martes, 21 de septiembre de 2010

ARQUITECTO MIGUEL LAWNER ABRUMADO POR LAS EXALTACIONES DEL BICENTENARIO, SOLIDARIZA CON COMUNEROS MAPUCHES A 70 DÍAS DE SU AYUNO


Arauco fue un útero frío,
hecho de heridas, machacado
por el ultraje, concebido
entre las ásperas espinas,
arañado en los ventisqueros,
protegido por las serpientes.

Así la tierra extrajo al hombre.

Creció como una fortaleza.
Nació de la sangre agredida.
Amontonó su cabellera
como un pequeño puma rojo
y los ojos de piedra dura
brillaban desde la materia
como fulgores implacables
salidos de la cacería.

(Pablo Neruda. Canto General.
Del poema Surgen los hombres).


BICENTENARIO: ARAUCO TIENE UNA PENA.

Escribo estas líneas el 19 de Septiembre, abrumado por la exaltación desenfrenada de nuestra bandera y el himno nacional, trasmitidos incesantemente por los canales de la televisión, mientras 34 compatriotas enteran 69 días en huelga de hambre.
Anoche, la soprano Verónica Villarroel cantó a capella la canción nacional que abrió la gala del bicentenario efectuada en el Estadio Nacional, imitando el mejor estilo norteamericano de los grandes eventos. Fue una suerte de importación de know how introducida en Chile por don Francisco, eterno conductor de eventos.

La actuación de esta insigne cantante lírica culminó el fervor nacionalista desplegado durante el día de ayer, cuando se izó el pabellón patrio en todas las plazas del país, al son del himno nacional entonado a coro por el público presente. En la gala del Estadio el asunto se complicó, porque a diferencia de los yanquis que permanecen en silencio y mascando chicle mientras se escucha el himno, aquí nos ponemos de pie y todos, de chincol a jote, lo cantamos a pleno pulmón. Pero ocurrió que en esta ocasión, Verónica Villarroel introdujo variaciones, prolongando algunos compases, mientras las treinta mil voces de los asistentes al Estadio siguieron de largo, malogrando el efecto de solemnidad buscado con el solo..
Paciencia.
34 comuneros mapuches permanecen hace ya 69 días sin ingerir un trozo de pan, exigiendo el derecho a tener un juicio justo. Son juzgados como terroristas por reclamar la devolución de las tierras usurpadas a sus padres, a los padres de sus padres y a los padres de sus abuelos.
A raíz de este hecho, la escritora Isabel Allende afirmó que el conflicto lleva quinientos años. Por su parte, Ricardo Lagos lo situó desde fines del Siglo XIX, como consecuencia de la llamada pacificación de la Araucanía, y el Presidente de la República anunció en el Tedeum efectuado ayer, que el gobierno se sentará a debatir la solución definitiva a este conflicto, en una mesa de diálogo destinada a saldar la deuda histórica que el estado chileno mantiene con el pueblo mapuche.

La verdad es que esta deuda tuvo un paréntesis.
Se comenzó a pagar durante el mandato del Presidente Allende. En los mil días de su gobierno, no hubo confrontación alguna con el pueblo mapuche.
Como tantas otras realizaciones de Allende, este capítulo exitoso de su gestión se oculta o se tergiversa sistemáticamente.

Ya en el programa básico del gobierno de la Unidad Popular se plantearon 20 puntos para la implementación de la Reforma Agraria, el primero de los cuales señaló lo siguiente:

“La Reforma Agraria y el desarrollo agropecuario no serán hechos aislados,
sino que integrados en el plan global de transformación de la economía
capitalista en una economía al servicio del pueblo. Esto significa que la Reforma Agraria no sólo implicará la expropiación de todos los latifundios, la entrega de la tierra a los campesinos, darles asistencia técnica y el crédito necesarios para que puedan producir lo que Chile requiere, sino que también comprenderá la transformación de las relaciones comerciales e industriales para la venta y compra de los productos que los campesinos necesitan para vivir y producir.” ( )

Además, el punto Noveno de este Programa Básico estableció lo siguiente:

“La asistencia técnica al campesinado será gratuita y habrá planes
especiales de crédito, asistencia técnica y capacitación para los grupos
más postergados, especialmente las comunidades indígenas.”

Allende cumplió sus promesas y apenas transcurrido un mes de su mandato concurrió invitado a una concentración indígena organizada en el estadio de Temuco, ocasión en que las comunidades le plantearon la necesidad de formular una nueva ley indígena cuyo texto dieron a conocer en ese momento. Además, solicitaron que se acelerara la devolución de las tierras usurpadas.
Jacques Chonchol, flamante Ministro de Agricultura recién asumido, también estaba presente en ese encuentro, sentado junto al Presidente, y recuerda que al escuchar las intervenciones de los loncos, Allende le confidenció a su oído: “Yo creo Ministro que usted debería quedarse aquí atendiendo estas demandas”.
Al relatarme este suceso no hace tanto tiempo, Chonchol me dijo: “así no más fue y me quedé durante tres meses. Tuve que mandar a pedir a casa hasta el cepillo de dientes. “
Por primera vez en la historia de Chile, el Ministerio de Agricultura se instaló en la ciudad de Temuco, situación que no ha vuelto a repetirse jamás.

“Entre fines de Diciembre de 1970 y Marzo de 1971, El Ministro de Agricultura y los ejecutivos de CORA (Corporación de la Reforma Agraria), INDAP (Instituto de Desarrollo Agropecuario) y la Dirección de Asuntos Indígenas, funcionaron en Temuco, acelerando el proceso expropiatorio. De este modo, en esos tres meses, se recuperaron más de 150 mil hectáreas de tierras usurpadas a las comunidades indígenas.
Al mismo tiempo Allende se comprometió a impulsar una nueva Ley Indígena basada en el proyecto elaborado por las comunidades, lo que cumplió enviándola al parlamento a comienzos de 1971, siendo aprobada aunque con modificaciones que la debilitaron.” ( ).
Pero el gobierno no se limitó a entregar tierra a los campesinos dejándolos desprovistos de apoyo técnico y financiero. “Durante 1971 se puso gran énfasis en los programas de asistencia técnica y de desarrollo social en las áreas rurales. Se asignaron importantes recursos financieros a organismos e instituciones como ICIRA,(Instituto de Capacitación en Reforma Agraria) IREN (Instituto de Investigación en Recursos Naturales), Empresa Nacional de Semillas y Corporación de Reforestación, con un total de 406 millones de escudos adicionales para ejecutar en el curso del año programas de investigación, capacitación técnica, prestación de servicios mecanizados, estudio sobre disponibilidad de recursos, campañas de difusión sobre utilización de semillas certificadas y abonos, que complementarían las acciones realizadas en esta materia por la CORA, el SAG y el INDAP: “ ( )



Todo este proceso tuvo un alto nivel participativo. Los campesinos se organizaron en asentamientos o en cooperativas de producción y además se crearon otras formas de organización, los llamados CERAS (Centros de Reforma Agraria) y CEPROS (Centros de Producción), que posibilitaron la fusión de varios fundos expropiados en una sola unidad productiva, dando cabida a todos los campesinos cualquiera que fuera su situación anterior: inquilinos, voluntarios, afuerinos, hombres, mujeres, etc.
Fundamental fue la creación de los Consejos Campesinos: (comunales, departamentales y provinciales), que reunían a representantes de todas las organizaciones del territorio correspondientes. La instalación de estos Consejos no estuvo exenta de problemas por los conflictos entre las agrupaciones políticas pugnando por asumir su dirección. Con todo, a medida del transcurso del tiempo, estas dificultades se fueron superando y en ningún caso representaron alguna forma de oposición a la gestión del gobierno.
Los derechos del pueblo mapuche también fueron reconocidos en el plano social. En las escuelas públicas de la región, se inició la educación básica bilingüe, y se imprimieron y distribuyeron gratuitamente miles de textos escolares escritos en la lengua mapudungun, y se becó a numerosos estudiantes para complementar su formación media o técnica.
En materia de salud se priorizó la construcción de postas rurales en la provincia de Cautín, así como la construcción habitacional de los llamados villorrios agrícolas
Digamos finalmente que los mapuches también fueron beneficiaros de los importantes avances generales experimentados por el país en el terreno económico y social.
“ El producto interno bruto creció en 1971 un 8,5%. La desocupación descendió del 6,1% en 1970 a 4,2% en 1971, con la creación de 200.000 nuevas ocupaciones. Junto con esto, los salarios aumentaron en forma real en un 28%., y la producción agropecuaria creció ese año en un 6%” Los niños recibieron el medio litro de leche gratis y la educación universitaria triplicó su matrícula en el curso del trienio 1970-73. ( )
Estos éxitos fueron posibles, no obstante el abierto bloqueo económico iniciado por los Estados Unidos y los organismos financieros internacionales, además de la acción conspirativa externa e interna.

El golpe militar de 1973 acabó con todas estas conquistas. Hipócritamente la Junta Militar se manifestó dispuesta a respetar el derecho de los campesinos a la tierra, pero eliminado las formas de producción colectivas, calificadas como organizaciones de corte marxista. Asentamientos y cooperativas fueron eliminados, subdividiendo la tierra en lotes individuales.
Desaparecidos la CORA y demás instituciones de apoyo técnico, o cercenadas las atribuciones del INDAP, los campesinos quedaron librados a su propia suerte, siendo incapaces de sostener sus propiedades. En un corto plazo debieron enajenarlas ahorcados por las deudas contraídas, abriendo paso a la nueva clase de propietarios agrícolas dueños de la tierra hoy en Chile.
De hecho, se repitió por otra vía, el despojo posterior a la pacificación de la Araucanía.

Los años de la Concertación no modificaron sustancialmente la herencia legada por la dictadura. La presión de las comunidades indígenas dio origen a la CONADI (Corporación Nacional de Desarrollo Indígena), institución destinada a resolver las demandas de las comunidades indígenas. Se sucedieron diversas administraciones, marcadas por la ineficiencia cuando no por la corrupción. Su gestión le acarreó un desprestigio generalizado y hoy es una institución intrascendente, lo cual ha dado paso al estallido social que ha desembocado en la huelga de hambre sostenida por los 34 comuneros mapuches.

En la memoria colectiva perdura la experiencia de los mil días de Allende, como un período en el cual los pueblos originarios fueron considerados como iguales, respetados y reconocidos en sus derechos. Es el breve paréntesis durante el cual se pagó la deuda histórica acumulada por siglos de despojos. El tiempo de la dignidad.
Cuántas lecciones podrían recogerse de esta experiencia. Algunos protagonistas como el ex Ministro Jacques Chonchol están vivos y podrían orientar al respecto. Naturalmente, se requiere voluntad política para enfrentar este conflicto, imposible de ignorar no obstante la fanfarria del Bicentenario.

Ayer la televisión trasmitió la escena del izamiento del pabellón patrio en la Plaza de Concepción, mientras los asistentes entonaron nuestro himno nacional. Presidió esa ceremonia la Intendenta de la Región junto a la cual se encontraba el senador democratacristiano Hosain Sabaj. Es el mismo cuyo voto negativo impidió que se aprobara en el Senado de la República una indicación presentada por la oposición, en el marco del debate sobre modificaciones a la Ley Antiterrorista, cuyo propósito era facilitar el fin de la huelga de hambre.
Increpado por sus pares, el senador se limitó a contestar que él se debía a sus electores y no a las órdenes de su partido.
Dijo la verdad, y al día siguiente fue premiado ocupando un lugar preferente en la ceremonia oficial oficiada en la plaza de Concepción.
Unas cuadras más allá, en el Penal El Manzano, al igual que en las cárceles de Temuco y Angol, los 34 comuneros mapuches atrapados -no 700 metros bajo tierra- sino que en las redes de la injusticia y la discriminación social, no celebraron el izamiento de la bandera ni cantaron nuestra canción nacional. Para ellos es posible que Chile sea la tumba de los libres, pero está muy lejos de ser el asilo contra la opresión.
Ninguna autoridad política los visitó. En el día del cumpleaños de la Patria, la televisión no les concedió un solo minuto de atención. No recibieron ni portaron bandera alguna. Fueron ignorados los descendientes de aquellos a quienes Ercilla cantó como gente tan granada, tan soberbia, gallarda y belicosa, que no ha sido por rey jamás regida, ni a extranjero dominio sometida.
No están solos. La farándula oficial oculta las miles de voces que se alzan dentro y fuera de Chile exigiendo el término de esta injusticia. Confiamos que no sea necesario un desenlace fatal para poner fin a tan supremo sacrificio.

Honor a los discípulos de Cuauhtemoc y de Tupac Amaru, de Lautaro y Caupolicán, de Sandino y Emiliano Zapata.

Santiago, en el 19 de Septiembre de 2010, día de las glorias del Ejército de Chile.

Miguel Lawner
Arquitecto.