de comprender sobre todo a través del prisma de la mentira y de la calumnia, en que tanto se han especializado a lo largo de la historia los reaccionarios. Porque hay una diferencia entre el revolucionario y el reaccionario. Y es que el revolucionario no miente. ¡El revolucionario no puede mentir! El revolucionario vive de convicciones íntimas, de motivaciones profundas. Y la mentira es una violación del carácter, la mentira es una violación de los sentimientos más íntimos del hombre. La mentira es el arma de los que no tienen razón. La mentira es el arma del que no tiene argumentos. La mentira es el arma del que desprecia a los demás y, sobre todo, desprecia al pueblo (APLAUSOS).
¡El arma del revolucionario es la verdad! ¡El arma del revolucionario es la razón! ¡El arma del revolucionario es la idea! ¡El arma del revolucionario es el pensamiento! ¡El arma del revolucionario es la conciencia! ¡El arma del revolucionario es la cultura! ¡El arma del revolucionario contemporáneo es la interpretación correcta de las leyes científicas que rigen la marcha de la sociedad humana!
¡Nosotros no mentimos ni mentiremos jamás! Y no tememos enfrentarnos en el campo de las ideas a ningún adversario. La verdad siempre saldrá victoriosa a la larga. Y la tarea del revolucionario es, en primer término, armar los espíritus, ¡armar los espíritus! Incluso ningún arma física tiene ningún valor si antes no están bien armados los espíritus (APLAUSOS).
No intentamos siquiera que desde tal distancia se puedan comprender los problemas de nuestro país. No lo intentamos. No es incluso una cuestión fundamental. Pero solo decimos que cuando hablamos de que si vinimos a aprender, no veníamos a aprender cosas caducas y anacrónicas en la historia de la humanidad (APLAUSOS). Ni nos interesa fundamentalmente el día o la hora, el cómo o el cuándo los pueblos deciden barrer con los anacronismos. Nadie los barrerá en ninguna parte en tanto no puedan. Nadie puede barrerlos antes de tiempo. Y ojalá siempre sean barridos lo más pronto posible (APLAUSOS).

Hemos venido a aprender en un proceso vivo. Hemos venido a aprender cómo se comportan las leyes de la sociedad humana. Hemos venido a ver algo extraordinario, algo extraordinario: en Chile está ocurriendo un proceso único. Algo más que único: ¡insólito!, ¡insólito! Es el proceso de un cambio. Es un proceso revolucionario donde los revolucionarios tratan de llevar adelante los cambios pacíficamente. Un proceso único, prácticamente el primero en la historia de la humanidad —no decimos en la historia de las sociedades contemporáneas—, único en la historia de la humanidad, donde tratan de llevar a cabo el proceso revolucionario por los cánones legales y constitucionales, mediante las propias leyes establecidas por la sociedad o por el sistema reaccionario, mediante el propio mecanismo, mediante las propias formas que los explotadores crearon para mantener su dominación de clase.
Entonces, es realmente algo único, algo insólito.

¿Y cuál fue nuestra actitud? Nosotros los revolucionarios, que no hicimos nada único ni hicimos nada insólito... Porque los revolucionarios cubanos tenemos si acaso el mérito de haber sido la primera Revolución socialista de América Latina (APLAUSOS).
Pero no tenemos el mérito de haberlo hecho en forma insólita y única.
¿Pero cuál ha sido nuestra actitud? La de solidaridad con ese proceso. La de nuestra solidaridad con los hombres que quieren llevar ese camino. Nuestra comprensión, nuestro apoyo moral, nuestra curiosidad, nuestro interés.
Porque es —como hemos dicho en otras ocasiones— que no son los revolucionarios los inventores de la violencia. Fue la sociedad de clases a lo largo de la historia la que creó, desarrolló e impuso su sistema siempre mediante la represión y la violencia. Los inventores de la violencia fueron en todas las épocas los reaccionarios. Los que impusieron a los pueblos la violencia fueron en todas las épocas los reaccionarios.
Y nosotros observamos, y el mundo observa con enorme interés, cómo se desarrolla este proceso chileno en las circunstancias actuales del mundo, incluso dentro de la actual correlación de fuerzas del mundo.
Ahora, para nosotros eso constituye un acontecimiento extraordinario.
Nos preguntaron en algunas ocasiones —de un modo académico— si considerábamos que aquí tenía lugar un proceso revolucionario. Y nosotros dijimos sin ninguna vacilación: ¡Sí! Pero cuando se inicia un proceso revolucionario, o cuando llega el momento en un país en que se produce lo que podemos llamar una crisis revolucionaria, entonces las luchas y las pugnas se agudizan tremendamente. Las leyes de la historia cobran su plena vigencia.

Y cualquiera que haya vivido en este país tres semanas, cualquiera que haya visto y analizado los factores, las medidas primeras tomadas por el gobierno de la Unidad Popular —medidas que golpearon fuertemente a poderosos intereses imperialistas, medidas que culminaron con la recuperación de riquezas fundamentales del país, medidas que se caracterizaron por el avance de las áreas sociales, medidas que se caracterizaron por la aplicación de una ley de reforma agraria (que no la hizo el gobierno de Unidad Popular, y que fue una ley de reforma agraria concebida con otros objetivos: una ley de reforma agraria muy limitada, y realmente muy tibiamente aplicada cuando se aprobó)—, esas medidas han comprobado, puede decirse, la gran verdad histórica de que el proceso de cambios genera una dinámica de lucha. Y las medidas realizadas ya, y que constituyen el inicio de un proceso, han desatado la dinámica social, la lucha de clases; han desatado la ira y la resistencia —como en todos los procesos sociales de cambio— de los explotadores, de los reaccionarios.

Ahora bien: la cuestión que obviamente se plantea —visto por un visitante este proceso— es si acaso se cumplirá o no la ley histórica de la resistencia y de la violencia de los explotadores. Porque hemos dicho que no existe en la historia ningún caso en que los reaccionarios, los explotadores, los privilegiados de un sistema social, se resignen al cambio, se resignen pacíficamente a los cambios.
De manera que esta es una cuestión a nuestro juicio esencial, y un aspecto que ha ocupado nuestro interés, y algo en lo cual hemos estado aprendiendo, y aprendiendo mucho en estos días. Sí, señores —sobre todo los que me pedían que viniera a aprender—: ¡He aprendido mucho!: cómo funcionan las leyes sociales, cómo funciona un proceso revolucionario, cómo reacciona cada sector y cómo luchan las diversas fuerzas (APLAUSOS).
Lo hemos vivido. Y lo hemos vivido aun en nuestra propia piel. Y no porque me hayan atravesado la piel con ninguna pedrada, o con ningún balazo, o porque me hayan quemado un pelo —no he visto pasar ni de lejos una piedra. He sentido, como visitante, como amigo, como solidario, he sentido otro tipo de agresiones harto conocidas: de insultos, de campañas.

No somos tampoco ajenos posiblemente a la agudización de algunos problemas. Y quizás hasta incluso nuestra visita constituyera un elemento de estimulo a los que querían crear dificultades al gobierno de la Unidad Popular. En un momento en que realmente había aquí, se dice, cientos y cientos de periodistas de todo el mundo para reportar sobre esta visita; en un momento en que en el mundo entero —en todos los países de Europa, de Asia, de Africa, de América Latina— se hablaba de esta visita, de este encuentro entre chilenos y cubanos, de este encuentro entre dos procesos que se iniciaron en formas tan diferentes, cuando Chile y la imagen chilena recorrían ampliamente el mundo, es obvio que eso podía producir cierta irritación, cierto malestar, cierto exacerbamiento, y se condujera a la aceleración de determinadas actitudes.

De modo que como visitante he recibido en nombre del pueblo de Cuba extraordinarias pruebas de afecto. Pero hemos tenido oportunidad de apreciar y de ver cómo se manifiestan estos fenómenos.

Indiscutiblemente que quien visitaba este país no era Benito Mussolini (ABUCHEOS). Quien visitaba este país no era Adolfo Hitler (ABUCHEOS). Quien visitaba este país no era un fascista. Quien visitaba este país no era un instrumento de los monopolios yankis. Quien visitaba este país no era un amigo de los poderosos y de los privilegiados. ¡Quien visitaba este país era un amigo de los humildes, un amigo de los trabajadores, un amigo de los campesinos, un amigo de los estudiantes, un amigo de los pueblos! (EXCLAMACIONES: "¡Fidel, Fidel!")

Por eso cuando nosotros hablábamos y cambiábamos impresiones con los compañeros chilenos a raíz de la invitación del Presidente, y nos preguntaban qué deseábamos ver, pues nosotros les decíamos: deseamos conocer las minas, el salitre, el cobre, el hierro, el carbón, los centros de trabajo, los centros agrarios, las universidades, las organizaciones de masa, los partidos de izquierda: deseamos hablar con los revolucionarios y hablar incluso con aquellos que aunque no se pueden considerar revolucionarios son personas decentes (APLAUSOS). No se nos podía ocurrir otra cosa.



Y, efectivamente, se organizó ese tipo de visita.

Pero, ¿por qué? ¿Por qué? Porque nosotros sabemos dónde están nuestros amigos, en qué clase social. Y nosotros sabemos que donde están los obreros y los campesinos y los humildes están nuestros amigos (APLAUSOS).

Y por eso el recibimiento que hemos tenido en todos los pueblos, en todas las universidades, en los campos: el recibimiento extraordinariamente afectuoso que hemos tenido en todos los centros de trabajo, ¡en todos!, sin una sola excepción. Ni aun en aquellos sitios donde los reaccionarios se empeñaron más en deformar la conciencia del obrero, ¡ni en esos!

El espíritu del obrero, del hombre humilde, del creador de las riquezas con su sudor y con sus manos, fue el mismo espíritu que dicen las leyes de la historia.
Por eso nosotros tuvimos la oportunidad de comprobar ese fenómeno y cómo se produce el fenómeno, a pesar del extraordinario diluvio de campañas, de calumnias, de mentiras, que las agencias cablegráficas de los monopolios yankis han regado sobre Cuba. Y sin embargo, ¿de qué sirvió todo eso?

Desde luego, no podíamos nosotros ni siquiera imaginarnos, y habría que estar absolutamente loco para creer que íbamos a ser recibidos afectuosamente por los intereses opuestos de los obreros, de los campesinos y de los humildes de este país. Nosotros no íbamos a ser bien recibidos por los poderosos, los terratenientes, los reaccionarios.
En dos palabras, chilenos: nosotros no esperábamos ser bien recibidos por los fascistas (APLAUSOS).

Pero, repito, hemos aprendido otra cosa: hemos aprendido la comprobación más de otra ley de la historia: hemos visto el fascismo en acción. Y hemos podido comprobar un principio contemporáneo: que la desesperación de los reaccionarios, la desesperación de los explotadores en el mundo de hoy —como ya se ha conocido nítidamente por la experiencia histórica— tiende hacia las formas más brutales, más bárbaras de violencia y de reacción.

Y todos conocen la historia del fascismo en diversos países, en los países que fueron la cuna de ese movimiento, cómo surgieron; y cómo los privilegiados, los explotadores, cuando aun sus propias instituciones —cuando aun sus propias instituciones—, inventadas y creadas por ellos para mantener el dominio de clase no les sirven, las destruyen ellos mismos. Inventan una legalidad, inventan una constitución, inventan un parlamento. Cuando digo inventan una constitución, digo: inventan una constitución burguesa, porque las revoluciones socialistas establecen sus propias constituciones y sus propias formas de democracia.
Pero, ¿qué hacen los explotadores cuando sus propias instituciones ya no les garantizan el dominio? ¿Cuál es su reacción cuando los mecanismos con que han contado históricamente para mantener su dominio les fracasan, les fallan? Sencillamente los destruyen. No hay nadie más anticonstitucional, más antilegal, más antiparlamentario y más represivo y más violento y más criminal que el fascismo (APLAUSOS).


El fascismo, en su violencia, liquida todo: arremete contra las universidades, las clausura y las aplasta; arremete contra los intelectuales, los reprime y los persigue; arremete contra los partidos políticos; arremete contra las organizaciones sindicales; arremete contra todas las organizaciones de masa y las organizaciones culturales.
De manera que nada hay más violento ni más retrógrado ni más ilegal que el fascismo.


Y nosotros hemos podido ver en este insólito y único proceso cómo se manifiesta esa ley de la historia, que los reaccionarios, los explotadores en su desesperación, apoyados fundamentalmente desde el exterior, generan y desarrollan este fenómeno político, esa corriente reaccionaria que es el fascismo.
Y lo decimos con toda franqueza: que hemos tenido la oportunidad de aprender y de ver el fascismo en acción (APLAUSOS).

Y sinceramente creemos que no habrá nada que pueda enseñarnos tanto a nosotros como esta visita.
Pero también se dice que no hay nada que enseñe a los pueblos tanto como un proceso revolucionario. Todo proceso revolucionario enseña a los pueblos en unos meses lo que a veces dura decenas de años en aprender.
Hay una cuestión: ¿Quién aprenderá más y más pronto? ¿Quién tomará más conciencia y más pronto? ¿Los explotadores o los explotados? ¿Quiénes aprenderán más rápidamente en este proceso? ¿El pueblo o los enemigos del pueblo?
(EXCLAMACIONES DE: "¡El pueblo!") "

¿Y están ustedes completamente seguros, ustedes que son protagonistas, que son actores de esta página que escribe su patria; están completamente seguros de que ustedes han aprendido más que sus explotadores? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!")
Permítanme entonces discrepar en este caso no del Presidente sino de la masa (APLAUSOS).

Mañana dirán en algún cintillo, en algún lugar del mundo las agencias: "Discrepa Castro de la masa." Discrepamos de una apreciación de la situación.
Y en esta especie de diálogo sobre cuestiones científicas e históricas, nosotros podemos decir que no estamos completamente seguros de que en este singular proceso el pueblo, el pueblo humilde —que es la inmensa mayoría del pueblo— haya estado aprendiendo más rápidamente que los reaccionarios, que los antiguos explotadores.
Pero hay, además, algo: los sistemas sociales que las revoluciones están cambiando llevan muchos años de experiencia, ¡muchos años de experiencia! Acumularon experiencia, acumularon cultura, acumularon técnicas, acumularon trucos de toda especie para actuar frente a los procesos revolucionarios. Y mientras, se presentan a la masa del pueblo, que no tiene esa experiencia, que no tiene esos conocimientos, que no tiene esas técnicas, se enfrenta con toda la experiencia y las técnicas acumuladas de los otros.

Y si ustedes desean que nosotros seamos francos... Y hemos dicho que nosotros no podemos expresar una mentira. Podemos equivocarnos, hacer una apreciación falsa, pero jamás decir algo que no creamos. Y nosotros creemos sinceramente que el aprendizaje de la parte opuesta, el aprendizaje de los reaccionarios ha ido más rápido que el aprendizaje de las masas (APLAUSOS).

¿Es que acaso le faltarán cualidades a este pueblo? ¿Es que acaso el pueblo chileno fuera un pueblo que careciera de las mayores virtudes patrióticas, de las mayores virtudes de carácter, de valor, de inteligencia y de entereza? ¡No! Nosotros estamos impresionados extraordinariamente por las características del pueblo chileno. Y nosotros en todas partes, a veces en contacto con campesinos, después de hablar media hora con ellos, les preguntábamos en qué grado estaban y nos decían: "No sabemos leer ni escribir."

Nos impresionaba extraordinariamente lo apasionado del carácter chileno: en las recepciones, en los recorridos, el valor, la decisión; cómo los hombres se lanzaban delante de los carros. Pero algo más: ¡Cómo se lanzaban las mujeres! Pero algo más: ¡Cómo en numerosas ocasiones vimos madres con los hijos en los brazos atravesarse delante, con una decisión y un valor impresionante!

Hemos visto en el pueblo chileno cualidades que nuestro pueblo no tenía al comienzo de la Revolución: más nivel cultural, más cultura política —escúchese bien—, más cultura política, ¡mucha más cultura política! Porque en nuestro país no existía la situación de Chile hoy día: la victoria en las urnas de los partidos marxistas —es decir: Partido Comunista, Partido Socialista—, y otras organizaciones que apoyaban a esos partidos (APLAUSOS).

En el orden de la cultura política ustedes han partido de un nivel mucho más alto que nosotros. Pero algo más: ustedes han partido de una tradición patriótica de 150 años y una tradición nacional de 150 años. Ustedes han partido de un nivel de patriotismo mucho más alto, de una valoración superior de las cuestiones de su país, de su patria.

Nuestro país estaba demasiado penetrado por la ideología del imperialismo. Nuestro país había sido demasiado invadido por la cultura imperialista, por el modo de vida, por todos los hábitos de aquella sociedad tan vecina a nosotros que era Estados Unidos.

De manera que por eso nosotros en ese sentido éramos mucho más débiles que ustedes. Es decir, en toda una serie de aspectos este pueblo parte de un nivel superior al nuestro. Desde el punto de vista económico Chile tiene más recursos económicos que Cuba, tiene un mayor desarrollo económico incomparablemente al que tenía Cuba. Disponía de un recurso nacional que ahora es suyo. Es decir, dispone ahora de un recurso nacional como el cobre, en el que 30.000 obreros producen casi 1.000 millones de dólares en moneda exterior, en divisas (APLAUSOS).

Recursos energéticos: casi 2 millones de toneladas de petróleo. Recursos hidroeléctricos, hierro, carbón, industria alimenticia mucho más desarrollada que Cuba: industria textil. Es decir que parten ustedes de un nivel de desarrollo técnico y de desarrollo industrial muy superior al que había en Cuba.
De manera que en este país están dadas todas las condiciones de carácter humano, todas las condiciones de carácter social, para el avance.

Pero ustedes tienen algo también que no teníamos nosotros. En nuestro país los oligarcas, los terratenientes, los reaccionarios, no tenían la experiencia de esa contrapartida de ustedes aquí. En nuestro país, además, los terratenientes y los oligarcas no se preocupaban de que pudiera haber cambios sociales, porque decían: los americanos —ellos llaman los americanos a los norteamericanos— se encargan de esto. ¡Aquí no puede haber ninguna revolución! Y se dormían sobre los laureles.
En Chile no es así. ¡En Chile no es así!


La reacción, la oligarquía está mucho más preparada de lo que estaba la de Cuba, mucho más organizada y mucho más equipada para resistir los cambios, desde el punto de vista ideológico. Han creado todos los instrumentos para librar una batalla en todos los terrenos frente al avance del proceso. Una batalla en el campo ideológico, una batalla en el campo político, una batalla en el campo de masas —fíjense bien— ¡una batalla en el campo de masas contra el proceso!

Ahora bien: esa es la diferencia fundamental. Hay otras, ¡hay otras! No me refiero a las otras, porque eran caminos totalmente diferentes.

Pero cuando la Revolución en nuestro país triunfa, cuando se inicia —nosotros llamamos triunfo de la Revolución el primero de enero, pero lo consideramos históricamente como el inicio del proceso—, cuando se inicia ese proceso también tuvimos resistencia. No vayan a creer que no tuvimos resistencia. No vayan a creer que en Cuba no hubo resistencia de la reacción y de la oligarquía.

Hubo resistencia, ¡y fuerte! Acudieron a todos los recursos que tenían a mano, a todas las armas, ayudados muy directamente por los imperialistas. Y en todos los campos —fíjense bien—, en todos los campos nos presentó batalla. La presentó en el campo ideológico, la trató de presentar en el campo de masas, la presentó en el campo armado.

A nosotros se nos puede decir que iniciamos un proceso de lucha armada en Cuba. Pero nosotros no inventamos la resistencia armada. Y la resistencia armada nos costó muy cara. La resistencia armada de la reacción le costó a nuestra patria más sangre y más víctimas que la guerra revolucionaria. ¡Vean!: murieron más hombres frente a la violencia reaccionaria que los que habían muerto en los combates de la guerra revolucionaria. Nos costaron cientos y cientos de vidas, nos costaron cientos y cientos de millones de dólares.

Porque las medidas de sabotaje, la creación de bandas mercenarias armadas en casi todo el país, las infiltraciones constantes de espías, los lanzamientos constantes de armas nos costaron a nosotros años de lucha. La invasión mercenaria de Girón, después las amenazas de la Crisis de Octubre, instigada por los imperialistas... Nosotros hemos tenido que estar luchando durante todos estos años.

Ahora bien: Nosotros les hemos ganado la batalla en todos los terrenos. APLAUSOS)
Les hemos ganado la batalla, en primer lugar, en el terreno ideológico; en segundo lugar, en el terreno de masas; y, en tercer lugar, les ganamos la batalla en el terreno de las armas (APLAUSOS).


A nuestro juicio el problema de la violencia en estos procesos —incluido el de Cuba—, una vez que se ha instaurado el régimen revolucionario, no depende de los revolucionarios. Sería absurdo, sería incomprensible, sería ilógico que los revolucionarios cuando tienen la posibilidad de avanzar, de crear, de trabajar, de marchar adelante, vayan a promover la violencia. Pero no son los revolucionarios los que en esas circunstancias crean la violencia. Y si ustedes no lo saben, seguramente que la propia vida se encargará de demostrárselo (APLAUSOS).
Esa fue nuestra experiencia cuando el movimiento revolucionario cubano triunfa.
El trabajo no fue fácil. ¡Nadie se lo imagine fácil! Créannos que en nuestro país había más partidos que en Chile, ¡había más partidos que en Chile! En nuestro país hubo de todo. Por eso no hay por qué desanimarse. Existieron todo tipo de discrepancias. Pero al lado de eso había una fuerza unificadora, al lado de eso había un propósito de unir y una conciencia de unión y de fuerza, de fuerza. Eso no faltó nunca.

Y ustedes deben saber que en nuestro país la fusión de los partidos no se hizo por decreto. Nadie se imagine que en Cuba alguien decretó una ley fundiendo los partidos. ¡No! En Cuba se fueron uniendo progresivamente las fuerzas revolucionarias, se fueron fundiendo progresivamente. Fue un proceso de años.
Hoy en nuestro país hay una sola fuerza revolucionaria, que es la fuerza revolucionaria del pueblo de Cuba (APLAUSOS).

Yo no sé cuántas decenas de miles de personas hay aquí. No sé. Ustedes deben tener más o menos una idea. Pero tantas personas como hay aquí se reúnen en Cuba en 10 minutos. Y en dos horas se reúnen diez veces todas las personas que están aquí. ¡En dos horas! Y nuestra capital tiene dos tercios de la población de Santiago.
En nuestro país se ha llegado a un gran nivel de unidad, a un gran desarrollo de la conciencia revolucionaria. Se ha generado una forma nueva de patriotismo muy sólida, ¡muy sólida!, que ha hecho de nuestra patria un baluarte de la Revolución y una trinchera entre las naciones de este continente que el imperialismo no podrá destruir (APLAUSOS).


Hemos escuchado con asombro lo que explicaba el Presidente de que por allá por Washington o Nueva York un periódico de mucha circulación publicó una declaración de un alto funcionario, que decía "que las horas del gobierno popular en Chile estaban contadas" (ABUCHEOS).

Pues bien: hace mucho rato —aparte la grosería, aparte la intromisión, aparte el insólito augurio, aparte la ofensa, aparte la insolencia—, quiero señalar que hace muchos años que a ningún loco funcionario en ese país se le ocurre decir que las horas de la Revolución Cubana están contadas (EXCLAMACIONES).

Habrá que no solo indignarse. Habrá que no solo enfadarse. Habrá que no solo proclamar la dignidad herida, protestar de la ofensa, sino que habrá que preguntarse por qué creen eso, y por qué se sienten tan seguros. ¿Qué cálculos han hecho? ¿Qué computadoras han introducido en la cuestión? No quiere esto decir que las computadoras yankis no se equivoquen. Nosotros tenemos buenas experiencias de que se equivocan. Y en Girón, en Girón se equivocaron las computadoras del Pentágono, de la CIA, del gobierno, de todo el mundo. Se equivocaron. Y se equivocaron por millones de diferencia. Es decir, las computadoras se equivocan.

Pero hay que preguntarse por qué ese optimismo, por qué esa seguridad, en qué bases se apoyan, qué los alienta. Habrá que preguntárselo. Y serán ustedes los únicos que podrán dar la respuesta.
¿Pero acaso les interesa la opinión de un visitante no turista? ¿Me autorizan? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!")
Que levanten la mano los que están de acuerdo (EL PUBLICO PRESENTE LEVANTA LA MANO).

Bueno, ante esa autorización, ante esa autorización plebiscitaria (EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel!", "¡Fidel!", "¡Fidel!")

Les digo —ante esa autorización plebiscitaria, en materia de conceptos, en materia de conceptos—, les digo que por debilidades en el propio proceso revolucionario, por debilidades en la batalla ideológica, por debilidades en la lucha de masas, por debilidades frente al adversario (APLAUSOS).

Y el adversario exterior, apoyando al adversario interior, trata de aprovechar todo resquicio, toda debilidad.

Podíamos decir: por debilidades en la consolidación de fuerzas, en la unión y la ampliación de fuerzas.

Ustedes viven un proceso muy especial, pero que no es nuevo en lo que se refiere a procesos de lucha de clases. La historia tiene incontables ejemplos. Están viviendo el momento del proceso en que los fascistas —para llamarlos como son— están tratando de ganarles la calle, están tratando de ganarles las capas medias de la población. En determinado momento de todo proceso revolucionario los fascistas y los revolucionarios luchan por ganar el apoyo de las capas medias de la población.
Ahora, los revolucionarios son honrados, los revolucionarios son honestos, los revolucionarios no andan con mentiras, los revolucionarios no siembran el terror, no siembran la angustia ni inventan cosas truculentas y tenebrosas.


¡Ah!, pero los fascistas sí que no se detienen ante nada. Tratan de tocar cualquier sensibilidad, inventar la calumnia más increíble: tratan de sembrar el miedo, el temor, la intranquilidad en amplias zonas de las capas medias de la población: tratan de hacerles creer las cosas más inverosímiles: tratan de despertar los mayores temores en todos los órdenes. Tiene un objetivo: ganarse las capas medias. Algo más: utilizan los sentimientos más ruines y más bajos.

El chovinismo —ese nacionalismo estrecho—, esos egoísmos, los tratan de desatar por todos los medios, ¡por todos los medios! El chovinismo, los egoísmos, las pasiones más bajas, los temores más infundados. No se detienen ante nada.

Y nosotros lo hemos visto, porque de vez en cuando tenemos tiempo de ver algo en este viaje agitado y largo, largo en kilómetros y largo en días —en lo cual nosotros estamos coincidiendo plenamente con los quejosos—, y lo hemos visto: qué tipo de mentiras, de cosas, se dicen; ¿a dónde van dirigidas? Con relación a nuestra misma visita, ¿a qué iban dirigidas todas? Bueno: había una sola forma de visitar este país, y era: un mudo. ¡Un mudo que no hablara ni por señas!, porque por señas se pueden decir muchas cosas (RISAS Y APLAUSOS).

Cualquier tema, cualquier detalle... Primero el fariseísmo. Bien: "Ha llegado, ha sido recibido. Esperamos que no confunda, que no se meta." Después, poco a poco, allá, una empanada: "El hombre comiendo una empanada." En otro lugar, allá: "El hombre retratado al lado de las niñas del hot pant." Es decir, allá, la mentira: "Abuchean a Fidel en Los Andes." Otra mentira: "Frío recibimiento en Chuquicamata."

Pero bien: tratando de despertar el chovinismo, tratando de presentar cualquier actitud, cualquier palabra, cualquier respuesta a un estudiante como un entrometimiento. De manera que hemos visto en todo, todos estos días, cómo cualquier pretexto es utilizado para despertar un recelo, un temor, un resentimiento. Y en esa lucha son duchos, son hábiles.

Y en estos instantes, desde nuestro punto de vista, de observadores de este proceso, vemos que el fascismo trata de avanzar y ganar terreno en las capas medias y tomar la calle. Algo más: trata de desmoralizar a los revolucionarios. En algunos lugares nosotros hemos visto a los revolucionarios algo así como golpeados; en algunos lugares los hemos visto incluso desalentados.

Si nosotros no fuésemos un hombre franco, si no fuésemos hombres que creyésemos en la verdad, no nos atreveríamos a decir esto. Pudiera parecer incluso que se dice algo que el adversario utiliza y gana terreno. ¡No! El adversario gana terreno en el engaño, en la confusión, en la ignorancia, en la falta de conciencia de los problemas (APLAUSOS).

Si quieren saber una opinión: el éxito o el fracaso de este insólito proceso dependerá de la batalla ideológica y de la lucha de masas; y dependerá de la habilidad, del arte y de la ciencia de los revolucionarios para sumar, para crecer y para ganarse las capas medias de la población (APLAUSOS).

Porque en nuestros países de relativo desarrollo esas capas medias son numerosas, y muchas veces son susceptibles de la mentira y del engaño. Ahora, en la lucha ideológica no se conquista a nadie sino con la verdad, con los argumentos, con la razón. Eso es una cosa incuestionable.

(DEL PUBLICO EXCLAMAN: "¡Venceremos!").

Espero que venzan. Deseamos que venzan. ¡Y creemos que vencerán! (APLAUSOS.)



(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO DE CUBA)

lunes, 1 de diciembre de 2008

HACE 37 AÑOS, EL COMPAÑERO PRESIDENTE SALVADOR ALLENDE DESPIDIÓ AL COMANDANTE FIDEL CASTRO EN EL ESTADIO NACIONAL, AL CONCLUIR SU VISITA A CHILE



MEMORIA DEL CHILE REVOLUCIONARIO

A continuación reproducimos el discurso del compañero presidente Salvador Allende, pronunciado en el Estadio Nacional hace 37 años, al despedir al líder cubano, comandante Fidel Castro, al terminar su viaje por Chile, dada su importancia histórica y para que sea leído por las jóvenes generaciones, que podrán sacar sus propias conclusiones de las repercusiones aquella inolvidable visita.

(Estadio Nacional, 2 de diciembre de 1971)

Pueblo de Chile, estimado compañero y amigo Comandante Fidel Castro, Primer Ministro de Cuba Revolucionaria; compañeros dirigentes de los partidos y movimientos que integran la Unidad Popular; compañeros ministros; compañeros militantes de los partidos populares; queridas compañeras, queridas compañeras jóvenes:

La presencia en nuestra patria de Fidel Castro es el encuentro de dos pueblos, de dos pueblos unidos por su historia, por sus ansias de justicia, por la lucha, por la auténtica libertad. Son dos pueblos que han luchado y luchan para romper la dependencia que han derrotado las minorías privilegiadas, que allá y aquí, durante tantos años, mantuvieron el poder y lo usaron para sus privilegios y su granjería.

Fidel Castro ha llegado a nuestra tierra, la ha recorrido desde el norte árido hasta la zona austral, desde la pre-cordillera hasta el litoral. Ha venido no a aprender ni a enseñar. Ha traído su experiencia y su lenguaje. El lenguaje de un auténtico revolucionario que le hablaba al campesino, al estudiante, al soldado, a la mujer, al hombre de nuestra patria. Le ha hablado sobre las obligaciones que implica
el ser revolucionario, ha señalado lo duro de la lucha emancipadora, el esfuerzo, el trabajo, la superación que requiere el pueblo en todos sus niveles. Más que eso, ha señalado los vicios del proceso revolucionario, cuando a éste le azotan el sectarismo y el dogmatismo.

No ha venido a intervenir en la política interna de Chile, no ha tenido ni una frase que pueda alcanzar más allá de las fronteras a gobernantes de otros países; ha señalado sí, en su lenguaje revolucionario, lo que ha sido Cuba y al mismo tiempo lo que es la revolución que no tiene apellido, y al hablar de la revolución habla de Cuba y de Chile, y de todos los pueblos del mundo que luchan.

Nosotros teníamos conciencia hace mucho tiempo de que Cuba, en su historia, era distinta a Chile y por eso de acuerdo a su propia realidad buscó el camino que esa realidad exigía, y con las armas derrotaron la dictadura batistiana y empezaron el duro y sacrificado esfuerzo por construir una nueva sociedad, una patria distinta, donde la dignidad alcanzara niveles individuales y colectivos como pueblo.

Chile, de acuerdo a su historia y a su propia realidad, ha buscado su camino y ha empleado este camino para hacer posible, dentro de los marcos del sufragio, un Gobierno Popular nacional, auténticamente revolucionario y democrático, para abrir también las anchas avenidas que nos conduzcan al socialismo.

Nuestro país ha debido derrocar a los que pretendieron cercarlo, aislarlo, separarlo del resto de los países latinoamericanos como lo hicieran injusta y torpemente con Cuba. Hemos contribuido nosotros a romper, a destruir las fronteras ideológicas levantadas para poner cortapisas al pensamiento del hombre y a la voluntad rebelde de los pueblos. Y por eso, como Presidente del pueblo de Chile, estuve en Argentina, en Perú, Colombia y Ecuador, y por eso es que con legítimo derecho, como un gobierno revolucionario, invitamos al pueblo de Cuba en la persona del Comandante y amigo Fidel Castro.

Hemos contribuido a romper el cerco que hace 10 años se levantara contra Cuba, y si hay algo que señala que interpretamos la voluntad consciente de nuestras masas y las mayorías nacionales es el hecho de que a cinco días de asumir el Gobierno, la primera significativa medida de orden internacional que tomáramos fue restablecer las relaciones diplomáticas, culturales y comerciales con Cuba.

Ya lo he dicho, por caminos distintos, Cuba y Chile han llegado a un proceso revolucionario, de una marcha más profunda, no sólo por el tiempo sino por su propia realidad, en Cuba, y nosotros dando los pasos necesarios para afianzar el proceso revolucionario y caminar presurosamente hacia las metas que nos hemos trazado.

Tradiciones libertarias

La Revolución Cubana y la Revolución Chilena son depositarias de las mejores tradiciones. De las tradiciones libertarias de aquellos que nos dieron perfiles de pueblo; somos los que con derecho podemos señalar que están junto a nosotros con el ejemplo de sus vidas y con su pensamiento, O'Higgins, Bolívar, San Martín y Martí, que indicaron el camino de la rebelión revolucionaria de los pueblos para hacer posible ayer la independencia política y hoy día la independencia económica.
Ayer contra el imperio, hoy contra otro imperio.

Los pueblos de Cuba y Chile están en la vanguardia de la lucha en esta nueva etapa liberadora, libertaria. Afianzamos nuestro anhelo en la plena soberanía y nuestra decisión de ser dueños de nuestro propio destino. Ambos pueblos se han levantado contra una clase social. Clase social similar a la que ha gobernado en los países de este continente. Ambos pueblos se han rebelado contra la violencia social que marca la trágica realidad aún de América Latina. La incultura, la miseria moral y
fisiológica; el hambre, el desempleo, la falta de viviendas, van marcando como hitos la miseria y el dolor de las masas populares de este continente. Cuántas veces yo he dicho, y hay que repetirlo, 11 millones de desempleo absoluto, más de 60 millones de latinoamericanos que tienen trabajo ocasional o parcial; faltan 19 millones de viviendas; el 53 por ciento del hombre y la mujer de estas tierras nuestras se alimenta en condiciones subnormales. El promedio de vida es muy inferior al que
se alcanza en los países socialistas y en los países del capitalismo industrial; la mortalidad infantil golpea brutalmente el futuro de nuestros pueblos y se cercena la existencia de millares y millares y millares de niños que deberían ser los ciudadanos constructores del mañana.

La voluntad del pueblo

Y contrasta esta realidad dramática con una minoría que vive el placer de la sociedad de consumo, de una minoría que niega las posibilidades del pueblo y que ha sido complaciente en la entrega de nuestras riquezas fundamentales. Año a año se agranda la brecha que separa a los países de este continente y los países que alcanzaron la revolución comercial, la industrial y que caminan presurosos en la etapa de la revolución tecnológica y científica.

Frente a esta realidad emerge la voluntad de los pueblos que no quieren vivir en el dolor del hambre, la miseria, la incultura y el retraso. Se levanta la voluntad de los pueblos latinoamericanos para buscar el camino que, llevando su propia independencia, permita el desarrollo integral de la personalidad humana. El drama de América Latina tiene que ser detenido por la voluntad consciente de las masas populares, que saben perfectamente bien que deben rechazar la explotación económica
y el predominio hegemónico de aquellos que han influido en nuestra vida, limitando nuestras posibilidades y sometiéndonos como países dependientes en lo económico, incrustándonos una cultura que no es nuestra, negando nuestro pasado, cerrando nuestro presente y trazando un futuro de dolor y miseria para nuestros pueblos.

América Latina se levanta con voluntad revolucionaria para hacer posible el mandato de los próceres la unidad continental y estar presentes en el mundo con
destinos propios.

Los mismos enemigos

Ambos procesos revolucionarios han encontrado y encuentran idénticos enemigos externos e internos. Cuba supo, y hace años, del cerco, la invasión y las agresiones; la infiltración cotidiana y la invasión a Playa Girón. Cuba ha derrotado la invasión, la infiltración, el cerco, y se levanta con el esfuerzo consciente y disciplinado de sus masas populares y con la voluntad de sus dirigentes
revolucionarios para derrotar el retraso y tomar aceleradamente el camino del progreso en la común tarea patriótica de hacer de Cuba una patria auténticamente tal para todos los cubanos.

Chile surge de acuerdo a nuestra realidad; con un proceso revolucionario que encarna en lo que ha sido nuestra historia y es nuestra tradición. Muchas veces lo reiteramos ante el pueblo y hemos dicho que el camino nuestro es un camino nuevo que hace un pueblo teniendo tan sólo como guía su propia decisión y la experiencia que va adquiriendo todos los días. El enfrentamiento nuestro es el enfrentamiento de cada minuto y de cada instante en contra de los sectores minoritarios que ayer
tenían el poder y el Gobierno y en contra de los grandes intereses foráneos que deformaron nuestra economía y que quisieron someternos al yugo implacable de la penetración imperialista.

El pueblo no quiso la violencia

El pueblo de Chile nunca quiso el camino de la violencia, el pueblo de Chile sabe por experiencia sufrida quiénes la ejercieron a lo largo de nuestra historia, y cómo tuvimos que aprenderlo en los días que fueron desde el 4 de septiembre de 1970 hasta el 3 de noviembre de ese mismo año; allí vimos la lección de una oligarquía soberbia e insolente, aliada al imperialismo que buscó todos los caminos para impedir el acceso del pueblo al Gobierno; ahí aprendimos lo implacable de sus decisiones, que llegaron hasta el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército para atacar a la
mayoría de Chile, que quería darse un Gobierno Popular nacional y revolucionario.
Siempre respondimos con la superior tranquilidad de los que tienen conciencia de sus fuerzas; siempre repetimos: el pueblo no quiere la violencia, y que otros la desatan encubierta o descaradamente. Siempre advertimos que sólo responderíamos a la violencia contrarrevolucionaria con la violencia revolucionaria.

Llegamos al Gobierno y aquí hemos utilizado los caminos que nos dan nuestra propia realidad y nuestra propia existencia; la revolución en el sentimiento del Programa
popular ha ido avanzando, por eso recuperamos nuestras riquezas básicas en manos del capital foráneo, y por eso, dentro de los cauces legales y de la propia Constitución, podemos decir al mundo y con orgullo de chilenos el carbón es nuestro, el salitre es nuestro, el hierro es nuestro, el acero es nuestro, el cobre es nuestro.

Hemos herido intereses

Hemos intensificado la reforma agraria y herido profundamente al latifundio, hemos estatizado la banca y hemos estatizado también diversos monopolios para fortalecer el área de la economía social, y al cumplir los aspectos fundamentales del Programa de la Unidad Popular, nos hemos preocupado fundamentalmente del hombre y de la mujer de Chile, del niño y del anciano, y de ahí la política de redistribución del ingreso para impedir que siguieran consagrándose en nuestra patria las diferencias brutales que marca el régimen capitalista, en donde la explotación del hombre por el hombre es lo esencial. Por eso, en el caminar de nuestra revolución hemos heridos los intereses de las minorías privilegiadas y hemos respetado los derechos que el pueblo conquistara, hemos avanzado y hemos señalado al pueblo que la revolución se ha hecho y se hará en beneficio de las mayorías, y por eso es que Chile presencia en este instante el ataque que viene implacablemente organizado desde afuera y que encuentra eco adentro, en sectores que añoran el poder y que quisieran impedir el camino del
Gobierno de ustedes, del pueblo hecho Gobierno.

Actitud sediciosa

En lo interno hemos presenciado una actitud torva, sediciosa, que se acentúa a medida que nosotros avanzamos en la conquista del poder económico para las mayorías nacionales.
Cuando volví de haber hecho el viaje por los países signatarios del Pacto Andino, pronuncié un discurso que a muchos extrañó, porque venía de haber recibido la actitud deferente y hospitalaria de los gobiernos de Ecuador, Colombia y Perú, como antes lo había recibido de Argentina, y pronuncié un discurso manifestando que, a pesar de que la gira había significado la presencia de Chile y el reconocimiento del pueblo en los otros países, a pesar –puedo decirlo con satisfacción– de cómo se
estimó y se apreció lo que representaba nuestra revolución y cómo se respetaba la actitud nuestra afianzada en los principios fundamentales en el campo internacional del respeto a la autodeterminación de los pueblos; digo a pesar de que era un éxito, porque había sido definitivamente el aplastar las fronteras ideológicas, le hablé al pueblo señalando que desde la distancia yo veía cómo firme y fuertemente se agrupaban los sectores dispuestos a atacar el paso apresurado de la revolución chilena.

No es de extrañarse

Y por eso, no es de extrañarse de que ayer hayamos visto en Santiago una demostración de mujeres que, venidas desde el barrio alto, llegaron al centro de Santiago; es conveniente que el pueblo sepa que ese grupo numeroso, y lo era, de mujeres iba presidido, o precedido mejor dicho, por un grupo de 70 u 80 muchachos con máscaras, con bastones con incrustaciones metálicas y seguramente armados; flanqueaban las columnas femeninas grupos organizados de hombres con iguales
características y cerraba la marcha otro grupo similar.

Autorizada por el Gobierno, porque no negaremos jamás el derecho que consagran nuestras leyes a que los opositores pasen por las calles de Chile, también en resguardo absoluto del orden, pusimos meta y término a esa demostración. Demostración que tenía como expresión de protesta las ollas vacías de los más rancios sectores de la burguesía, de aquellos que nunca supieron la carencia de
alimentos vitales y aquellos que llegaron y se retiraron en poderosos vehículos, y aquellos que estuvieron en Providencia arriba hasta las 3 ó 4 de la mañana, interrumpiendo el tráfico, quemando neumáticos, pudiendo incendiar casas y habitaciones; por lo tanto, esa demostración tenía un contenido político y una decisión, y eso el pueblo debe aprenderlo.

Hubo un instante en que los hombres que flanqueaban esa columna, frente a la actitud de protesta de los trabajadores que con sacrificio ejemplar levantan los edificios que deberá ocupar en abril próximo una reunión internacional de extraordinaria importancia, se vieron próximos a que las puertas que cierran la entrada a esos edificios en construcción fueran echadas abajo para lanzarse dentro de ellos y materializar el intento que tuvieron de quemarlos.

Pero si los trabajadores están con su esfuerzo levantando sus edificios, con su actitud, con su decisión, impidieron a los fascistas de ayer que quemaran el edificio de la UNCTAD, levantado por el pueblo.

Gérmenes fascistas

Y hay que pensar, entonces, que Chile está presenciando un hecho que no es extraño a los procesos que han vivido los pueblos que han buscado el camino de su emancipación. Los latifundistas utilizan a los pequeños y medianos agricultores, haciéndoles creer que la revolución los perjudica a ellos. Los monopolistas a los pequeños productores, los grandes distribuidores a los comerciantes.

Y en este mismo instante en el Teatro Caupolicán están reunidos, viendo, seguramente, qué productores, pequeños, medianos y de comerciantes que nada tienen que temer del Gobierno Popular, que han recibido ya ostensibles beneficios, pero que no alcanzan a comprender lo que representa el que estén pidiendo los sectores de aquellos que ayer mismo ponían la soga al cuello a sus posibilidades de desarrollo. Por eso, no hay que desconocer que un germen fascista moviliza a determinados sectores de nuestra juventud, sobre todo en el campo universitario, y, como lo dijera, que usa a la mujer en manifestaciones de protestas, como la que he comentado, que se realizara ayer en la capital de la República. Son hechos similares a los que viviera Brasil, en el gobierno de Goulart; sólo ha faltado explotar –para crear un clima emocional más profundo– el sentimiento religioso; no han podido hacerlo porque es evidente el respeto del pueblo y de su Gobierno por el derecho de cada hombre y de cada mujer de Chile a tener la creencia, y ejercerla, que más le avenga con su convicción, y como no han podido utilizar este recurso, como han visto la actitud de prescindencia y de imparcialidad de la Iglesia chilena, aquellos que se dicen católicos y cristianos no han trepidado en lanzar los denuestos y las injurias contra el propio Cardenal de la Iglesia chilena.

Y esto ocurre en el mismo instante en que la Izquierda Cristiana viene a vitalizar la Unidad Popular. Por eso he señalado la importancia que tiene el que Chile sea el primer país en donde laicos, marxistas y cristianos forman la base granítica de las fuerzas populares expresadas en los partidos y movimientos del pueblo y fundamentalmente en la conciencia organizada de los trabajadores, en la Central Única.

Desde fuera y dentro

Esas cosas que señalo y que el pueblo no debe olvidar, acontecen dentro de nuestras fronteras, cuando más allá de ellas se levanta la actitud de aquellos que creen que estos pueblos revolucionarios no tienen la fuerza moral y la decisión revolucionaria de defender su revolución y el perfil de su propia personalidad.

Ayer, las agencias informativas han señalado que los integrantes de una misión que enviara el Presidente de los Estados Unidos a recorrer algunos países de América Latina han dicho, han dicho que de Chile poco pueden decir, porque de los antecedentes y opiniones recogidas, en los pueblos que visitaron, en las conversaciones que han tenido con sus dirigentes, se puede deducir que el
Gobierno Popular tiene sus horas contadas. Esto ha sido comentado y publicado en los diarios o en el diario de mayor circulación de Estados Unidos, y frente a la protesta de nuestro embajador ha habido un desmentido o esclarecimiento, pero queda en pie el hecho que señala, por lo demás, lo que es tradicional, y desde aquí yo les digo a aquellos que intervienen en la política de Chile, aquellos que pretenden hacerlo o aquellos que pretendieron hacerlo: Chile no es tierra de nadie, Chile es tierra de chilenos, el pueblo a lo largo de años y años y años de sufrimiento, de deber y esperanza, ha llegado al Gobierno y tiene como Presidente al compañero de ustedes, que les habla.



Estamos en el Gobierno para hacer posible el desarrollo de Chile y darle contenido más profundo a la palabra patria, esa que pronuncian tanto los sectores reaccionarios y que tantas veces la mancillaron cuando se sometieron a la presión extranjera o cuando entregaron nuestras riquezas fundamentales; pero el chileno auténtico, el patriota que siente el afecto y el cariño por la tierra en que nació y que anhela la patria grande y generosa para todos los chilenos, estará junto al Gobierno del Pueblo para defender a Chile, la dignidad de Chile, y rechazar la amenaza, la insolencia o la presión extranjera.

Hechos irreversibles

Se engañan profundamente los que creen que con amenazas, con presiones, con restringirnos los créditos, o con cerrarnos las posibilidades de renegociar la deuda externa van a impedir nuestro camino. Aquellos que han resuelto defender todavía en el dominio que tuvieran sobre las riquezas fundamentales de Chile deben entender que hay hechos que son irreversibles, y es irreversible la voluntad de los chilenos, de ser dueños de su tierra, de la riqueza de su patria. Se equivocan si acaso
pretenden impedir nuestro derecho a crear con nuestro esfuerzo y sacrificio el destino que le damos para la patria grande que queremos.

Por eso, por eso es sospechosa esa coincidencia, por eso el pueblo debe entender cómo se producen los procesos internos y los hechos que hemos observado con la actitud coincidente de palabras irresponsables o indiscretas, pero que no pueden ser dichas sin una intención por la jerarquía de los que las pronuncian. Por eso el pueblo debe darse cuenta, debe medir la magnitud de lo que ha estado ocurriendo y de ver lo que ha habido del atentado de que fuera víctima el compañero Ministro del Interior. Allá en Valparaíso también se lanzaron piedras en contra del coche en que yo estaba; sabiendo que era una actitud artera y cobarde de los que lo hacen desde la sombra, me bajé del auto y caminé por las calles de Valparaíso sin más protección que el cariño popular y el respeto del pueblo.

Sedición y no oposición

Anoche se intentó quemar el departamento de nuestro compañero Ministro de Salubridad, el doctor Concha; ayer se trató de asaltar la sede de la Juventud Comunista y el local del Partido Radical; el Cuerpo de Carabineros recibió ayer el embate de los que querían llegar hasta el centro a provocar todavía mayores dificultades e intentar entrar al Teatro Municipal, donde estábamos reunidos con el
Cuerpo Diplomático para hacer presente que el Ministerio de Relaciones Exteriores de nuestra patria ayer cumplía 100 años de existencia. Por eso es útil no olvidar esas cosas, por eso es conveniente tenerlas presentes, por eso el pueblo debe entender que a medida que avanzamos en la realización del Programa que el pueblo se diera, se endurece más y más la oposición.

Como Presidente de Chile, yo digo frente al pueblo que respeto y respetaré la oposición que se ejercite dentro de los cauces legales de Chile, pero que sé muy bien distinguir entre la oposición y la sedición, y que los partidos políticos deben fijar su propia responsabilidad.

No daré un paso atrás

Quienes pretenden sacarnos del camino que nos hemos trazado, quienes mintiendo y calumniando hablan de que en Chile no hay libertad, se ha suprimido el derecho de información, está en peligro la prensa, son los que mixtifican para poder, engañando, encontrar apoyo en determinados sectores, y son los conjurados en el ansia turbia de oponerse a la voluntad popular, y yo les digo a ustedes, compañeros, compañeros de tantos años, se lo digo con calma, con absoluta tranquilidad: yo no
tengo pasta de apóstol ni tengo pasta de Mesías, no tengo condiciones de mártir, soy un luchador social que cumple una tarea, la tarea que el pueblo me ha dado; pero que lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer a la voluntad mayoritaria de Chile: sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás; que lo sepan: dejaré La Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera.

Que lo sepan, que lo oigan, que se les grabe profundamente: defenderé esta revolución chilena, y defenderé el Gobierno Popular porque es el mandato que el pueblo me ha entregado, no tengo otra alternativa, sólo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el Programa del pueblo.

Pero que lo piensen y que lo mediten, que hay algo que yo he contribuido a formar: es una conciencia política de las masas populares chilenas. Esta no es –como lo dijera tantas veces– la tarea de un hombre; es el pueblo organizado en sus partidos, en sus sindicatos, en sus poblaciones, en su Central Única, el que está en el Gobierno; yo podré ser el intérprete de la voluntad de ustedes, pero mañana estarán junto a ustedes otros compañeros, y si cae uno de ellos, vendrá otro, y otro, y otro, y el pueblo seguirá en la revolución chilena.

No dejarse provocar

Compañeros: quiero terminar. Quiero terminar, porque todos deseamos oír al Comandante Fidel Castro. Quiero decirles, quiero sólo señalar ante el pueblo, muy claramente, algunas cosas que no deben olvidar: cuando el puedo es Gobierno, el orden público favorece a la revolución; por lo tanto, no hay que dar pretextos ni dejarse provocar.

Ellos, que suelen hacer aparecer, nacional e internacionalmente, que en nuestro país la autoridad está desbordada y que hay anarquía, se equivocan; te utilizado y utilizaré los resortes que constitucionalmente el Gobierno dispone y por eso he decretado zona de emergencia en Santiago, para dar la imagen verdadera y clara de nuestra resolución, y actuando dentro de los causes de la ley, he buscado la sanción.

Lo que apena y debe avergonzar a muchos de ellos –si es que tienen vergüenza– es que hayan usado a muchachas y a jóvenes; de los 90 detenidos de ayer, por lo menos el 60 por ciento de ellos tiene 18 a 20 años; muchachitos, hijos de su papá, que no supieron del trabajo, y muchachitas que nunca pararon una olla, se han prestado, se han prestado para desatar la violencia.

Nosotros decimos muy firme y muy claramente: vano empeño, vano empeño el querer eliminar la unidad de los partidos populares, vano empeño el pretender acusar al Cuerpo de Carabineros, como lo han hecho impúdicamente en la prensa hoy día; vano empeño, vano empeño el pretender recabar la disciplina y lealtad ejemplar de las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile para el respeto a la Constitución y a
la Ley.

Todos los días, todos los días, panfletos, cartas, anónimos, van y vienen de Arica a Magallanes, llevando el contrabando miserable de la crítica torva, le la presunción, de la mistificación, y eso se hace con un torrente controlado, en anhelo de resquebrajar la disciplina fundamental de nuestras instituciones básicas.

No lo van a conseguir, no lo van a conseguir porque las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile comprenden perfectamente bien que este Gobierno Popular es el que más se ha preocupado y se preocupará por darles a las Fuerzas Armadas y al Cuerpo de Carabineros lo que deben tener en la situación de un desarrollo de un esfuerzo, para hacer de ellos, también, participantes en el proceso de transformación y progreso de la patria.

Ejemplo revolucionario

Pero además, pero además, yo apelo a los partidos de la Unidad Popular, apelo a los militantes y dirigentes medios para que comprendan que la unidad no es una palabra sin contenido. Para erradicar el sectarismo, para terminar el dogmatismo, para ponerse una camiseta partidaria, para terminar con el cuoteo, para hacer ejemplo en el sacrificio, en el trabajo, en la tradición, los auténticos revolucionarios deben cumplir a conciencia esas tareas.

Vigilantes y movilizados
Tenemos que tener conciencia muy clara de quiénes son nuestros enemigos; tenemos que entender que son los abogados y gestores al servicio del imperialismo, los grandes terratenientes y banqueros, los monopolistas; hay que hacer conciencia en los sectores que viven de su esfuerzo y su trabajo, que ellos van a ser beneficiados con el proceso del desarrollo económico de Chile. Tenemos que tener vigilante al pueblo y movilizados conscientemente las masas. Un pueblo vigilante y movilizado, un
pueblo con metas, un pueblo sabiendo qué debe hacer y cómo debe hacerlo, es la base granítica en que descansa el proceso revolucionario. No puede haber un obrero, campesino, empleado, estudiante, técnico o profesional que no tenga una idea global de lo que quiere Chile en esta hora, y lo que la revolución anhela.

Todos deben entender que más allá del problema del personal, del gremio y de la empresa, de la reivindicación económica, está el proceso del desarrollo económico de
Chile; todos deben entender que una política de reajuste exagerada está destinada a impedir que derrotemos la inflación y aplastar la cesantía.

Necesitamos entonces, compañeras y compañeros, que esta conciencia se haga carne en la voluntad de las masas populares chilenas y que sepan distinguir entre lo que es la gran tarea revolucionaria y la lucha por ventajas pequeñas que desprestigian al hombre revolucionario y a la revolución.

Llamado al diálogo

Y a los compañeros militantes de otras fuerzas, que no están en la Unidad Popular, que son revolucionarios, yo les digo que queremos con ellos el diálogo, el entendimiento, y si no hay entendimiento, la discusión pública, doctrinaria, para saber quién y quiénes tienen la razón y cuál es el camino que debemos seguir.

Jamás, si me niego a usar la fuerza y la violencia contra mis enemigos, contra los enemigos de clase, cómo voy a poder imaginarme que tenga que usar la violencia contra los que son revolucionarios.

¡Compañeros militantes de los partidos de la Izquierda Revolucionaria, entiendan la responsabilidad que significa la hora que vive Chile, y lo que representa la auténtica unidad de todo revolucionario!

Se lleva la verdadera imagen

Compañero, amigo, Comandante Fidel Castro; compañero y amigo Comandante Fidel Castro, en nombre del pueblo de Chile lo despido diciéndole a usted: la imagen que usted tiene que llevarse y se lleva es la auténtica imagen de Chile; es el hombre de la salitrera, Comandante Castro, del carbón, de la estancia magallánica, es el estudiante, es el hombre de las Fuerzas Armadas con quien dialogó, es la mujer de Chile, la que estuvo junto a usted, hablándole de sus ansias y de su convicción.

No debería hacerlo, porque sé que nunca lo alcanzó ni la diatriba ni la calumnia artera; no lo hago para señalar que para quienes en Chile tienen el deseo de apocar la visita de Cuba en la persona de Fidel, se han roto todos los diques y las compuertas de la maldad, se han vaciado en la radio y en la prensa, en contra de la revolución y de su Jefe, el compañero Fidel Castro.

Yo sé perfectamente bien que a medida que el pueblo lo recibía con calor, con el respeto y el afecto con que se recibe a un hermano, que nos trae el cariño de otro hermano, del hombre que viene trayendo a Cuba la historia de Martí y los que cayeron en la Sierra Maestra o en Playa Girón; yo sé perfectamente bien que para Fidel Castro, revolucionario, hecho en la revolución y en la acción, aquí en Chile, representado en este estadio, por el pueblo de Santiago, como estuviera ayer, en las calles, en los caminos, en la pre-cordillera o en el litoral, para decirle al compañero y amigo que Chile ha estado y estará junto a Cuba en el anhelo de que juntos caminemos para luchar por la América libre que soñaron nuestro próceres.

Archivos Salvador Allende
(Estadio Nacional, 2 de diciembre de 1971)

viernes, 28 de noviembre de 2008

LUIS CORVALAN: El Gobierno De Allende Por Dentro Y Por Fuera.El Sistema Legal Debía Ser Cambiado en Chile


El Sistema Legal Debía Ser Cambiado

Cuando se cumplió el primer año del gobierno de la Unidad Popular,
el Presidente de la República, en una asamblea que se efectuó en el Estadio
Nacional, repleto, le dio cuenta al pueblo y al país de lo que se había hecho
en doce meses. “Podemos decir –expresó Salvador Allende con voz entera y
legítimo orgullo revolucionario-- que “el pueblo de Chile ha recuperado lo que
le pertenece, ha recuperado sus riquezas básicas de manos del capital
extranjero. (….) Nuestro cobre, nuestro hierro, nuestro salitre, nuestro acero, las bases fundamentales de la economía pesada, son hoy de Chile y los chilenos”.

Y agregó que ya “controlamos el 90% de lo que fuera la banca privada, l6
bancos, los más poderosos, entre ellos el Español, el Sudamericano, el Crédito
e Inversiones y el Banco de Chile y más de 70 empresas monopólicas y
estratégicas ya han sido expropiadas, intervenidas, requisadas o estatizadas”
al mismo tiempo que “hemos acentuado y profundizado el proceso de reforma
agraria: mil 300 predios de gran extensión, con 2 millones 400 mil hectáreas,
han sido expropiados”.

“Pero --enfatizó-- si es importante haber aplicado la Reforma Agraria
para hacer producir de manera distinta la tierra y cambiar su propiedad, lo es
más haber hecho que el campesino se sienta ciudadano, y comprenda la gran
tarea de estar junto al pueblo, al obrero, para hacer posible que nuestra gente
coma más. Su trabajo lo siembra a lo largo de la Patria y ha de representar
más salud y más bienestar para todos los chilenos”.

En la situación concreta que se daba en los años 1970 y 1971, el
Estado de Derecho que heredó el gobierno del Presidente Allende posibilitó
hacer realidad importantes cambios en la esfera de la propiedad y poner en
práctica una serie de medidas de justicia social contenidas en el programa
de la Unidad Popular.

La Constitución que normaba ese Estado de Derecho le confería al
Presidente de la República, vale decir al Poder Ejecutivo, importantes
atribuciones, convirtiendo en secundario el Poder Legislativo que en muchos
países es el principal. Había en esa Constitución un cierto número de
disposiciones y leyes que le permitieron al Primer Mandatario tomar una
serie de medidas dirigidas al cumplimiento de su programa, esto es, a la
transformación social y el mejoramiento de los niveles de vida del pueblo.

El Presidente tenía -y sigue teniendo- en forma exclusiva, la iniciativa y el
patrocinio de leyes que implican gastos públicos y poder de veto sobre las
decisiones del Congreso que no fueran de su parecer. Los vetos sólo podían
y pueden ser rechazados por los dos tercios del Parlamento.

Además existían decretos leyes y disposiciones legales que
aumentaban apreciablemente la capacidad operativa del Ejecutivo. El código
del trabajo autorizaba al Presidente para intervenir aquellas empresas que
estuviesen paralizadas y que, por tal motivo "pusiesen en peligro la salud de
la población o afectaren la tranquilidad económica-social" o fuesen
productoras de "artículos o mercaderías esenciales para la defensa nacional o
el abastecimiento de la población".

El Decreto Ley 520, dictado en agosto de 1932 por el gobierno de facto de Carlos Dávila, que sucedió al de la República Socialista, autorizaba también al Ejecutivo para expropiar empresas industriales y comerciales, en los casos de que estuviesen "en receso", "para el solo efecto de atender a las necesidades imperiosas de la subsistencia del pueblo.”

El Artículo 30 de la Ley 12.927 también lo autorizaba para intervenir
empresas de transporte o productoras o elaboradoras de artículos esenciales para el abastecimiento de la población o para la defensa nacional, en los
casos en que hubiesen paralizado su actividad, y la Ley 27.074 le daba esa misma facultad cuando la empresa estuviese en paro a raíz de una huelga y la intervención fuese solicitada por sus trabajadores, en la forma señalada por dicha ley.
El gobierno hizo un amplio y legítimo uso de estas atribuciones legales.

El poder que tenía y aún tiene el Presidente de la República no es
precisamente propio de un régimen democrático, toda vez que dicho poder
hacía y hace del Primer Mandatario un verdadero monarca que dura 6 años.
Pero en el caso concreto que analizamos, con un Presidente como Allende,
para el cual el primer actor era y debía ser el pueblo, poseído, además, de
una férrea voluntad de hacer los cambios que el país necesitaba, esa suma
de atribuciones que la Constitución y las leyes le conferían fue un elemento
vital y decisivo para emprender la tarea de crear una democracia real y
despejar un buen trecho del camino hacia el socialismo.

Al mismo tiempo, ese estado de derecho obstaculizaba, entrababa
llevar a la práctica gran parte de las transformaciones, especialmente
aquellas que tenían que ver con la institucionalidad vigente, es decir con el
mismo Estado de Derecho que era indispensable modificar para que fuese
más democrático y pudiese servir los intereses del pueblo y de la nación.
Expresamente, en su primer Mensaje al Congreso Pleno, Salvador
Allende se refirió a este asunto con estas palabras: “Nuestro sistema legal
debe ser modificado. De ahí la gran responsabilidad en la hora presente:
contribuir a que no se bloquee la transformación de nuestro sistema jurídico.
Del realismo del Congreso depende, en gran medida, que a la legalidad
capitalista suceda la legalidad socialista conforme a las transformaciones
socioeconómicas que estamos implantando, sin que una ruptura violenta de la
juridicidad abra las puertas a arbitrariedades y excesos que responsablemente
queremos evitar”.


Pues bien, la Constitución contemplaba la posibilidad de cambiar o
modificar substancialmente la propia institucionalidad. Y Salvador Allende y
la Unidad Popular consideraban fundamental convertir esa posibilidad en
hechos. En su primer Mensaje del 21 de mayo de 1971 sostuvo, sin
subterfugios, que el Gobierno Popular se proponía "reemplazar la actual
Constitución, de fundamento liberal, por una Constitución de orientación
socialista. Y el sistema bicameral en funciones, por la Cámara Única.”




Al efecto, en noviembre de ese mismo año, con la firma del Presidente Allende y
de los Ministros de Justicia, Lisandro Cruz Ponce y de Interior, José Tohá,
se envió al Parlamento el proyecto de reforma constitucional que establecía
el sistema legislativo unicameral, ampliaba los derechos y garantías
individuales, consagraba tres áreas de propiedad, (la propiedad social, la
mixta y la privada) y estipulaba la participación de los trabajadores y del
pueblo en la conducción del Estado y de la economía nacional.

En los fundamentos del proyecto, el Presidente de la República
afirmaba que “el sistema bicameral no responde a ninguna necesidad real y en
la actualidad contribuye a dilatar la adopción de decisiones políticas
oportunas, a dificultarlas artificialmente y a crear en la opinión pública una
suerte de desconfianza y recelo frente al proceso de formación de la ley que se
estima costoso, lento e ineficaz.”

Invocaba el hecho de que, en dicho sistema, un proyecto “debe recorrer largas etapas de tramitación en el Congreso para llegar a ser ley, lo que resta de inmediato a esa norma gran parte de su efectividad”. Como prueba de tal afirmación hacía presente que aún se encontraba pendiente de la decisión del Parlamento el proyecto que se le
había enviado “el día 13 de junio del presente año para enfrentar los efectos
del sismo ocurrido el día 8 del mismo mes”. ¡Y habían pasado ya cinco meses
sin ser despachado! Mencionaba también, como muestras de “lenta
tramitación parlamentaria, los 26 años que demoró en salir la ley sobre
accidentes del trabajo” y los 20 años que se requirieron para que ambas
Cámaras aprobaran la Ley que creó el Servicio Nacional de Salud.

Sostenía, por último, que el bicameralismo “ha servido de freno a la transformación
social desde los inicios de nuestra vida republicana” y hacía suya la opinión
del jurista demócrata cristiano Francisco Cumplido, quien afirmaba que “el
Parlamento debe ser unicameral en Estados unitarios como Chile” a fin de
lograr “que sea un instrumento eficiente en el cambio social”.

El Proyecto contemplaba, además, elegir la Cámara Única junto con el Presidente de la República para”evitar los problemas que tradicionalmente han enfrentado los Ejecutivos que han debido gobernar con Parlamentos adversos”. Establecía también “eliminar las elecciones extraordinarias que en el orden práctico no se justifican”, cubriendo cada vacante con “el candidato que habría sido elegido de haber correspondido un cargo más a la lista” del parlamentario a reemplazar. Consideraba además que el cargo de parlamentario fuese incompatible con los de director, asesor o gestor, a cualquier título, de empresas o sociedades. En caso alguno, el parlamentario podría percibir del Estado una suma mensual que excediera de 20 sueldos vitales. Se elegiría un parlamentario por cada 60 mil habitantes. Se
introducía una novedad en cuanto establecía la obligación de conservarles a
los Parlamentarios el cargo que hubiesen estado desempeñando al momento
de ser elegidos. De este modo, al término de su período podrían incorporarse
a funciones iguales o análogas a las que antes efectuaban dentro de sus
actividades privadas.

Por otra parte el proyecto le daba al Presidente de la República “la
facultad de disolver el Parlamento por una sola vez en su período, con el objeto
de permitir que la ciudadanía resuelva los posibles conflictos que puedan
suscitarse entre ambos órganos de Estado”, prohibía el desempeño de los
cargos parlamentarios por más de dos períodos sucesivos, proponía que los
Ministros de la Corte Suprema duraran seis años en sus funciones y
extendía el derecho a sufragio a los chilenos residentes en el extranjero.
Por su lado el Congreso Nacional podía considerar proyectos de ley
por iniciativa del Presidente de la República, de cualquiera de sus miembros
o con la firma de al menos cinco mil ciudadanos o el patrocinio de la Central
Única de Trabajadores. Facultaba al Congreso para pronunciarse sobre la
culpabilidad: a) del Presidente de la República, de los Ministros de Estado y
de los Intendentes y Gobernadores, por actos cometidos en el ejercicio de sus
funciones, en que hubiesen comprometido gravemente el honor o la
seguridad del Estado, o infringido la Constitución o las leyes; b) de los
Magistrados que establece esta Constitución, de los Magistrados de los
demás Tribunales Superiores de Justicia y del Contralor General de la
República por actos cometidos en el ejercicio de sus funciones con infracción
abierta de la Constitución o las leyes, y c) de los Generales o Almirantes de
las Fuerzas Armadas por haber comprometido gravemente la seguridad o el
honor de la Nación.

Otro grupo de estas materias básicas de la citada reforma constitucional se refería a las garantías y derechos individuales. El proyecto planteaba terminar con las disposiciones discriminatorias respecto de los hijos calificados de legítimos, naturales o simplemente ilegítimos. Asimismo, proponía eliminar en las leyes chilenas las disposiciones discriminatorias en razón de filiación, sexo, raza, ideología o religión. Tampoco podrían establecer diferencias de capacidad para la mujer en razón de su estado civil.

Las madres, cualquiera que fuere su estado civil, tendrían los mismos
derechos ante la ley. Las leyes chilenas establecerían un sistema adecuado
que posibilitara una efectiva investigación de la paternidad. El que procreaba
un hijo debía asumir la responsabilidad paterna.

Además, el Estado establecería un sistema nacional de atención
jurídica que aseguraría a todos los habitantes de la República la posibilidad
de ejercer efectivamente sus derechos. La ley determinaría la gratuidad de
esta atención.

También el proyecto contemplaba la creación de sistemas o fondos
únicos por ramas de seguridad social, que garantizaran efectivamente la
igual protección de todos los habitantes del país frente a los estados de
necesidad.

Establecía, asimismo, el derecho a la salud, imponiéndole al Estado
y a la sociedad la obligación de crear las condiciones que permitieran un
adecuado desarrollo físico, mental y social del ser humano.
Creaba el derecho a la vivienda, obligando al Estado a adoptar las
medidas necesarias para que nadie careciera de una habitación adecuada
para é1 y su familia, la que sería inembargable si su superficie no pasara de
100 metros cuadrados.

Se garantizaba la estabilidad del trabajo, elevando este derecho a
rango constitucional. Paralelamente se declaraba como deber del Estado
procurar las condiciones adecuadas para un justo descanso y para la
asistencia económica en la vejez.

La Reforma Constitucional que contemplaba modificaciones tan
democráticas como las señaladas fue enviado por el Presidente de la
República a comienzos de noviembre de 1971 y ni siquiera se trató en el
Parlamento.

El Gobierno De Allende Por Dentro Y Por Fuera.

http://64.233.169.132/search?q=cache:YwWThS64qNoJ:www.cep.cl/Cenda/Cen_Documentos/Pub_LCorvalan/+Luis+Corvalan&hl=es&ct=clnk&cd=3&gl=cl

jueves, 27 de noviembre de 2008

JOSE MIGUEL VARAS Y "MILICO" GANADORES DEL PREMIO ALTAZOR 2008 TRIUNFAN EN ESPAÑA



José Miguel Varas, periodista, locutor, escritor, caricaturista, hombre consecuente, uno de los grandes intelectuales que tiene Chile y por sobre todo un gran amigo, persona libre de la pedantería que adquieren algunos al llegar a las alturas, además capaz de reirse de si mismo, de ironizar exquisitamente de la vida, con una cara de palo, que nos hace morir de la risa, nos ha dado una nueva alegría y agrega un motivo de orgullo a quienes lo conocemos, queremos, respetamos y echamos de menos.

Nuestro Premio Nacional de Literatura, acaba de ser distinguido con el Premio Altazor 2008, por su libro "MILICO", por eso basta de cháchara y halagos y veamos qué dice la prensa española de nuestro querido compañero, por ser LA REPUBLICA:



"Varas es un periodista de notable y larga trayectoria en la prensa escrita, en la radio y la televisión. Tiene en su haber más de veinte publicaciones: Los sueños del pintor (2005), El seductor (2006, Premio Municipal de Literatura 2007), Conducta de un gato (2006), Premio Consejo del Libro (2007) y Milico (2007, Premio Altazor 2008), entre otros.

El autor, exiliado durante 17 años, fue amigo personal de Pablo Neruda por lo que no podemos dejar de mencionar sus notables crónicas sobre él: Neruda y el huevo de Damocles (1992), Nerudario (1999) y Neruda clandestino (2004) que dan cuenta de la admiración y también del conocimiento personal del gran poeta. Precisamente, el 24 de octubre sale a la venta en Chile la nueva publicación de José Miguel Varas, Tal vez nunca, una colección de crónicas nerudianas. Asimismo, el escritor dinamizó la vida cultural chilena con abundantes crónicas y ensayos sobre la realidad social y política, desafiando la persecución y tomando partido por los más ignorados y desposeídos de su país.

La novela comienza en Chile horas antes del golpe militar de 1973 que llevó al poder al general Augusto Pinochet. Termina años después con el desenlace que menos esperaría el lector, porque es un viraje brusco, violento, cruel.

El protagonista es Jaime Román, periodista y militante comunista, hijo de un coronel del ejército que muere un día antes del golpe. El acontecimiento tiene lugar cuando Jaime vela a su padre en la capilla del Hospital Militar. Allí, recibe los primeros maltratos al irrumpir intempestivamente un grupo de soldados. Román tendrá que partir hacia el exilio y vivirá una historia de amor que se vio interrumpida durante 20 años.

Milico está considerada como la novela que describe el golpe militar. Generosa sin duda, capaz de abrir los brazos a los personajes más dispares, a los ambientes más contrastados ―militares y barberos, periodistas y campesinos, hombres y mujeres―. Compleja por su reparo en lo que todos tienen de más contradictorio: desde el milico a la antigua, forjado en la obediencia, que desacata una orden bajo el gobierno de Ibáñez; hasta el verdugo uniformado de los 70 que cree obrar por una sociedad más civilizada; desde el hijo de caballero que deviene en militante comunista hasta la madre que abandona al hijo por otra lealtad más fuerte. Novela increíblemente fina de oído, atenta al canto particular de cada una de sus criaturas, pues en esta novela las conversaciones se escuchan, los personajes tienen voz y dejo. Quizá sea esa pluralidad de voces lo que da a Milico su categoría: la de una novela-mundo que no excluye a ninguna figura".

La editorial murciana Alfaqueque Ediciones publicó coincidiendo con el décimo aniversario del “caso Pinochet”, publicó Milico y destaca que Varas es Premio Nacional de Literatura 2006 (Chile), Premio Municipal de Literatura 2007 (Santiago, Chile), Premio Consejo del Libro 2007 (Chile), Premio Altazor 2008 en narrativa y por presentó la obra en Casa de América de Madrid, el 20 de noviembre, con la participarán del autor, el escritor, Carlos Franz y el editor, Fernando Fernández Villa.
http://www.larepublica.es/foro.php3?id_article=13121



Por su parte http://www.elconfidencial.com/cache/2008/11/20/2_chileno_miguel_varas_recuerda_novela_tiempos.html señala:

Casi veinte años después de que terminara la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), el escritor chileno José Miguel Varas (1928) publica en España "Milicos", una novela tejida "con los recuerdos de un trauma que Chile no ha superado".

En una entrevista con Efe en Madrid, donde presenta hoy la obra -editada en España por Alfaqueque- Varas asegura que su novela habla "de la posibilidad de la felicidad, pero anclada en la situación de ese momento" que vivieron los chilenos.

La historia que ha inventado Varas comienza unos pocos días antes del golpe militar que encabezó Pinochet el 11 de septiembre de 1973 contra el Gobierno del presidente socialista Salvador Allende.

El "nudo novelesco" surge de un episodio en el que un joven asiste a la irrupción violenta de los militares en el funeral de su padre, también militar. Se trata de un joven periodista de radio que había sido conservador, como su padre, pero que rompe con su pasado y se hace comunista.

"Es una persona con incertidumbres, no un poseedor de todas las verdades; es escéptico y dubitativo", dice Varas para describir a su protagonista, que, "enfrentado a la dictadura cruel, se convierte en militante por responsabilidad y obligación ética de responder".

José Miguel Varas reconoce que el título del libro "da la idea de una obra política y de denuncia", pero es una ficción "enclavada en el medio social chileno y su problemática".

El autor ha atribuido a sus personajes pensamientos diferentes, "algunos defensores de la dictadura y otros no", e incluso hay un militar de elite, descendiente de indios mapuches, entrenado para torturar, que se entera de las atrocidades sufridas por su pueblo y decide desertar.

También hay elementos autobiográficos en la novela, admite Varas, convencido de que "todos los autores escriben con su propia experiencia".

El novelista chileno recuerda los tres años del Gobierno de Allende. "No hubo socialismo, como suele decirse. Fue un Gobierno socialista que adoptó medidas importantes para hacer una sociedad más amplia y más justa".

Y recuerda el autor cómo "ese Gobierno socialista nacionalizó el cobre; una decisión que fue tan criticada, pero que hoy hace que las cajas fiscales de Chile estén repletas de dinero gracias a que el cobre es del Estado y no de los estadounidenses". EFE jnr/is



Finalmente la Oficina de Prensa de la Embajada de Chile en España, añade sobre“MILICO” que "en Madrid, arropado por intelectuales de prestigio y teniendo como escenario la Casa América, José Miguel Varas presentó su último libro “Milico”, (Premio Altazor 2008) novela que se inicia horas antes del golpe militar de 1973, y en el que el protagonista, Jaime Román, periodista e hijo de un coronel de ejército- que fallece el 10 de septiembre- es detenido durante el velatorio de su padre en la capilla del Hospital Militar.

Editado por Alfaqueque de Madrid, la novela de 376 páginas ha provocado el interés del lector español, ávido siempre por conocer, ya sea en obras de ficción o testimoniales lo ocurrido durante el gobierno de Augusto Pinochet. Sin embargo, esta visión a priori, es descartada por el autor, quién durante el acto aseguró que “esta no es una novela del golpe militar, sino una historia humana ambientada en ese momento histórico”.”No es la novela del golpe”, insistió Varas, “sino una historia de supervivencia”.

“José Miguel Varas narra la tragedia chilena con una suerte de humor compasivo, hacia ambas partes, que ha sido muy raro hasta ahora. Esta novela balzaciana y moderna, madura y divertida, se niega al olvido, pero lo hace “para recordar sin ira”, afirmó en la presentación de la obra, Carlos Franz, agregado Cultural de la Embajada de Chile en España.

El editor del libro, Fernando Fernández Villa explicó que “Milico” “reúne todos los objetivos para recuperar textos y autores que entreguen valores como la solidaridad, la libertad, la paz, la memoria histórica. Todo eso está en esta novela”, afirmó al referirse al porqué de su elección."

jueves, 20 de noviembre de 2008

LUIS CORVALAN: EL DERRUMBE DEL PODER SOVIETICO

El derrumbe del Poder Soviético (por Luis Corvalán Lépez)

9 Agosto, 2007 - 04:02 — equipo.editor

La crisis de los paises socialistas y el colapso de la Unión Soviética provocaron una fuerte conmoción, especialmente en los millones de militantes comunistas.

Desorientados, desmoralizados, muchos se quedaron - hasta hoy - sin respuesta a sus acuciantes preguntas. Luis Corvalán, autor de este libro, no fue ajeno a esta crisis. Secretario del Partido Comunista de Chile durante 31 años, aporta en este volumen su propia vivencia de los acontecimientos, y el conocimiento personal de los protagonistas del drama.

Avalado por su dilatada experiencia política- milita en el PC desde hace mas de 60 años-, resultan impactantes sus reflexiones sobre lo que fue la construcción del socialismo en la URSS, asi como sus defectos: el culto a la personalidad y sus raíces históricas; el papel del Partido “ el exceso de poder le hizo mal”; la política económica que despreció las leyes del mercado; la responsabilidad de Gorbachov ( “aprendiz de brujo que desató los demonios”). Descarnado, no elude en este análisis la autocrítica al papel del PC chileno ( “ no queriamos ver la realidad tal cual era”) y su ciega adhesión a la URSS.

Revelador, el libro resultará imprescindible para entender un capítulo vital de la historia política de este siglo.

Editorial Los Andes.

http://www.luisemiliorecabarren.cl/?q=node/348

EXTRACTO LIBRO: EL DERRUMBE DEL PODER SOVIETICO.

Capítulo 12.-

EL PRINCIPAL RESPONSABLE

No hay más que reconocer que el Partido Comunista de la Unión Soviética es el principal responsable del derrumbe del socialismo en su país y en Europa del Este. El Partido que fundara Lenin, el Partido que dirigió la revolución más trascendental de la historia humana y que encabezó victoriosamente a su pueblo durante tres cuartas partes del siglo XX, tenía que haber demostrado esa misma capacidad para impedir la proliferación de males en el seno de la sociedad soviética y en sus propias filas, para corregir a tiempo las deformaciones y, finalmente, para llevar a la “ perestroika” a buen puerto. Y no sucedió así.

El PCUS fue fundado por Lenin en 1898 con el nombre de Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia. Pasó a llamarse Partido Comunista por acuerdo del VII Congreso celebrado en Petrogrado en marzo de 1918. Surgió y se desarrolló como un partido de acción que puso en movimiento a millones y millones de hombres y mujeres en pos del socialismo. Consideraba que éste tenía que ser – y no podía ser de otra manera – obra del pueblo, al cual educaba y del cual aprendía y se aconsejaba. En tiempos de Lenin ésta fue la regla de oro del comportamiento del Partido. En ello radicaron su fortaleza y sus éxitos.

Después de Lenin, en uno y otro momento de la historia de la Unión Soviética, el Partido mantuvo este comportamiento o primó en él dicha conducta. Pero es incuestionable que,también después de Lenin, aparecieron en su seno- y a la postre se hicieron dominantes- los rasgos que lo llevaron a separarse del pueblo y a dejar de ser un partido comunista propiamente tal, para convertirse en un ente burocrático, en un aparato de poder, en una simple máquina de administración.

Formalmente, el Gobierno de la URSS estaba en manos del Soviet Supremo, constituido por un poder legislativo bicameral, por la Cámara de Representantes del Pueblo y la Cámara de Representantes de las Nacionalidades. Era el Parlamento de la URSS, pero lo cierto es que carecía de facultades reales de poder. Se reunía por lo general una vez al año para aprobar el paquete de medidas que le proponía el Presidium del Soviet Supremo, sin que siquiera mediara una real discusión.
Con la “ perestroika” se creó un Parlamento que merecía el nombre de tal, el Congreso de Diputados. Lo vi funcionar a mediados de 1988. Discutía sobre “ un cuanto hay”.Sus debates no eran estériles. Los diputados consideraban cosas de interés y cosas baladíes, hasta si debían usar corbata en el ejercicio de sus funciones. Estaban preocupados por los mecanismos electrónicos para contar los votos. Este mecanismo era como un juguete novedoso que atraía su atención. Comprensible. Hacían su experiencia.


En la práctica, durante 70 años, el Gobierno de la URSS estuvo, en la mayoría de esos años, en manos del Partido o, dicho más exactamente, en manos del aparato del Partido. Este mandaba en todo. Nada se hacía sin su consentimiento, sin que mediara de su parte una resolución.

Cuando llegué a Moscú para instalarme allí con mi familia, dando comienzo a mi exilio, me entregaron un departamento en un viejo edificio de la calle Gorki, a tres cuadras de la Plaza Roja, edificio en el cual residía Luis Carlos Prestes, que era entonces secretario general del Partido Comunista de Brasil. Algunas semanas después surgió la necesidad de cambiarme a un departamento más amplio, porque dos de mis hijas, una de ellas casada, que se hallaban en Moscú desde comienzos de año, tenían que irse a vivir con nosotros.¿ Con quién hablamos? ¿ A quién le solicitamos el cambio de vivienda? ¿Quién solucionó el problema? Hay una sola respuesta: el Partido, cuyo Comité Central tenía un departamento especial para resolver estos asuntos. Otro hecho decidor. Un día nos llamó por teléfono, desde España, nuestra amiga Julia Araya, que había viajado desde Santiago a Madrid, junto a su esposo, Jorge ; un prestigioso odontólogo.

Querían pasar a vernos por unos tres dias. A la Unión Soviética podía llegar cualquier persona procedente de cualquier lugar del mundo, a través de Inturist o de alguna otra agencia de turismo que tuviera convenio con ella. La agencia le ofrecía y le organizaba el tour y le coseguía la visa. Todo lo que tenía que hacerse era cancelar el valor del billete de avión, comprendido hospedaje y alimentación. En el caso de Julia y Jorge, como no viajarían a través de Inturist y se alojarían en nuestra casa, se requería que nosotros le consiguiéramos la visa. ¿ A quién nos dirigimos? Pues, al Partido. A través de él se arreglo el viaje.

El Partido suplantaba los organismos admnistrativos, estaba por sobre ellos. En decenas de años se acostumbró a dirigir en todo la vida del Estado, con o sin ley, de acuerdo o al margen de la ley. Si la Constitución, se pensaba, le confiere el papel de Partido dirigente, todo debe dirigir. Sus funcionarios le tomaron el gusto al desempeño de tal facultad.

El Estado tenía formalmente tres poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. En la práctica había uno solo: el Partido. Cuando se reunía el Soviet Supremo para considerar una ley, ésta se aprobaba invariablemente, sin mayor discusión. Contaba con el acuerdo previo del Partido y eso bastaba.

El exceso de poder le hizo mal. Lo puso por encima de la sociedad y, en definitiva, al margen de la sociedad. Terminó diluyéndose como la sal en el agua, hundiéndose como un viejo barco carcomido y lleno de agujeros, sin vitalidad alguna. Ha tenido un triste fin.

A propósito de la derrota de la revolución chilena, los dirigentes soviéticos citaron una y otra vez una frase de Lenin que había que tener en cuenta rigurosamente: “La revolución-dijeron- debe saber defenderse”. ¡ Quién iba a pensar que la más grande e importante de las revoluciones no iba a ser defendida por el Partido que la llevó a la victoria!.

La “perestroika” fue aprobada por el Pleno del Comité Central del PCUS en abril de 1985, pero sin un convencimiento cabal, más bien formalmente. Los planteamientos de Gorbachov contaron con su anuencia, más no con su respaldo. Gorbachov apareció adelante del Partido y frenado por una parte de éste, por el “part-aparat” o la mayoría de sus componentes. El Partido perdió su cohesión, dejó de ser Partido dirigente y entró en profunda crisis.

En el Pleno de marzo de 1990, al discutirse la plataforma y los Estatutos del PCUS, el secretario de la organización comunista de la fábrica de relojes de Minsk, Victor Chikin, dijo que esa discusión “ parece un concilio de médicos reunidos en torno a la cama de un muribundo”.

En 1990, el 10 % de los que se retiraban de las filas del PCUS declaraban que lo hacían porque éste iba a la zaga de los procesos reestructuradores de la sociedad. Y según una investigación sociológica nacional, realizada ese mismo año, más de un tercio de los encuestados manifestó sus dudas en el sentido de que el PCUS fuese capaz de cambiar y cumplir con eficiencia su papel de vanguardia. Casi la mitad expresó que el prestigio del Partido era bajo.

Algunos alegaron a favor de una purga en sus filas, recordando que también las hubo en los tiempos de Lenin y sosteniendo que no había porqué temerlas. Podría ser positiva, sostuvo el diario “ Socialisticheskaia Industria”. Pero a esa altura del tiempo no había quién le pusiera los cascabeles al gato.

Once días antes del golpe se reunió el Buró Político del PCUS, expuso su preocupación por la pérdida de influencia del Partido en el movimiento obrero y anunció la adopción de medidas para restablecer sus posiciones.Pero ya era tarde. No alcanzó a tomar medida
alguna ni podía hacerlo, y si las hubiese podido tomar no habrían tenido ningún efecto práctico. Habrían sido resoluciones adoptadas en el aire y para que quedaran en el aire.

Bajo la firma de A. Ilin, el diario PRAVDA del 30 de septiembre de 1991 consignó lo siguiente: “El destino del PCUS se va tornando trágico”. Con el inicio de la “perestroika”, el Partido, al comienzo en forma lenta y luego acelerada, se fue quedando atrás de los acontecimientos. No pudo asimilar la política del multipartidismo, prevaleciendo el carácter burocrático y conservador de sus estructuras.Esto lo separó de las fuerzas progresistas y provocó la salida de muchos militantes. A mediados de este año perdió 4 millones de sus integrantes.

Muchos en el diario escribimos sobre la crisis del Partido con la esperanza de que se tomaran las medidas pertinentes. Estas esperanzas se fortalecieron cuando se eleboró el nuevo programa, en el cual la organización intentaba, analizando la historia, recrearla, levantando lo válido y lo vivo, negandose a tomar lo ya muerto y dando pasos hacia una nueva calidad. Pero este proceso fue drásticamente cortado, interrumpido por los acontecimientos de agosto.

“La declaración del Comité de Emergencia fue dirigida- esto debe acentuarse- en contra de la renovación democrática, en contra de la reestructuración del Partido. Después del fracaso del golpe, dado que entre los golpistas habían miembros del CC del PCUS, el Partido fue congelado. Sin investigaciones ni juicio fue declarado ilegal. Una tras otra se fueron entregando las estructuras del Partido. Este, en algunas de las repúblicas, ya cambia de nombre y orientación”.

Así las cosas, la “perestroika”, por la forma en que se inició y llevó a cabo, estaba condenada al fracaso. Para triunfar tenía que haber sido concebida, discutida y asumida por todo el Partido, empezando por su Comité Central, y luego llevada al conocimiento, la consulta, la discusión, la ratificación de todo el pueblo, de los trabajadores en primer término. Así lo habría hecho Lenin y el Partido de los tiempos de Lenin o del Stalin de 1941, cuando ante la agresión fascista, ante un desafío de la historia que requería la movilización de todo el pueblo, el Partido y Stalin se dirigieron a él y supieron ponerlo de pie en la defensa de la Patria Socialista.

La “perestroika” surgió en la cúpula, se aprobó en la cúpula y empezó a operar mediante instrucciones y decretos, con el vapuleado método del ordeno y mando. La mayoría de los soviéticos la acogió con beneplácito, pero no se organizó ni promovió la participación activa de las masas en el profundo proceso de renovación que ella implicaba. El Partido no jugó su papel de dirección en ese aspecto. Dejó hacer a Gorbachov. Dejó que las aguas escurrieran, las limpias y las descompuestas. Permitió que empezaran a sugir y a ganar más y más posiciones personas y grupos que entraron a la arena política, de buena o mala fe, erosionando el socialismo.

Con la perestroika y la glasnot se rompió el monopartidismo, aparecieron varios otros partidos políticos con diversos nombres: socialdemócrata, proletario, democristiano, verde, anarquista, empresarial, monárquico. Muchos miraron esto con recelo ; otros con interés y simpatía. Entre las correcciones que debían introducirse al sistema estaba, precisamente, la de poner fin al monopolio político, al desconocimiento total de cualquiera otra manifestación política que no fuera la de los comunistas.

Ni Marx, ni Engels, ni Lenin sostuvieron jamás que la construcción del socialismo exigía como condición sine qua non la existencia de un solo partido. Durante la revolución y en los primeros años del poder soviético, junto con el partido de los comunistas, estaba el de los Socialistas Revolucionarios, los llamados “eseristas” de izquierda. Si prevaleció un solo partido fue en virtud del hecho que los “eseristas” se volvieron contra la revolución y fueron sorprendidos con las manos en la masa en el complot del 6 de julio de 1918 contra el poder soviético, fraguado por los adversarios del Tratado de Brest-Litovsk, de la Paz con Alemania promovida y defendida por Lenin.

Así se configuró, históricamente, la existencia de un solo partido político en la URSS. Pero este hecho no tenía por qué llevar envuelta la negación del pluralismo político a 70 años de la Revolución de Octubre. El pluralismo político es, ante todo, aunque no exclusivamente, consecuencia del pluralismo social que la Revolución Socialista no suprimió ni podía suprimir y que existió durante todos los años del Poder soviético.