martes, 3 de agosto de 2010

LA EX MINISTRA DEL TRABAJO DE LA UNIDAD POPULAR, MIREYA BALTRA, RECUERDA A LUIS CORVALAN COMO UN CONSTRUCTOR DE LA UNIDAD DEL PUEBLO CHILENO



El 3 de Septiembre de 1980, escuchamos por radio Moscú el discurso del Secretario General del Partido Comunista de Chile, el compañero Luís Corvalán, intervención que interpretaba cabalmente los anhelos de libertad del pueblo chileno. Nada será gradual, las dictaduras se eternizan en el poder.

Corvalán irrumpió en la historia de Chile, cambiándola, orientando al pueblo a la Resistencia Organizada contra la tiranía de Pinochet. Sus palabras nítidas cruzaron el espacio, diciéndonos..."Las masas irrumpirán de una u otra manera hasta echar abajo el fascismo.... El derecho del pueblo a la rebelión pasa a ser cada vez más indiscutible"...

"El pueblo sabrá descubrir en la lucha las formas específicas de expresión de su proceso democrático y revolucionario, dando paso, seguramente, a los más variados métodos que ayuden a desarrollar el movimiento de masas, aislar la tiranía, aunar fuerzas, abrir perspectivas de victoria"...

Ejemplo audaz de consecuencia política, supo medir en cada momento la línea precisa que correspondía aplicar, recogió como ningún otro la opinión colectiva del Partido. Nos enseñó a ser COMUNISTAS.

Constructor incansable de alianzas políticas, solía decirme al oído "hay que barrer para adentro y no para afuera", mantuvo siempre abiertas las puertas anchas del Partido, amarrando con fuertes nudos (no sin dificultades) la unidad, tanto en el FRAP, como en la UP, que nos condujo a la Victoria con el Presidente Salvador Allende.



Cierto, fue un Demócrata, un Demócrata Revolucionario, donde los principios no entran al mercado de las transacciones de los oportunistas y blandengues.

Solidario inclaudicable con la Revolución Cubana, con todos los gobiernos y pueblos que tienen el coraje y la inteligencia de cruzar el umbral emancipador. Corvalán no perdió nunca la brújula y rechazó de plano las caretas políticas de los transformistas que terminan bailando al compás del imperio.

Corvalán murió escribiendo. Su obra es la herencia para la juventud chilena y del continente. Su legado es la rebeldía ante las injusticias, ante el populismo vulgar, ante la ignorancia de los que pretenden saber.

¡¡Cómo sentiremos tu ausencia!!... y la ternura proletaria de regalarme con tu mano cerrada, sobre la mía, un caramelo que sacabas de tu bolsillo, cada vez que nos sentaban juntos... Vivirás por siempre en el corazón de nuestro pueblo.

MIREYA BALTRA