viernes, 23 de julio de 2010

ESTE SABADO DESPEDIMOS A LUIS CORVALAN CON UNA MARCHA DESDE EL VIEJO CONGRESO NACIONAL HASTA EL CEMENTERIO GENERAL



Queridos compañeros y compañeras:

Ayer rendimos una guardia de honor muy emotiva ante el féretrode don Lucho.
Reunimos un buen número de compañeros ya que asistieron Patricia y Camilo Salvo, Miguel Muñoz, Adriana y Alfredo Joignant, Isabel Margarita Morel, Hernan Soto, Aníbal Palma, Lila y Julio Stuardo, Antonio González Yacsic, Pedro Felipe Ramirez y yo. Posteriormente llegó Sergio Bitar y Roxana Palestro, hija de Tito, y la familia de don Lucho nos informó que en la mañana habían concurrido Moy de Tohá acompañada de Jaime Tohá.
Entregué a la familia las excusas y saludos enviados a mi correo por Nena y Sergio Vúskovich, Hugo Miranda, Isabel Margarita, Moy de Toha y Libio Pérez.
Los organizadores del funeral solicitaron que uno de nosotros interviniera en el cementerio, y Anibal Palma aceptó honrado esta responsabilidad.
El funeral partirá caminando desde el Congreso Nacional a las 11,00 hrs, arrivando alrededor de las 12,00 a la plazuela del Cementerio General por Avenida La Paz..
Los saluda
Miguel Lawner.



Querido Guillermo (Teillier)

Con una profunda tristeza me entere esta mañana por las informaciones de la televisión francesa del fallecimiento de mi amigo y compañero don Luís Corvalan. Su recuerdo me lleva a Ritoque donde pasamos un tiempo juntos. En ese infierno me trató con mucho cariño y me confortaba con sus palabras cuando en esas duras circunstancias sentía derrumbarse todo lo vivido y lo soñado.

En cada viaje que hice a mi país estos últimos años, nunca dejó de venir a ver al teatro mis espectáculos que traía de Francia. El ultimo fue hace dos añoos en la Villa Grimaldi donde me di el gusto de volver hacer teatro con los compañeros con los que habíamos hecho diferentes espectáculos en el Campo de Concentración.
“Penafleta preso político” y “Érase un vez un Rey” las vio en el Campo y en Grimaldi.

Todas las veces que yo iba a Santiago, tenía el privilegio de ir almorzar a su casa. En San Bernardo y luego en Nuñoa, un caldillo de congrio o granados con mazamorra preparado por su señora Lili.

No tengo palabras para expresarte este sentimiento que reúne nostalgia y admiración a un hombre que se dió entero en la vida para no dejarle nada a la muerte. No comprenderé nunca como un hombre tan grande podía estar dentro de un cuerpo tan pequeño.

Quiero que sepas que en estos momentos de caluroso verano parisino mi sentimiento más profundo va para mi patria, para estar junto a la familia, junto a ti y junto a todos los militantes del partido comunista.

Se despide de ti tu amigo y compañero de ruta.
Oscar Castro.



París, 22 de julio de 2010


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DON LUCHO SE HA IDO POR ESOS CAMINOS DEL PUEBLO

En lo que llamamos “cultura” comunista chilena, no son muchos los dirigentes que recibieron, de manera espontánea, en una mezcla de respeto, admiración, cariño y pertenencia, el título de Don.

Don Américo, Don Orlando, y por supuesto, Don Lucho.

No se trataba, ni se trata, porque están vivos en el recuerdo de muchos, de una veneración, o de distancia por una cierta posición de autoridad- que la tenían- sino de un reconocimiento a una calidad humana, a un prestigio ganado en la acción y el pensamiento, pero sobre todo, a esa gran calidad humana, una cierta calidad de patriarca popular, y una referencia a ese rol dirigente venerable, austero. Que expresaban en su vida y en sus actos.

Don Lucho, entre ellos, resaltaba además por esa actitud de maestro normalista, que siempre conservó, en las duras refriegas de la política, esa llaneza de campesino, con una cierta picardía campesina, capaz también de tomarse y saber elegir, un buen tino o un pipeño, de nutrirse del pensamiento y un buen asado, de admirar la belleza femenina tanto como del heroísmo y solidez maternal de nuestras mujeres. En primer lugar de la que la acompañó en su vida, en sus destierros y relegaciones, en sus prisiones, en sus victorias y sus derrotas, nuestra querida Lily.

Por que Corvalán, Don Lucho, vivió intensamente la historia de Chile de los últimos decenios. Dando las luchas políticas, sociales, culturales, cotidianas del pueblo, de los suyos, avizorando el porvenir, dibujando los proyectos de la justicia social, de los derechos humanos, en la vanguardia de los que marcan el camino, o cediendo su protagonismo a otros que no siempre tuvieron su generosidad humana, los valores éticos, y esa sabiduría de ver mas allá de la circunstancia y proyectarse hacia las grandes tareas y metas de la democracia.

Vivió difíciles momentos de éxitos en su vida política;, uno de los cuales fue el triunfo del gran proyecto de la unidad de las fuerzas del progreso social, en el Frente de Acción Popular y finalmente la Unidad Popular, en el triunfo de Salvador Allende en las elecciones presidenciales de 1970, en la construcción del instrumento político y democrático unitario, en la búsqueda de un camino propio, original para dar vida a un audaz proyecto socialista para Chile, un camino que buscaba la mayoría.

Vivió la angustia, la intranquilidad y la tensión del complejo escenario político generado por Nixon, Kissinguer y sus socios criollos política y social, que condujo al entrabamiento político, la división de los sectores democráticos de Chile, a la sedición y al Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 y la tragedia de la dictadura de Augusto Pinochet, entre 1973 y 1990.

Sufrió como miles, la represión, la prisión, la tortura, en los campos de concentración, el destierro, la calumnia, pero sobre todo el sufrimiento de sus camaradas y del pueblo. Un hijo suyo, Luis Alberto, murió en el exilio, en Bulgaria a causa de las torturas sufridas bajo prisión, al negarse a delatar y subordinarse a los verdugos.

Pero Don Lucho, recio, sólido, encontró fuerzas en su corazón y en su pensamiento y no cejó en principios ni en acciones. Tras la prisión tomo nuevamente su lugar en el combate por la democracia y la libertad de Chile. Una lucha no exenta de dificultades y de peligros, de confrontaciones ideológicas, de diferencias políticas, de enontronazos, y de incomprensiones.

Lo vimos clandestino, con unas venerables barbas blancas, pero con el entusiasmo a flor de piel, lo vimos angustiado por no poder asumir a plenitud los deberes, dada las dificultades e incertidumbres derivadas de la amenaza represiva, la lucha ideológica y disensiones que cruzó en ese momento al Partido Comunista.

Fue una época histórica difícil, compleja, contradictoria, también para el Partido Comunista, que se definió finalmente, con un cambio en la dirección partidaria, y un alejamiento de Don Lucho, a tareas secundarias, aunque mantuvo su militancia, con la atención puesta en el curso de las cosas.

Finalmente, en el ocaso de su vida, pensando en la experiencia del Partido, del Pueblo y suya propia, decidió escribir sus memorias.

Y seguramente ellas serán una buena fuente de conocimiento e información sobre las épocas que le tocó vivir y en muchas de cuyas páginas es un imprescindible protagonista. Seguramente esas páginas, escritas con entusiasmo, puedan contribuir a saldar esa deuda con el pueblo, con los caídos, con la historia objetivo de una organización inserta en la historia de Chile: el Partido Comunista.

Una historia indispensable para entender todo el curso del siglo 20 y proyectar las demandas y sueños del pueblo hacia el siglo 21.

Don Lucho, nuestro Don Lucho, a quien hoy recordamos y mantenemos vivo, a pesar la objetividad de su fallecimiento, estaría contento con haber contribuido con su vida, su ejemplo y su mirada critica, irónica, pero siempre cálida y serena, al renacer de la esperanza.

Estaría de nuevo, con su poncho y su sombrero, su vino tinto y su cazuela, con sus convicciones de siempre, en la primera línea.

Don Lucho se ha ido por esos caminos del pueblo y de la historia.



Por Marcel Garces.
Periodista. Miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital
Santiago de Chile, 22 de julio 2010

Crónica Digital

ESTE SABADO A LAS 10HORAS SE MARCHA DESDE EL EX CONGRESO NACIONAL HASTA EL CEMENTERIO GENERAL PARA DESPEDIR AL COMPAÑERO LUIS CORVALAN


COMUNICADO DE PRENSA

Con profundo dolor, el Partido Comunista comunica al pueblo de Chile y a los pueblos de países hermanos que ha dejado de existir nuestro ex secretario general y ex parlamentario, Luis Corvalán Lepe a sus 93 años de edad.

El destacado dirigente político había nacido en la sureña ciudad de Tomé en septiembre de 1916, profesor primario, ingresó a militar el año 1932 y fue miembro del Comité Central de nuestra colectividad desde el año 1950 y secretario general desde 1958 hasta 1989. Fue senador de la República (1961-1969)por Ñuble, Arauco y Concepción y reelecto para el período 1969-1977, interrumpido por el golpe en 1973, representando a Aconcagua y Valparaíso.

Fue perseguido, relegado, prisionero político y exiliado por el gobierno de Gabriel González Videla y por la dictadura de Augusto Pinochet. esta última lo mantuvo detenido en isla Dawson, Ritoque y Tres Alamos hasta que fue liberado ante la gran presión internacional.



Recibió una serie de distinciones internacionales, entre ellas el Premio Lenin de la Paz. Además, escribió: "Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar" (1971) "Santiago- Moscú- Santiago", "De lo vivido y lo peleado" (1997), "El gobierno de Salvador Allende" (2003) "Los comunistas y la democracia", y actualmente estaba completando sus memorias.

El compañero Corvalán participó hasta hace pocas semanas en las actividades de nuestro Partido, en las sesiones plenarias del Comité Central y el pasado aniversario el 6 de junio en el Teatro Normandie. En esa oportunidad recibió la medalla "Luis Emilio Recabaren", máxima distinción que confiere el Partido Comunista. En las últimas semanas estuvo internado en la clínica de la Universidad Católica donde fue dado de alta y permanecía en su casa, rodeado del cariño de los suyos.

El Partido Comunista de Chile repliega sus banderas y extendemos nuestra solidaridad a su esposas y hijas a quienes acompañamos en su profundo dolor. De acuerdo con la familia informaremos posteriormente el lugar del velatorio y el funeral de nuestro querido compañero.

PARTIDO COMUNISTA DE CHILE



Querida compañera Lily:
No me ha sido fácil enviarte estas líneas. Me es difícil pensar el mundo de hoy sin la figura de Don Lucho. Muchos lo recordarán como una eminente figura política nacional. Yo y mis hijos lo recordamos como un ser humano ejemplar.

Tuve la suerte de participar con él y otros valiosos dirigentes y militantes del Partido y de la Jota, en los momentos más dolorosos que sufrió nuestro pueblo en el siglo XX. En esas dramáticas circunstancias la fortaleza moral de Don Lucho, el rigor y sencillez en la expresión política, su serena objetividad y firmeza
para enfrentar difíciles y complejas circunstancias, se irguió ante
nosotros como ejemplo de fidelidad y defensor de los principios
libertarios de los desposeídos.



Pienso, querida compañera Lily, que el nombre y ejemplo de Don Lucho, trascendió como la figura chilena de proyección más universal, tanto o más que la del propio Compañero Allende. No hubo región del planeta que no exigiese, diversos idiomas y
lenguas, la vida y libertad del camarada Luis Corvalán. Su nombre
servirá de simiente para las nuevas generaciones de comunistas chilenos.



Recibe, querida Lily, junto a tus hijas y familiares, todo el afecto de
Nimia, Mario Igor, René y Mario Benavente.



Queridos compañeros y compañeras:

Este 21 de Julio ha fallecido nuestro compañero Luis Corvalán... .nuestro querido don Lucho, que compartió con nosotros el cautiverio en la Isla Dawson y otros campos de concentración.
Falleció en su casa, próximo a cumplir 94 años, víctima de una neumonia que culminó con un paro respiratorio.
Sus restos permanecen en el ex Congreso Nacional, donde serán velados hasta este Viernes para ser sepultados este Sábado en el Cementerio General, partiendo el cortejo desde el Congreso a las 10.00 hrs.



Me permito invitarlos a acompañarlo con la idea de rendir una guardia en conjunto y conversar alguna otra iniciativa que estimemos adecuada a las circunstancias.
La entrada al Congreso es por el mismo acceso al Salón de Honor, es decir por calle Catedral, pero don Lucho será velado en el Salón Rojo de la Cámara de Diputados, ya que el Salón de Honor está en reparación debido al terremoto.
Los saluda
Miguel Lawner



En Moscú creemos que es una pérdida irreparable para todos nosotros. Por eso transmito nuestro afecto a toda la familia Corvalan Castillo.

Reciban las condolencias más sinceras por razón del fallecimiento de uno de los más grandes hombres del movimiento comunista internacional. En nuestro país y en el mundo entero él siempre era el ejemplo del luchador abnegado por los ideales de la clase obrera y el pueblo trabajador. Él se quedará para siempre en nuestra memoria.

Valentin Kondratiev
Alexander Ignatiev
Igor Ribalkin
Y todos los que le conocian en URSS y Rusia.



PARTIDO COMUNISTA DE BOLIVIA
COMISIÓN POLÍTICA

La Paz, 21 de Julio de 2010
Al Comité Central del Partido Comunista de Chile
Presente.-
Estimados compañeros:
Nos ha causado una gran tristeza el fallecimiento del querido c. Luis Corvalán Lepe, gran revolucionario y personalidad no sólo de su país, sino del movimiento comunista y obrero internacional.
Los comunistas bolivianos recordamos muchos episodios de la presencia combatiente y solidaria del c. Corvalán. Entre otros no podemos dejar de mencionar que promoviera - en la tradición internacionalista del hermano Partido chileno – la solidaridad con la causa marítima boliviana. Recordamos cómo levantara la más amplia solidaridad con los comunistas y los trabajadores bolivianos perseguidos después de los sanguinarios golpes de Estado que asolaron a nuestro país. Don Lucho, como cariñosamente lo llamábamos, asistió en representación del PCCH a nuestro VI Congreso Nacional. Todos sus encuentros con militantes y dirigentes del PCB fueron ocasión para recibir sus enseñanzas. Estas son, a no dudar, el reflejo de la invalorable experiencia del PCH y de su personal y original aporte. Creemos que sus más destacados aportes alcanzaron nivel internacional sobre todo con la formación de la Unidad Popular y el gobierno encabezado por Salvador Allende.
Rogamos hacer llegar nuestros sentimientos de dolor a doña Lilí y sus hijas y nietos.
Al ratificar nuestra sentida condolencia estamos seguros que el c. Luis Corvalán ha dejado una huella profunda y una insoslayable escuela de revolución y del socialismo.
POR LA COMISIÓN POLÍTICA DEL PARTIDO COMUNISTA DE BOLIVIA.

Ignacio Mendoza Pizarro Marcos Domich
Primer Secretario del Comité Central Secretario de RR II



Con lágrimas te despido
padre de la juventud.
Dueño de esa gran virtud
de engrandecer nuestro nido.
Por haberte conocido
es que hoy día luz cosecho.
por todo lo que hemos hecho
empapados de alegría.
Fuiste un ejemplo de guía
y vives dentro'e mi pecho

Que te vaya bien en todo.

Fernando Yàñez



Manuel Guerrero Antequera
21 de julio de 2010

El año 1976 fue muy crudo para la resistencia chilena antifascista. Mes tras mes cayeron detenidas dos Direcciones del Partido Comunista de Chile encabezadas por Victor Díaz y Fernando Ortiz, respectivamente, además de otras dos de las Juventudes Comunistas de Chile en manos del Comando Conjunto que reunía a la Dirección de Inteligencia de la Fuerza Aérea (DIFA), la Dirección de Inteligencia de Carabineros (DICAR), además de los servicios de inteligencia de la Marina (SIN) y el Ejército (DINE), junto con la colaboración de agentes de la Policía de Investigaciones de Chile y civiles miembros del derechista grupo paramilitar Frente Nacionalista Patria y Libertad.

Quienes teníamos escasos años de edad tuvimos que sortear, junto a nuestras familias perseguidas, la represión, la vida clandestina, los cambios de casa, colegios, nombres, círculos de amigos. Recuerdo a mi padre usando lentes cuando no era miope, rizándose y tiñéndose el pelo, cambiando de ropa, viviendo una vida aparentemente normal, cuando en realidad el terror acechaba por todas partes. Los tíos y tías desaparecían, las fotos en que uno aparecía en brazos de alguno eran recortadas, los temas de conversación variaban de la alegría a las noticias de la muerte de un momento a otro. Era una situación bipolar, entre el espanto y la ternura.



Por las noches la familia se reunía a media vela a sintonizar a lo que más tarde supe era Radio Moscú o Radio Berlin Internacional. El cerco informativo de la dictadura era total y para saber lo que ocurría en nuestro país había que acudir a los informativos extranjeros. Mientras repasaba la revista de la Pequeña Lulú o completaba la colección de la serio del Libro Gordo de Petete y Antiojitus, mi padre recortaba la prensa, subrayaba frases, se tomaba la cabeza. Junto a mi madre formaban parte de la dirección clandestina de la Jota.

Uno tras uno caían sus compañeros y compañeras, y el círculo comenzaba a cerrarse. El 29 de marzo de 1976 secuestraron desde una micro al Checho, mi tío José Weibel, obrero mueblista, que fue subsecretario de la Jota. Ya antes habían tomado a su hermano, Ricardo Weibel Navarrete. Los testimonios de las crueles torturas ya eran un factum de la vida cotidiana. El mundo se desvanecía ante los ojos de mis padres y la dictadura parecía crecer cada día en poderío.

¿En qué basaban su confianza y fe aquellos jóvenes, que persistían en organizar clubes deportivos, grupos folcklóricos, hacer rayados de noche, volantear, mientras los servicios del terrorismo de Estado aplicaban toda la fuerza que permitió la llamada "guerra interna" contra su generación? Mi padre solía hablar de la "unidad cósmica" de la clase obrera. Que esta lucha, si bien se vive localmente, es a escala humana, de los pobres y trabajadores de todas partes. Y recurría a la historia del movimiento proletario para estudiar sus avances y retrocesos, para inspirarse en todos aquellos heroísmos cotidianos que permitieron, durante ya más de cien años de luchas, ampliar las libertades de las mayorías, profundizar la democracia política y social.



Pero aquello era aún abstracto, difícil de asir. Como niño ojeaba los libros de viajes de Neruda. Para mí era como Marco Polo, un personaje mítico, que se contactaba con las realidades de lugares lejanos, traía maravillas en barco, contaba historias fantásticas sobre otras razas y geografías. Allende aparecía en las conversaciones, pero era también un personaje mítico, difícil de emular. Su sacrificio extraordinario lo convertían para mi en un superhéroe.

Había, no obstante, gente cercana, que a mis ojos de niño, expresaban aquel valor que inspiraba a mis padres a persistir en algo que parecía una quimera cuando todo era dolor y muerte. El tío Valentín Trujillo, quien era la persona que me regalaba las revistas de la Pequeña Lulú, era uno de ellos. Mi padre se reunía con él, conversaban temas serios, y yo observaba su piano, y él luego se despedía de mi regalándome una revista. Un comunista de carne y hueso, accesible para mi. Otro era mi abuelo Manuel. Escritor autodidacta, oriundo de Chillán, quien formó parte de la bohemia santiaguina donde se mezclaban periodistas y escritores, dirigentes estudiantiles y "amigas espirituales", me contaba cómo fundaron la Jota, cómo eran las peleas de la Fech, cómo con Ricardo Fonseca y luego Luis Corvalán generaron el gran movimiento de profesores de Chile, haciendo frente a la traición de Gonzalez Videla y el campo de Concentración de Pisagua.



Don Lucho y la señora Lily. ¿Qué es de ellos? preguntaba yo. "Él está detenido nuevamente en un campo de concentración, Manuelito. Es profesor normalista como tu papá y como tu tío Máximo". Mi abuelo me contaba de su admiración por don Lucho, y yo me enamoré de su admiración por él. Un comunista de carne y hueso. Como mi papá y mi tío. Como mi abuelo.

Llegó junio del 76 y esta vez le tocó a mi familia el golpe de sufrir el secuestro de mi padre. Salidas a horario de toque de queda, con un pañal blanco de bebé como bandera para que no nos detuvieran, buscábamos mi mamá, abuela materna y mi abuelo, conmigo tomados de la mano, a mi joven padre por todas partes. Sufrimos lo indecible hasta que por milagro apareció vivo en Puchuncaví. Fuimos a encontrarnos con él, y nos detuvieron a todos en el Fuerte Silva Palma, de la Armada. Junto a marinos constitucionalistas, con seis años pude conocer la prisión política. Pero ni mi papá ni mi mamá callaban. Luchadores incansables. Comunistas de carne y hueso, decía para mi, como el tío Valentín, como mi abuelo, como don Lucho.



Salimos al exilio y luego de un paso fugaz por un campamento de refugiados en Suecia, derivamos a Budapest, Hungría. Mi mamá tejía una arpillera en los tiempos libres que le dejaba mi pequeña hermana América, quién había nacido durante el cautiverio de mi padre. Recuerdo que era una media naranja. "Es para don Lucho", me decía. Algún día lo tienen que liberar y se la regalaremos". Y ese día llegó, y él, luego de un canje internacional, venía de Berlin de la RDA camino a Budapest, adonde estábamos nosotros.

Yo era pionero de pañoleta azul. Había visto los croquis de Miguel Lawner donde se retrataba a don Lucho en Ritoque o Isla Dowson. Su poncho y sombrero. Pequeño, sencillo. Como mi familia. Probablmente como un gesto de cariño a mi padre, me encargaron a mi que cuando don Lucho hiciera ingreso al salón donde lo esparaba la comunidad de chilenos exiliados, yo le entregara un clavel rojo.

Estaba muy nervioso; solo tenía que entregarle una clavel en señal de bienvenida y alegría por tenerlo vivo. Pero era don Lucho. Mi cuerpo de seis años temblaba de la emoción. Mientras caminaba hacia él, recordaba a mi abuelo Manuel, miraba con amor a mi padre que me observaba entretenido y orgulloso, pensaba en los recuerdos de Chile -la casa de mis abuelos, la panadería Lido en Ñuñoa, nuestro perro famliar la Tuti-, sentía el odio profundo hacia el fascismo en ese tiempo sin rostro, que nos había expulsado del país. Me acerqué casi al borde del llanto a don Lucho y el me acogió con la humildad que aprendí le caracterizaba. Me dió la mano con mucho respeto y luego me abrazó como si fuera su nieto. Un comunista, de carne y hueso. Sencillo, accesible.



Hoy ha muerto don Lucho. Nos encontramos muchas veces después. Yo fui creciendo, y de pionero de pañoleta azul pasé a pañoleta roja. Luego, de regreso en Chile, me hice de la jota a los 14 años. Más tarde, de vuelta en el exilio, fui un joven Rodriguista. En 1989, producto del proceso de caída del muro, me salí de la Jota y entré a los Antifagruppen, los grupos antifascistas de Berlin oriental y occidental, ahora "reunificados". Y así no me he detenido en una militancia político y social que en 2008 me llevó a representar a la izquierda en las Municipales de Ñuñoa. Y, como independiente dentro del pacto Juntos Podemos Más, salí electo concejal, rompiendo con un Comando Amplio la exclusión luego de decenas de años de marginación de la izquierda hasta hace poco extraparlamentaria. Hicimos en un formato fresco lo que nuestros viejos hicieron en otros tiempos. Ni más ni menos. Y en la ceremonia de instalación estaban don Lucho y el Leo, hijo de Ricardo Fonseca.

Nos abrazamos. Él con su manta sobre las piernas y su sombrero de hombre de los años cuarenta, me felicitó por mi intervención -uf, pasé la prueba, ¡me salvé de nuevo!-, e hicimos recuerdos sobre mi abuelo Manuel, mi tía Libertad, mi tío Máximo y mi papá, a quienes conoció muy de cerca.

Todos comunistas, revolucionarios, con el favor de mi Dios.

Reciba don Lucho este clavel de recuerdos de parte de un pionero de pañoleta multicolor. Gracias por su vida y ejemplo. Abrace allá a su hijo añorado y juéguese una pichanga con mis tíos Checho y Máximo. Ojo con mi papá. Se ve sopaslentas, pero es hábil el Mañungo. Cuídemelo. Nosotros seguiremos acá dándole al cuento. Así como usted nos enseñó, con vocación de mayorías democráticas, unidad, organización y lucha.

Hasta siempre querido don Lucho.