lunes, 1 de diciembre de 2008

HACE 37 AÑOS, EL COMPAÑERO PRESIDENTE SALVADOR ALLENDE DESPIDIÓ AL COMANDANTE FIDEL CASTRO EN EL ESTADIO NACIONAL, AL CONCLUIR SU VISITA A CHILE



MEMORIA DEL CHILE REVOLUCIONARIO

A continuación reproducimos el discurso del compañero presidente Salvador Allende, pronunciado en el Estadio Nacional hace 37 años, al despedir al líder cubano, comandante Fidel Castro, al terminar su viaje por Chile, dada su importancia histórica y para que sea leído por las jóvenes generaciones, que podrán sacar sus propias conclusiones de las repercusiones aquella inolvidable visita.

(Estadio Nacional, 2 de diciembre de 1971)

Pueblo de Chile, estimado compañero y amigo Comandante Fidel Castro, Primer Ministro de Cuba Revolucionaria; compañeros dirigentes de los partidos y movimientos que integran la Unidad Popular; compañeros ministros; compañeros militantes de los partidos populares; queridas compañeras, queridas compañeras jóvenes:

La presencia en nuestra patria de Fidel Castro es el encuentro de dos pueblos, de dos pueblos unidos por su historia, por sus ansias de justicia, por la lucha, por la auténtica libertad. Son dos pueblos que han luchado y luchan para romper la dependencia que han derrotado las minorías privilegiadas, que allá y aquí, durante tantos años, mantuvieron el poder y lo usaron para sus privilegios y su granjería.

Fidel Castro ha llegado a nuestra tierra, la ha recorrido desde el norte árido hasta la zona austral, desde la pre-cordillera hasta el litoral. Ha venido no a aprender ni a enseñar. Ha traído su experiencia y su lenguaje. El lenguaje de un auténtico revolucionario que le hablaba al campesino, al estudiante, al soldado, a la mujer, al hombre de nuestra patria. Le ha hablado sobre las obligaciones que implica
el ser revolucionario, ha señalado lo duro de la lucha emancipadora, el esfuerzo, el trabajo, la superación que requiere el pueblo en todos sus niveles. Más que eso, ha señalado los vicios del proceso revolucionario, cuando a éste le azotan el sectarismo y el dogmatismo.

No ha venido a intervenir en la política interna de Chile, no ha tenido ni una frase que pueda alcanzar más allá de las fronteras a gobernantes de otros países; ha señalado sí, en su lenguaje revolucionario, lo que ha sido Cuba y al mismo tiempo lo que es la revolución que no tiene apellido, y al hablar de la revolución habla de Cuba y de Chile, y de todos los pueblos del mundo que luchan.

Nosotros teníamos conciencia hace mucho tiempo de que Cuba, en su historia, era distinta a Chile y por eso de acuerdo a su propia realidad buscó el camino que esa realidad exigía, y con las armas derrotaron la dictadura batistiana y empezaron el duro y sacrificado esfuerzo por construir una nueva sociedad, una patria distinta, donde la dignidad alcanzara niveles individuales y colectivos como pueblo.

Chile, de acuerdo a su historia y a su propia realidad, ha buscado su camino y ha empleado este camino para hacer posible, dentro de los marcos del sufragio, un Gobierno Popular nacional, auténticamente revolucionario y democrático, para abrir también las anchas avenidas que nos conduzcan al socialismo.

Nuestro país ha debido derrocar a los que pretendieron cercarlo, aislarlo, separarlo del resto de los países latinoamericanos como lo hicieran injusta y torpemente con Cuba. Hemos contribuido nosotros a romper, a destruir las fronteras ideológicas levantadas para poner cortapisas al pensamiento del hombre y a la voluntad rebelde de los pueblos. Y por eso, como Presidente del pueblo de Chile, estuve en Argentina, en Perú, Colombia y Ecuador, y por eso es que con legítimo derecho, como un gobierno revolucionario, invitamos al pueblo de Cuba en la persona del Comandante y amigo Fidel Castro.

Hemos contribuido a romper el cerco que hace 10 años se levantara contra Cuba, y si hay algo que señala que interpretamos la voluntad consciente de nuestras masas y las mayorías nacionales es el hecho de que a cinco días de asumir el Gobierno, la primera significativa medida de orden internacional que tomáramos fue restablecer las relaciones diplomáticas, culturales y comerciales con Cuba.

Ya lo he dicho, por caminos distintos, Cuba y Chile han llegado a un proceso revolucionario, de una marcha más profunda, no sólo por el tiempo sino por su propia realidad, en Cuba, y nosotros dando los pasos necesarios para afianzar el proceso revolucionario y caminar presurosamente hacia las metas que nos hemos trazado.

Tradiciones libertarias

La Revolución Cubana y la Revolución Chilena son depositarias de las mejores tradiciones. De las tradiciones libertarias de aquellos que nos dieron perfiles de pueblo; somos los que con derecho podemos señalar que están junto a nosotros con el ejemplo de sus vidas y con su pensamiento, O'Higgins, Bolívar, San Martín y Martí, que indicaron el camino de la rebelión revolucionaria de los pueblos para hacer posible ayer la independencia política y hoy día la independencia económica.
Ayer contra el imperio, hoy contra otro imperio.

Los pueblos de Cuba y Chile están en la vanguardia de la lucha en esta nueva etapa liberadora, libertaria. Afianzamos nuestro anhelo en la plena soberanía y nuestra decisión de ser dueños de nuestro propio destino. Ambos pueblos se han levantado contra una clase social. Clase social similar a la que ha gobernado en los países de este continente. Ambos pueblos se han rebelado contra la violencia social que marca la trágica realidad aún de América Latina. La incultura, la miseria moral y
fisiológica; el hambre, el desempleo, la falta de viviendas, van marcando como hitos la miseria y el dolor de las masas populares de este continente. Cuántas veces yo he dicho, y hay que repetirlo, 11 millones de desempleo absoluto, más de 60 millones de latinoamericanos que tienen trabajo ocasional o parcial; faltan 19 millones de viviendas; el 53 por ciento del hombre y la mujer de estas tierras nuestras se alimenta en condiciones subnormales. El promedio de vida es muy inferior al que
se alcanza en los países socialistas y en los países del capitalismo industrial; la mortalidad infantil golpea brutalmente el futuro de nuestros pueblos y se cercena la existencia de millares y millares y millares de niños que deberían ser los ciudadanos constructores del mañana.

La voluntad del pueblo

Y contrasta esta realidad dramática con una minoría que vive el placer de la sociedad de consumo, de una minoría que niega las posibilidades del pueblo y que ha sido complaciente en la entrega de nuestras riquezas fundamentales. Año a año se agranda la brecha que separa a los países de este continente y los países que alcanzaron la revolución comercial, la industrial y que caminan presurosos en la etapa de la revolución tecnológica y científica.

Frente a esta realidad emerge la voluntad de los pueblos que no quieren vivir en el dolor del hambre, la miseria, la incultura y el retraso. Se levanta la voluntad de los pueblos latinoamericanos para buscar el camino que, llevando su propia independencia, permita el desarrollo integral de la personalidad humana. El drama de América Latina tiene que ser detenido por la voluntad consciente de las masas populares, que saben perfectamente bien que deben rechazar la explotación económica
y el predominio hegemónico de aquellos que han influido en nuestra vida, limitando nuestras posibilidades y sometiéndonos como países dependientes en lo económico, incrustándonos una cultura que no es nuestra, negando nuestro pasado, cerrando nuestro presente y trazando un futuro de dolor y miseria para nuestros pueblos.

América Latina se levanta con voluntad revolucionaria para hacer posible el mandato de los próceres la unidad continental y estar presentes en el mundo con
destinos propios.

Los mismos enemigos

Ambos procesos revolucionarios han encontrado y encuentran idénticos enemigos externos e internos. Cuba supo, y hace años, del cerco, la invasión y las agresiones; la infiltración cotidiana y la invasión a Playa Girón. Cuba ha derrotado la invasión, la infiltración, el cerco, y se levanta con el esfuerzo consciente y disciplinado de sus masas populares y con la voluntad de sus dirigentes
revolucionarios para derrotar el retraso y tomar aceleradamente el camino del progreso en la común tarea patriótica de hacer de Cuba una patria auténticamente tal para todos los cubanos.

Chile surge de acuerdo a nuestra realidad; con un proceso revolucionario que encarna en lo que ha sido nuestra historia y es nuestra tradición. Muchas veces lo reiteramos ante el pueblo y hemos dicho que el camino nuestro es un camino nuevo que hace un pueblo teniendo tan sólo como guía su propia decisión y la experiencia que va adquiriendo todos los días. El enfrentamiento nuestro es el enfrentamiento de cada minuto y de cada instante en contra de los sectores minoritarios que ayer
tenían el poder y el Gobierno y en contra de los grandes intereses foráneos que deformaron nuestra economía y que quisieron someternos al yugo implacable de la penetración imperialista.

El pueblo no quiso la violencia

El pueblo de Chile nunca quiso el camino de la violencia, el pueblo de Chile sabe por experiencia sufrida quiénes la ejercieron a lo largo de nuestra historia, y cómo tuvimos que aprenderlo en los días que fueron desde el 4 de septiembre de 1970 hasta el 3 de noviembre de ese mismo año; allí vimos la lección de una oligarquía soberbia e insolente, aliada al imperialismo que buscó todos los caminos para impedir el acceso del pueblo al Gobierno; ahí aprendimos lo implacable de sus decisiones, que llegaron hasta el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército para atacar a la
mayoría de Chile, que quería darse un Gobierno Popular nacional y revolucionario.
Siempre respondimos con la superior tranquilidad de los que tienen conciencia de sus fuerzas; siempre repetimos: el pueblo no quiere la violencia, y que otros la desatan encubierta o descaradamente. Siempre advertimos que sólo responderíamos a la violencia contrarrevolucionaria con la violencia revolucionaria.

Llegamos al Gobierno y aquí hemos utilizado los caminos que nos dan nuestra propia realidad y nuestra propia existencia; la revolución en el sentimiento del Programa
popular ha ido avanzando, por eso recuperamos nuestras riquezas básicas en manos del capital foráneo, y por eso, dentro de los cauces legales y de la propia Constitución, podemos decir al mundo y con orgullo de chilenos el carbón es nuestro, el salitre es nuestro, el hierro es nuestro, el acero es nuestro, el cobre es nuestro.

Hemos herido intereses

Hemos intensificado la reforma agraria y herido profundamente al latifundio, hemos estatizado la banca y hemos estatizado también diversos monopolios para fortalecer el área de la economía social, y al cumplir los aspectos fundamentales del Programa de la Unidad Popular, nos hemos preocupado fundamentalmente del hombre y de la mujer de Chile, del niño y del anciano, y de ahí la política de redistribución del ingreso para impedir que siguieran consagrándose en nuestra patria las diferencias brutales que marca el régimen capitalista, en donde la explotación del hombre por el hombre es lo esencial. Por eso, en el caminar de nuestra revolución hemos heridos los intereses de las minorías privilegiadas y hemos respetado los derechos que el pueblo conquistara, hemos avanzado y hemos señalado al pueblo que la revolución se ha hecho y se hará en beneficio de las mayorías, y por eso es que Chile presencia en este instante el ataque que viene implacablemente organizado desde afuera y que encuentra eco adentro, en sectores que añoran el poder y que quisieran impedir el camino del
Gobierno de ustedes, del pueblo hecho Gobierno.

Actitud sediciosa

En lo interno hemos presenciado una actitud torva, sediciosa, que se acentúa a medida que nosotros avanzamos en la conquista del poder económico para las mayorías nacionales.
Cuando volví de haber hecho el viaje por los países signatarios del Pacto Andino, pronuncié un discurso que a muchos extrañó, porque venía de haber recibido la actitud deferente y hospitalaria de los gobiernos de Ecuador, Colombia y Perú, como antes lo había recibido de Argentina, y pronuncié un discurso manifestando que, a pesar de que la gira había significado la presencia de Chile y el reconocimiento del pueblo en los otros países, a pesar –puedo decirlo con satisfacción– de cómo se
estimó y se apreció lo que representaba nuestra revolución y cómo se respetaba la actitud nuestra afianzada en los principios fundamentales en el campo internacional del respeto a la autodeterminación de los pueblos; digo a pesar de que era un éxito, porque había sido definitivamente el aplastar las fronteras ideológicas, le hablé al pueblo señalando que desde la distancia yo veía cómo firme y fuertemente se agrupaban los sectores dispuestos a atacar el paso apresurado de la revolución chilena.

No es de extrañarse

Y por eso, no es de extrañarse de que ayer hayamos visto en Santiago una demostración de mujeres que, venidas desde el barrio alto, llegaron al centro de Santiago; es conveniente que el pueblo sepa que ese grupo numeroso, y lo era, de mujeres iba presidido, o precedido mejor dicho, por un grupo de 70 u 80 muchachos con máscaras, con bastones con incrustaciones metálicas y seguramente armados; flanqueaban las columnas femeninas grupos organizados de hombres con iguales
características y cerraba la marcha otro grupo similar.

Autorizada por el Gobierno, porque no negaremos jamás el derecho que consagran nuestras leyes a que los opositores pasen por las calles de Chile, también en resguardo absoluto del orden, pusimos meta y término a esa demostración. Demostración que tenía como expresión de protesta las ollas vacías de los más rancios sectores de la burguesía, de aquellos que nunca supieron la carencia de
alimentos vitales y aquellos que llegaron y se retiraron en poderosos vehículos, y aquellos que estuvieron en Providencia arriba hasta las 3 ó 4 de la mañana, interrumpiendo el tráfico, quemando neumáticos, pudiendo incendiar casas y habitaciones; por lo tanto, esa demostración tenía un contenido político y una decisión, y eso el pueblo debe aprenderlo.

Hubo un instante en que los hombres que flanqueaban esa columna, frente a la actitud de protesta de los trabajadores que con sacrificio ejemplar levantan los edificios que deberá ocupar en abril próximo una reunión internacional de extraordinaria importancia, se vieron próximos a que las puertas que cierran la entrada a esos edificios en construcción fueran echadas abajo para lanzarse dentro de ellos y materializar el intento que tuvieron de quemarlos.

Pero si los trabajadores están con su esfuerzo levantando sus edificios, con su actitud, con su decisión, impidieron a los fascistas de ayer que quemaran el edificio de la UNCTAD, levantado por el pueblo.

Gérmenes fascistas

Y hay que pensar, entonces, que Chile está presenciando un hecho que no es extraño a los procesos que han vivido los pueblos que han buscado el camino de su emancipación. Los latifundistas utilizan a los pequeños y medianos agricultores, haciéndoles creer que la revolución los perjudica a ellos. Los monopolistas a los pequeños productores, los grandes distribuidores a los comerciantes.

Y en este mismo instante en el Teatro Caupolicán están reunidos, viendo, seguramente, qué productores, pequeños, medianos y de comerciantes que nada tienen que temer del Gobierno Popular, que han recibido ya ostensibles beneficios, pero que no alcanzan a comprender lo que representa el que estén pidiendo los sectores de aquellos que ayer mismo ponían la soga al cuello a sus posibilidades de desarrollo. Por eso, no hay que desconocer que un germen fascista moviliza a determinados sectores de nuestra juventud, sobre todo en el campo universitario, y, como lo dijera, que usa a la mujer en manifestaciones de protestas, como la que he comentado, que se realizara ayer en la capital de la República. Son hechos similares a los que viviera Brasil, en el gobierno de Goulart; sólo ha faltado explotar –para crear un clima emocional más profundo– el sentimiento religioso; no han podido hacerlo porque es evidente el respeto del pueblo y de su Gobierno por el derecho de cada hombre y de cada mujer de Chile a tener la creencia, y ejercerla, que más le avenga con su convicción, y como no han podido utilizar este recurso, como han visto la actitud de prescindencia y de imparcialidad de la Iglesia chilena, aquellos que se dicen católicos y cristianos no han trepidado en lanzar los denuestos y las injurias contra el propio Cardenal de la Iglesia chilena.

Y esto ocurre en el mismo instante en que la Izquierda Cristiana viene a vitalizar la Unidad Popular. Por eso he señalado la importancia que tiene el que Chile sea el primer país en donde laicos, marxistas y cristianos forman la base granítica de las fuerzas populares expresadas en los partidos y movimientos del pueblo y fundamentalmente en la conciencia organizada de los trabajadores, en la Central Única.

Desde fuera y dentro

Esas cosas que señalo y que el pueblo no debe olvidar, acontecen dentro de nuestras fronteras, cuando más allá de ellas se levanta la actitud de aquellos que creen que estos pueblos revolucionarios no tienen la fuerza moral y la decisión revolucionaria de defender su revolución y el perfil de su propia personalidad.

Ayer, las agencias informativas han señalado que los integrantes de una misión que enviara el Presidente de los Estados Unidos a recorrer algunos países de América Latina han dicho, han dicho que de Chile poco pueden decir, porque de los antecedentes y opiniones recogidas, en los pueblos que visitaron, en las conversaciones que han tenido con sus dirigentes, se puede deducir que el
Gobierno Popular tiene sus horas contadas. Esto ha sido comentado y publicado en los diarios o en el diario de mayor circulación de Estados Unidos, y frente a la protesta de nuestro embajador ha habido un desmentido o esclarecimiento, pero queda en pie el hecho que señala, por lo demás, lo que es tradicional, y desde aquí yo les digo a aquellos que intervienen en la política de Chile, aquellos que pretenden hacerlo o aquellos que pretendieron hacerlo: Chile no es tierra de nadie, Chile es tierra de chilenos, el pueblo a lo largo de años y años y años de sufrimiento, de deber y esperanza, ha llegado al Gobierno y tiene como Presidente al compañero de ustedes, que les habla.



Estamos en el Gobierno para hacer posible el desarrollo de Chile y darle contenido más profundo a la palabra patria, esa que pronuncian tanto los sectores reaccionarios y que tantas veces la mancillaron cuando se sometieron a la presión extranjera o cuando entregaron nuestras riquezas fundamentales; pero el chileno auténtico, el patriota que siente el afecto y el cariño por la tierra en que nació y que anhela la patria grande y generosa para todos los chilenos, estará junto al Gobierno del Pueblo para defender a Chile, la dignidad de Chile, y rechazar la amenaza, la insolencia o la presión extranjera.

Hechos irreversibles

Se engañan profundamente los que creen que con amenazas, con presiones, con restringirnos los créditos, o con cerrarnos las posibilidades de renegociar la deuda externa van a impedir nuestro camino. Aquellos que han resuelto defender todavía en el dominio que tuvieran sobre las riquezas fundamentales de Chile deben entender que hay hechos que son irreversibles, y es irreversible la voluntad de los chilenos, de ser dueños de su tierra, de la riqueza de su patria. Se equivocan si acaso
pretenden impedir nuestro derecho a crear con nuestro esfuerzo y sacrificio el destino que le damos para la patria grande que queremos.

Por eso, por eso es sospechosa esa coincidencia, por eso el pueblo debe entender cómo se producen los procesos internos y los hechos que hemos observado con la actitud coincidente de palabras irresponsables o indiscretas, pero que no pueden ser dichas sin una intención por la jerarquía de los que las pronuncian. Por eso el pueblo debe darse cuenta, debe medir la magnitud de lo que ha estado ocurriendo y de ver lo que ha habido del atentado de que fuera víctima el compañero Ministro del Interior. Allá en Valparaíso también se lanzaron piedras en contra del coche en que yo estaba; sabiendo que era una actitud artera y cobarde de los que lo hacen desde la sombra, me bajé del auto y caminé por las calles de Valparaíso sin más protección que el cariño popular y el respeto del pueblo.

Sedición y no oposición

Anoche se intentó quemar el departamento de nuestro compañero Ministro de Salubridad, el doctor Concha; ayer se trató de asaltar la sede de la Juventud Comunista y el local del Partido Radical; el Cuerpo de Carabineros recibió ayer el embate de los que querían llegar hasta el centro a provocar todavía mayores dificultades e intentar entrar al Teatro Municipal, donde estábamos reunidos con el
Cuerpo Diplomático para hacer presente que el Ministerio de Relaciones Exteriores de nuestra patria ayer cumplía 100 años de existencia. Por eso es útil no olvidar esas cosas, por eso es conveniente tenerlas presentes, por eso el pueblo debe entender que a medida que avanzamos en la realización del Programa que el pueblo se diera, se endurece más y más la oposición.

Como Presidente de Chile, yo digo frente al pueblo que respeto y respetaré la oposición que se ejercite dentro de los cauces legales de Chile, pero que sé muy bien distinguir entre la oposición y la sedición, y que los partidos políticos deben fijar su propia responsabilidad.

No daré un paso atrás

Quienes pretenden sacarnos del camino que nos hemos trazado, quienes mintiendo y calumniando hablan de que en Chile no hay libertad, se ha suprimido el derecho de información, está en peligro la prensa, son los que mixtifican para poder, engañando, encontrar apoyo en determinados sectores, y son los conjurados en el ansia turbia de oponerse a la voluntad popular, y yo les digo a ustedes, compañeros, compañeros de tantos años, se lo digo con calma, con absoluta tranquilidad: yo no
tengo pasta de apóstol ni tengo pasta de Mesías, no tengo condiciones de mártir, soy un luchador social que cumple una tarea, la tarea que el pueblo me ha dado; pero que lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer a la voluntad mayoritaria de Chile: sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás; que lo sepan: dejaré La Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera.

Que lo sepan, que lo oigan, que se les grabe profundamente: defenderé esta revolución chilena, y defenderé el Gobierno Popular porque es el mandato que el pueblo me ha entregado, no tengo otra alternativa, sólo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el Programa del pueblo.

Pero que lo piensen y que lo mediten, que hay algo que yo he contribuido a formar: es una conciencia política de las masas populares chilenas. Esta no es –como lo dijera tantas veces– la tarea de un hombre; es el pueblo organizado en sus partidos, en sus sindicatos, en sus poblaciones, en su Central Única, el que está en el Gobierno; yo podré ser el intérprete de la voluntad de ustedes, pero mañana estarán junto a ustedes otros compañeros, y si cae uno de ellos, vendrá otro, y otro, y otro, y el pueblo seguirá en la revolución chilena.

No dejarse provocar

Compañeros: quiero terminar. Quiero terminar, porque todos deseamos oír al Comandante Fidel Castro. Quiero decirles, quiero sólo señalar ante el pueblo, muy claramente, algunas cosas que no deben olvidar: cuando el puedo es Gobierno, el orden público favorece a la revolución; por lo tanto, no hay que dar pretextos ni dejarse provocar.

Ellos, que suelen hacer aparecer, nacional e internacionalmente, que en nuestro país la autoridad está desbordada y que hay anarquía, se equivocan; te utilizado y utilizaré los resortes que constitucionalmente el Gobierno dispone y por eso he decretado zona de emergencia en Santiago, para dar la imagen verdadera y clara de nuestra resolución, y actuando dentro de los causes de la ley, he buscado la sanción.

Lo que apena y debe avergonzar a muchos de ellos –si es que tienen vergüenza– es que hayan usado a muchachas y a jóvenes; de los 90 detenidos de ayer, por lo menos el 60 por ciento de ellos tiene 18 a 20 años; muchachitos, hijos de su papá, que no supieron del trabajo, y muchachitas que nunca pararon una olla, se han prestado, se han prestado para desatar la violencia.

Nosotros decimos muy firme y muy claramente: vano empeño, vano empeño el querer eliminar la unidad de los partidos populares, vano empeño el pretender acusar al Cuerpo de Carabineros, como lo han hecho impúdicamente en la prensa hoy día; vano empeño, vano empeño el pretender recabar la disciplina y lealtad ejemplar de las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile para el respeto a la Constitución y a
la Ley.

Todos los días, todos los días, panfletos, cartas, anónimos, van y vienen de Arica a Magallanes, llevando el contrabando miserable de la crítica torva, le la presunción, de la mistificación, y eso se hace con un torrente controlado, en anhelo de resquebrajar la disciplina fundamental de nuestras instituciones básicas.

No lo van a conseguir, no lo van a conseguir porque las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile comprenden perfectamente bien que este Gobierno Popular es el que más se ha preocupado y se preocupará por darles a las Fuerzas Armadas y al Cuerpo de Carabineros lo que deben tener en la situación de un desarrollo de un esfuerzo, para hacer de ellos, también, participantes en el proceso de transformación y progreso de la patria.

Ejemplo revolucionario

Pero además, pero además, yo apelo a los partidos de la Unidad Popular, apelo a los militantes y dirigentes medios para que comprendan que la unidad no es una palabra sin contenido. Para erradicar el sectarismo, para terminar el dogmatismo, para ponerse una camiseta partidaria, para terminar con el cuoteo, para hacer ejemplo en el sacrificio, en el trabajo, en la tradición, los auténticos revolucionarios deben cumplir a conciencia esas tareas.

Vigilantes y movilizados
Tenemos que tener conciencia muy clara de quiénes son nuestros enemigos; tenemos que entender que son los abogados y gestores al servicio del imperialismo, los grandes terratenientes y banqueros, los monopolistas; hay que hacer conciencia en los sectores que viven de su esfuerzo y su trabajo, que ellos van a ser beneficiados con el proceso del desarrollo económico de Chile. Tenemos que tener vigilante al pueblo y movilizados conscientemente las masas. Un pueblo vigilante y movilizado, un
pueblo con metas, un pueblo sabiendo qué debe hacer y cómo debe hacerlo, es la base granítica en que descansa el proceso revolucionario. No puede haber un obrero, campesino, empleado, estudiante, técnico o profesional que no tenga una idea global de lo que quiere Chile en esta hora, y lo que la revolución anhela.

Todos deben entender que más allá del problema del personal, del gremio y de la empresa, de la reivindicación económica, está el proceso del desarrollo económico de
Chile; todos deben entender que una política de reajuste exagerada está destinada a impedir que derrotemos la inflación y aplastar la cesantía.

Necesitamos entonces, compañeras y compañeros, que esta conciencia se haga carne en la voluntad de las masas populares chilenas y que sepan distinguir entre lo que es la gran tarea revolucionaria y la lucha por ventajas pequeñas que desprestigian al hombre revolucionario y a la revolución.

Llamado al diálogo

Y a los compañeros militantes de otras fuerzas, que no están en la Unidad Popular, que son revolucionarios, yo les digo que queremos con ellos el diálogo, el entendimiento, y si no hay entendimiento, la discusión pública, doctrinaria, para saber quién y quiénes tienen la razón y cuál es el camino que debemos seguir.

Jamás, si me niego a usar la fuerza y la violencia contra mis enemigos, contra los enemigos de clase, cómo voy a poder imaginarme que tenga que usar la violencia contra los que son revolucionarios.

¡Compañeros militantes de los partidos de la Izquierda Revolucionaria, entiendan la responsabilidad que significa la hora que vive Chile, y lo que representa la auténtica unidad de todo revolucionario!

Se lleva la verdadera imagen

Compañero, amigo, Comandante Fidel Castro; compañero y amigo Comandante Fidel Castro, en nombre del pueblo de Chile lo despido diciéndole a usted: la imagen que usted tiene que llevarse y se lleva es la auténtica imagen de Chile; es el hombre de la salitrera, Comandante Castro, del carbón, de la estancia magallánica, es el estudiante, es el hombre de las Fuerzas Armadas con quien dialogó, es la mujer de Chile, la que estuvo junto a usted, hablándole de sus ansias y de su convicción.

No debería hacerlo, porque sé que nunca lo alcanzó ni la diatriba ni la calumnia artera; no lo hago para señalar que para quienes en Chile tienen el deseo de apocar la visita de Cuba en la persona de Fidel, se han roto todos los diques y las compuertas de la maldad, se han vaciado en la radio y en la prensa, en contra de la revolución y de su Jefe, el compañero Fidel Castro.

Yo sé perfectamente bien que a medida que el pueblo lo recibía con calor, con el respeto y el afecto con que se recibe a un hermano, que nos trae el cariño de otro hermano, del hombre que viene trayendo a Cuba la historia de Martí y los que cayeron en la Sierra Maestra o en Playa Girón; yo sé perfectamente bien que para Fidel Castro, revolucionario, hecho en la revolución y en la acción, aquí en Chile, representado en este estadio, por el pueblo de Santiago, como estuviera ayer, en las calles, en los caminos, en la pre-cordillera o en el litoral, para decirle al compañero y amigo que Chile ha estado y estará junto a Cuba en el anhelo de que juntos caminemos para luchar por la América libre que soñaron nuestro próceres.

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(Estadio Nacional, 2 de diciembre de 1971)