viernes, 26 de junio de 2009

DEBATE LEGITIMO




DEBATE LEGÍTIMO


Debemos pensar, que no estamos en un régimen “democrático”, como el que deseáramos todos. Primero porque nos mantenemos sometidos a una Constitución, que nada tiene de democrática, desde su génesis.
Constitución que las fuerzas políticas representadas actualmente, no tienen voluntad de modificar en su esencia.

Segundo porque la dinámica de los cambios exige nuevas formas de organización y apertura de espacios para la libre expresión de los ciudadanos. Y un análisis somero nos demostrará que las fuerzas políticas de este país, no se han renovado en lo absoluto, pese a que lo pregonen a los cuatro vientos.

La “renovación” sólo pasa por el cartel. ¿Qué de nuevo nos pude plantear la derecha, guardiana de sus intereses económicos? Nada, porque significaría ceder poder; y como me comentaba un amigo hace unos días: “el poder no se entrega, es arrebatado”; de diferentes formas, el voto o la violencia; pero la realidad cruda es esa.

¿Qué nos puede plantear de nuevo la Concertación? Al menos hay una posibilidad de abrir espacios. No es una fuerza homogénea y sus luchas internas deben canalizarse hacia algún punto. Quizás sea allí en donde la Izquierda pueda comenzar a abrirse un poco de espacio y avanzar un tanto. Pero para ello, necesitamos ser una alternativa posible; y eso hasta ahora no lo logramos.

Suelo no emplear el término “culpables”, muy propio de la cultura occidental, para eludir responsabilidades. Y si de responsabilidades se trata, es bueno comenzar a analizar cuales son nuestras propias responsabilidades, como Izquierda, más allá de los partidos.

Como Izquierda, no hemos tenido la claridad política, para encontrar los factores de unión que nos permitan ser una fuerza real. Tampoco encontramos la forma de canalizar los reales intereses de la gente; principalmente porque sobreponemos, lo que “creemos correcto”, sin analizar el fondo de lo que hoy sucede y motiva a la gente.

Como marxista, pienso que el análisis de hoy por parte de la izquierda, carece de una dialéctica elemental. Y si bien las condiciones cambian presentando otros escenarios, la problemática de fondo del poder, sigue siendo la misma; pero esto mismo nos obliga a buscar nuevas estrategias, sin despreciar aquellas que son parte fundamental de nuestros principios.

La responsabilidad política e intelectual de generar nuevos procesos estratégicos, es una responsabilidad colectiva de las fuerzas de izquierda. No podemos dejar esta tarea a los dirigentes. Los dirigentes deben conducir a sus fuerzas por ese proceso generado desde la base misma de la izquierda. Y si no es así, quiere decir que no tenemos una conducción idónea y cada cual dentro de su partido o movimiento debe luchar por ello.

Si citamos a Recabarren, no olvidemos que el siempre condenó al Parlamento Burgués, sin embargo defendió el derecho a participar en él, como una estrategia válida para desde allí denunciar al sistema y abrir espacios políticos que permitieran crecer al movimiento popular.



Hoy la situación tiene ribetes similares, aunque no idénticos. La Concertación se encuentra en una encrucijada y postula con el peor candidato que podría presentar, indudablemente por las presiones internas por parte de la DC.

La Ley de elecciones, con su sistema binominal, no permite a la izquierda obtener representación parlamentaria y la alianza con la Concertación ofrece una oportunidad para aspirar a tener alguna posibilidad de ello. El problema está en cómo manejar esa situación sin traicionar los propios principios. Esas pueden ser las legítimas dudas que hoy nos afecten.

Sabemos que la Concertación sólo es un buen administrador del sistema; pero ¿Cómo comprometemos realmente a ese movimiento para que realice cambios que generen mejores condiciones? Cambios en cuanto a mayor participación ciudadana, efectiva; por ejemplo en la elección de los CORE, o la legitimación de los Cabildos, como herramienta de decisión de las comunas en problemas fundamentales; y por cierto el llamado a Plebiscito en decisiones nacionales fundamentales, como lo son, la Ley de Educación y el cambio de la Constitución.

Si como izquierda, no somos capaces de generar discusión, apoyo y compromiso a la resolución de problemas como estos, en una coyuntura como la presente, quiere decir que aún nos resta un largo camino que recorrer. Pero hay que correr riesgos si se desea avanzar y el mayor es votar por el candidato de la Concertación, que personalmente no me agrada.

Héctor Koyck