lunes, 3 de septiembre de 2007

CORVALAN SALUDA A SU HIJO LUIS ALBERTO
















Corvalán saluda a su hijo Luis Alberto

(La Universidad de Los Lagos, sede Santiago, abrió sus puertas a través de su director Oscar Garrido, para recibir al ex senador Luis Corvalán, que este 3 de septiembre encabezó un emotivo y firme homenaje a su hijo Luis Alberto, que este año habría cumplido 60 años.
Allí estuvo la actriz Adella Secall, sobrina de Luis Alberto, Oscar Azócar compañero de la J, Jorge Montealegre, compañero de prisión, el editor Gustavo Ruz, los payadores Moisés Chaparro y Fernando Yáñez y su compañera de colegio, la cantante Isabel Aldunate.
Estuvieron Doña Lily, su madre, sus hermanas Lily, Vivi y Mavi, su esposa Ruth, sus amigos, compañeros, destacadas autoridades y personajes que valoran la consecuencia de la familia CORVALAN.
Por eso acá el discurso del tata Lucho, que a sus casi 91 demuestra que sigue siendo un comunista ejemplar)

Nuestro querido Luis Alberto nació el 2 de agosto de 1947. Hace, entonces, un mes y un día que se cumplieron 60 años de su nacimiento. Con este motivo, Ruth Vuskovic, quien fuera su esposa y es madre de Diego, el único hijo del matrimonio, nos dijo que sería bueno editar el libro que hoy presentamos “VIVI PARA CONTARLO” y que primitivamente se llamó “Escribo sobre el Dolor Y la Esperanza de mis Hermanos”.
Este libro fue una hermosa y gran iniciativa de Alberto porque en él dejó uno de los más valiosos testimonios de la inhumanidad y de las atrocidades de la dictadura. Al mismo tiempo, dejó páginas inolvidables de la capacidad del ser humano de vencer el terror y soportar las más bárbaras torturas cuando ha abrazado con amor el ideal de luchar, consecuentemente, por el bien y la felicidad de los que viven en la pobreza y sufren la explotación y el maltrato de los poderosos.

Alberto fue detenido el 14 de septiembre de 1973, conducido al Estadio Nacional y después al campo de concentración de Chacabuco. Su compañera estuvo presa en el Estadio y en la Cárcel de mujeres. Su hijo de 8 meses quedó al cuidado de ambas familias.
“Debo declarar –dice en su libro -- que de ningún modo fui el mas torturado y golpeado entre los miles de prisioneros del Estadio”. Pero ¡¡caramba cómo lo flagelaron!!
En su libro narra Alberto que en el Estadio Nacional lo llevaron al Camarín Nº 7, donde estuvo, junto con una treintena de presos, sin recibir ningún alimento durante los primeros 4 días. Al comienzo estaban allí 36 detenidos Al quinto día eran mas de100, todos ellos hacinados en 25 metros cuadrados. El día 12 de octubre, junto a otros presos, es conducido al interrogatorio intensivo.
Relata: “me conducen a golpes de fúsil corriendo por las escalinatas, con los ojos cubiertos por una frazada. Al entrar a la pieza de interrogatorio me reciben con una patada en el plexo solar,… me hacen correr en circulo por la sala con la cabeza gacha y cubierta por la frazada para estrellarme con violencia y de improviso contra las murallas”.
Lo golpean brutalmente, lo amenazan con fusilarlo, varias veces cae al suelo desvanecido y pierde el conocimiento. Le colocan una venda apretada en los ojos…. conectan los electrodos en los genitales, en los oídos, en la sien y en el pecho. Lo golpean en los riñones, en la nuca, el cuello… pierde el conocimiento una vez mas y lo reactivan tirándole agua.
Reanudan la tortura y comienzan a preguntarle “¿dónde está el hijo de puta de tu padre hijo? ¿Cuáles son las caletas donde se esconde?..... Danos nombres, colabora o te fusilamos…. Ningún comunista o hijo de comunista merece estar vivo”

No dice una palabra. y reanudan la tortura. “Escribe en su libro: “de nuevo me aplican electricidad en el ano, y me introducen un objeto punzante por el, me desmayo varias veces y me vuelven a reactivar, siento que me voy a reventar, cuántas horas llevo allí, no podría precisarlo, soy ya incapaz de responder a las preguntas. Sólo emito sonidos guturales, la inconciencia se va tornando permanente. No siento los golpes y casi ya no reacciono a la electricidad.”
Después del interrogatorio lo llevan a la intemperie, es de noche, se despierta con convulsiones y sangrando de rostro y cabeza. “En ese momento – describe-- un oficial se acerca para mirarme, mueve la cabeza en sentido de desaprobación al comprobar mi estado…. llama a tres voluntarios de entre los prisioneros para que me trasladen, se acercan tres jóvenes obreros me levantan en peso y hacen una silla de mano para llevarme. Así iniciamos una lenta marcha a los camarines del estadio.” Allí lo recibe un suboficial de guardia que se estremece al ver su estado. Revisa la ficha donde indicaba que Alberto debía ser conducido nuevamente a interrogatorio.

En su libro escribe“Esto significa que he pasado el primer interrogatorio de mas de siete horas y que aún estoy vivo, pero no hay seguridad de lo que ocurrirá más adelante. Me pregunto por qué tanto ensañamiento en la tortura. Todo ello perseguía que firmara un documento que comprometiera a mi padre”. No lo consiguieron.
Vuelve el suboficial, rompe su ficha y con la ayuda de dos de sus compañeros de camarín lo regresan a este. El oficial indica que lo escondan y que si preguntan por el lo nieguen. Así le salvan la vida.

Mario Benavente, profesor universitario, penquista, uno de sus compañeros de prisión en Chacabuco, en su libro “Contar para Saber” habla con mucho cariño de nuestro hijo, dice: “Los torturadores en su odio lo habían destruido visceralmente . Pero ahí en medio del desierto estaba Luis Alberto cantando, jugando, contagiando con su alegría a sus compañeros. Lo contagiaba todo, su sonrisa iluminada. Se hacía difícil imaginar como ese cuerpo tan frágil pudo soportar el ensañamiento de los torturadores. Nada de lo que acontecía en la reclusión le era ajeno, todas las actividades y componendas programadas hacían en el, no el mejor, pero tal vez el mas entusiasta. Gozaba haciendo bromas y picardías en el transcurso de los juegos.”

Alberto muere el 26 de octubre de 1976 a los 28 años de edad. El Informe Rettig dice textualmente en la página 174 del Volumen II “Luis Alberto Corvalan Castillo… fallece como consecuencia de las torturas recibidas”.

Mi compañera Lily recibió un llamado telefónico desde Sofía. Le habló Julio Alegría, que se había desempeñado como Embajador de Chile en Bulgaria. --Tengo que comunicarte —le dijo— una terrible noticia. Luis Alberto sufrió un ataque fulminante.
Entonces, mi hija Viviana, tomó el fono, hizo de tripas corazón y recibió de Julio y de Ruth una información mas completa. Luis Alberto había fallecido en la madrugada de ese día.

Lily y la mayor de nuestras hijas, que tiene su mismo nombre se encaminaron al campo de concentración de Tres Álamos. No era día de visita, pero lograron ser autorizadas para hablar conmigo, pero sólo durante 5 minutos. El encuentro se efectúo en el descanso de la escala que va al segundo piso del edificio donde permanecía encerrado. Ese fue todo el tiempo y el espacio que nos dieron para tan dramática entrevista. Nos abrazamos sintiéndonos más unidos que nunca en la desgracia y recíprocamente nos dirigimos algunas palabras de aliento tratando de animarnos del golpe mas duro que hayamos sufrido en nuestras vidas.

Luis Alberto nos ha dejado dos testimonios de su corta y valiosa vida. El libro que hoy presentamos y su participación en el documental del gran cineasta Román Karmén.
Cuando su corazón dejó de latir, Karmén que captó con su cámara, la Guerra Civil Española, la Segunda Guerra mundial y la lucha del pueblo chileno durante el gobierno de Salvador Allende, hacía un documental como un aporte a la campaña internacional por mi libertad. En el se proponía poner de relieve parte de mi vida y de los acontecimientos chilenos a través de una entrevista a Luis Alberto, cuyo deceso lo impactó profundamente. Entonces, una buena parte del documental tomó otro giro, pues Karmén incorporó a él la vida y la muerte de mi hijo. Es un film conmovedor que el cineasta llamó “El Corazón de Corvalan” y que será exhibido en el Cine Arte Alameda desde el jueves próximo.

La última vez que ví a Luis Alberto fue días después que lo liberaran del campo de concentración de Chacabuco. Llega a Ritoque acompañado de su madre y sus hermanas a despedirse de mí en vísperas de su viaje a México, donde se encontraba su compañera Ruth y su hijo Diego. Cariñoso y animoso como siempre. Pero nada me dijo de las feroces torturas que había sufrido.
Seguía mirando la vida con optimismo. Partía con la decisión de luchar afuera contra la dictadura. Y así lo hizo. Se incorporó al movimiento de solidaridad internacional recorriendo varios países, a la vez que se dedicó a estudiar la rica experiencia búlgara en la agronomía. El era agrónomo, profesión que siguió porque tenía que ver con uno de los problemas más importantes para su pueblo, la alimentación. Alberto había conocido las poblaciones, me había acompañado en algunos viajes al sur de Chile. Un día fuimos a la Isla Santa María del Golfo de Arauco y otros a pequeñas aldeas campesinas y reducciones mapuches. Lo golpeó mucho la vez aquella que almorzamos en una de esas reducciones y el almuerzo consistía sólo en papas con merquén. En otra ocasión, siendo todavía niño, marchó con un pequeño cartel en la mano que decía “Ricardo Fonseca, seguiremos tu ejemplo”. En los Liceos Darío y Manuel de Salas y en la Escuela de Agronomía fue siempre un activo militante de las Juventudes Comunistas de Chile. Se distinguió, además, como un entusiasta miembro de la Brigada Ramona Parra e hizo de punta a cabo la histórica marcha por Vietnam desde Valparaíso a Santiago.

Nuestro hijo nos ha dejado también un nieto, el primogénito y el único varón, quien se ufanaba cuando chico diciendo que con él se prolongará la familia. Vive en México. Es un excelente intérprete de la música del Estado de Veracruz. Es músico y aprendiz de LUTHIER. Canta y baila. Tiene la simpatía de su padre y nos viene a ver a menudo.

A nombre de Lily y de toda mi familia, gracias por la concurrencia a la presentación del libro de nuestro amado e inolvidable hijo.

Y muchas gracias al Director del Campus Santiago de la Universidad de los Lagos, señor Oscar Garrido por la gentileza de concedernos esta sala.